LUKE nº 91

a a a

Opinión

Historia de O

Inés Matute

Paliza

Otilia nació en un país pobre y creció y vivió como pobre todos los días de su infancia. Cuidó de sus hermanos, de su padre enfermo, de sus abuelos. Cuidó de chanchos, gallinas y cabras. Lavó, planchó, cocinó y trasegó quintales de basura de un lugar a otro. Jamás tuvo habitación propia. No sabe lo que es estrenar una falda. No tuvo para comprar un libro. En plena adolescencia conoció a Manel, y de su mano dejó de soñar en blanco y negro, de conformarse con un destino de boñiga y tercer mundo. También de su mano conoció el sexo y la violencia, pero lo consideró parte de la vida, del amor, de su suerte siempre en contra. Cuando alcanzó la mayoría de edad, puso los ojos en Europa. "Que en España"- le dijo Manel- "atan los perros con longaniza". El idioma allanaría el camino y la belleza indígena de Otilia supondría, para quien la supiera apreciar, un plus de erótico exotismo. Emprendieron el viaje, tocaron tierra. Pero la realidad tenía sus propios planes. Otilia jamás consiguió alejarse del fregadero; sus días trascurrían rascando roña, de sol a sol, de casa en casa. Conoció a Velkis, a Dora, a Juanita. Dora había tenido más suerte: cobraba doble por cuidar de un viejo chocho que se lo hacía encima. El metro se convirtió en su segundo hogar: gusano de luz donde las horas cuajan en ideas fijas. Y fue en el metro donde tropezó con quien vio un agravio en su belleza indígena. "Puta asquerosa, inmigrante de mierda. Sudaca inmunda". Poetas del underground, bestias pardas y otros domadores de adjetivos. Luego fue una patada, a la que no respondió por temor a las consecuencias. Llegó a casa, esa cueva que les llevaba medio sueldo. Manuel había bebido, también ese día, y sin la menor provocación por su parte, la reventó a puñetazos. Los gritos crecieron hasta el día siguiente. Luego, tu minuto de gloria en los renglones torcidos del cotilleo. Sales en las noticias, bella Otilia, pero vestida de número primo. Un número más en la interminable lista de las muertas por violencia de género. Víctima. Injusticia. Marginación, palabras huecas que aburren de tan repetidas. Cerraremos el año 2007 con más de 70 mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas. Un alto porcentaje de ellas son inmigrantes, ya se sabe, "gente inculta, bruta, que enseguida tira de cuchillo y cinto". Pero que nadie se engañe, que el problema no es importado: esas muertes no entienden de nacionalidad o condición, sólo se ceban en las más débiles, en las menos informadas, en las que no supieron prever hasta dónde llegaría la brutalidad de aquel que comenzó minando su autoestima y acabó convirtiendo su cuerpo en un acerico. Mi Otilia no es real, pero su historia es la de tantas otras que han visto cómo su nombre engrosaba la estadística y echaba sal al debate de moda. Ya basta. ¡Ya basta, energúmenos!.