LUKE nº 81

a a a

Opinión

Formentor, donde vida y arte dejaron su huella

El Golem

Hotel Formentor

El Hotel Formentor va a ser demolido y edificado de nuevo. Los hasta hoy propietarios me confirman que, lamentablemente, el vetusto edificio no soporta más reformas. El Formentor está situado en la península del mismo nombre en el extremo nordeste de la isla de Mallorca. Con su desaparición, se perderá uno de los lugares de España donde vida y arte convivieron y se entremezclaron de una manera muy singular. En los terrenos donde el visionario argentino Adam Diehl erigió en 1929 el hotel - al tiempo que gracias a la bolsa de Nueva York se internacionalizaba el vocablo "crack" y agonizaba la Belle Epoque- se encuentra un precioso bosque aún protegido, origen del poema "Lo Pi de Formentor", piedra angular de la poesía mallorquina, escrito en 1875 por Miguel Costa i Llobera, miembro de la familia que lo poseyó durante más de tres siglos. Su lista de huéspedes ilustres, leyendas hoy de la memoria colectiva, incluye a prácticamente todas las personas relevantes de la política - los Reyes de España, W. Churchill o Arafat- el cine -John Wayne, Lawrence Oliver, Audrey Herpburn - la religión -el Dalai Lama- escritores -Octavio Paz, Vicente Alexandre, Camilo José Cela- la canción -Plácido Domingo, Monserrat Caballé, Sting, Simon (esta vez sin Garfunkel)- y un largo etcétera de personajes que forman un completísimo catálogo de grandes figuras del siglo XX. Aquí van unas cuantas curiosidades: Su publicidad fue la primera que se colgó de la torre Eiffel, ante el estupor de los parisinos, muchos de los cuales ni siquiera conocían la ubicación exacta de la isla. En sus salones, Clara Petacci, posteriormente amante de Mussolini y compañera de ejecución, hacía stipteases encima de las mesas y participaba en las partidas donde las mujeres intercambiaban de pareja según fueran las cartas, acompañada del millonario Fielding y Gurrea (creador de la "Sonrisa Profidén") y agotando las cajas de whisky a buen ritmo. Sobre sus tapetes se inventó la palabra "estraperlo", mezcla de los apellidos del truhán alemán Strauss y del pícaro italiano Perlo, quienes durante un tiempo manejaron allí una ruleta trucada. Cuentan que los gemidos de Ava Gadner acompañada de alguno de los miembros de la Benemérita aún se pueden escuchar en una de sus suites las noches de cuarto creciente, y que durante su luna de miel, Grace Kelly apenas salió de su habitación. Todavía recorren sus ajadas tuberías los parásitos que se libraron del despioje al que sometieron a La Chunga y sus acompañantes el día de su primera actuación en el hotel, tras hacerles entrar por la puerta de servicio. En sus salones, Barrall inició en los años cincuenta, con la participación de un huraño Cela y otros ilustres de la literatura, los Encuentros de Formentor. Posteriormente crearían el Premi Formentor y el Prix International de Littérature que entregaba el Congreso Internacional de Editores, con el que se premió a autores de la talla de Beckett, Borges, Uwe Johnson, Gombrowicz, Nathalie Sarraute y Gadda - entre otros- y cuya dotación económica de un millón de pesetas de la época (1961-1967), así como la distribución internacional de la obra galardonada, lo convertían en uno de los más importantes a nivel internacional. No puedo evitar pensar que, aunque en la reconstrucción se busque la recuperación de la atmósfera de antaño, con la demolición desaparecerá para siempre el embriagador espíritu del Hotel Formentor. Aunque se mantenga en pie el Raffles de Singapur, su hermano en las antípodas, es triste constatar que, como decía Séneca: "Una era construye ciudades. Una hora las destruye".