LUKE nº 91

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Opinión

La mutación caucásica

El Golem

El deterioro de la sexualidad en Occidente era, sin duda, un fenómeno sociológico y masivo.
Se ha vuelto muy raro encontrar mujeres que sientan placer y tengan ganas de darlo.
Lo que los occidentales ya no saben hacer es precisamente eso: ofrecer su cuerpo como objeto agradable, dar placer de manera gratuita.
Michel Houellebecq

Estoy de acuerdo con Houellebecq en los síntomas, pero no en el diagnóstico. Es evidente que el sexo y la relación de pareja se viven de muy distinta manera en Oriente y Occidente. Por los escasos viajes hechos al sudeste asiático, las pocas parejas racialmente mixtas tratadas, lo leído y lo visto en los medios, parece claro que, en Oriente, el sexo se disfruta desde hace generaciones sin tabúes ni traumas; es algo tan natural y epicúreo como el comer. En Occidente, sin embargo, la sociedad lo ha convertido en algo complicado y casi enfermizo. Las mujeres, una vez superado el período hormonal y habiendo logrado satisfacer el segundo instinto más poderoso -la perduración de la especie a través de la reproducción y la implicación del macho en el mantenimiento de las crías-, sólo superado por el de supervivencia, pierden a velocidad de vértigo el apetito sexual hacia su pareja, convirtiendo las relaciones conyugales en algo que se concede sólo a regañadientes, como recompensa por algún mérito extraordinario del macho, o como medio de refuerzo para la consecución de algún capricho propio. Se suele pensar que es algo cultural. Mi opinión es que su origen está en la raza caucásica. Si nos remitimos a la historia, las relaciones sexuales y por ende, las relaciones de pareja, se dan de una manera más franca y natural en las demás razas. En América, nuestros mal llamados descubridores, se dieron de bruces con unas mujeres mucho más cálidas y próximas a las orientales que a las occidentales. Incluso hoy en día, salvo en los países donde hubo más exterminio que mestizaje, la sexualidad se sigue viviendo de una manera más recíproca. El sexo no es una herramienta de coacción y poder, sino una mera fuente de placer y bienestar. Igual ocurrió a los británicos en Oceanía y en África. Es decir, de cinco continentes, sólo en uno originariamente las mujeres tenían una actitud contra-natura, aunque poco a poco se ha ido extendiendo por el mundo. Hay quien supone que el motivo es religioso. El cristianismo, en todas sus versiones -los luteranos y demás tampoco fueron más allá en este aspecto- vinculó el sexo y, por ende a la mujer, al pecado, al demonio y a la condenación eterna, lo que no es baladí. Sin embargo, paradójicamente, los adalides de la nueva religión fueron en muchos casos mujeres, como Elena, la madre del emperador Constantino, quien logró de su hijo la libertad de los cristianos y, como primera arqueóloga de la historia, encontró la verdadera cruz en Jerusalén. El tándem mujer-pecado no aparece en los evangelios. Mi hipótesis es otra: la evolución. Desde Darwin, es teoría indubitada que el hombre ha logrado el dominio de las demás especies a través de la evolución, y ésta se ha producido a través de pequeñas mutaciones que han ido seleccionando al más apto. Pues bien, es la temeraria opinión de El Golem que, entre el tres mil y el cinco mil antes de Cristo, hubo una mutación en el área del Mediterráneo. Una mutación que, de algún modo, afectó de modo singular a las mujeres y que, básicamente, se traduce en una palabra: "Más". La mujer occidental quiere "Más", frente al hombre que sólo pretende gozar de una vida indolente y sin sobresaltos. Fruto de ese "Más", se desarrolló un nuevo instinto que, generación tras generación, ha ido perfeccionando el modo de complacerlo. Se hace más lista para manipular, logrando que los machos que la rodean luchen, conquisten, asesinen para proporcionarle lo que ella necesita: "Más". E indubitablemente, una de sus armas más poderosas es el sexo. Y con las armas no se juega. Podría ser la comida o la bebida, pero ni siquiera la mujer puede sobrevivir sin ellas más de una semana. Sin embargo, se puede vivir sin sexo. -¿Quién no conoce a un@ virgen?-. Por ello, Occidente se lanza sobre todo el mundo conocido a conquistar y exterminar. La mutación no tiene elección: preponderar o sucumbir, y sus características la hacen preponderar. Se podrá argumentar que ha habido largos períodos en Occidente en que las mujeres han sido relegadas y poco menos que humilladas, como ocurre ahora en el Islam. Al respecto, es mi opinión que, también en el lado masculino se produjo una mutación como reacción y que pareció estar a punto de ganar la guerra, pero sólo logró vencer en la batalla. La cita "detrás de un gran hombre hay una gran mujer" da una pista bien clara. Mientras lo ha necesitado, la mutación femenina se ha ocultado, pero sin dejar de manejar los hilos desde la sombra. Pienso que las guerras mundiales han sido el punto de inflexión que marca su victoria final. La cuestión es que la propia preponderancia del "Más" las está llevando tan lejos que no cabe duda de que, o bien el hombre será exterminado, o se producirá una nueva mutación en el gen XY para su supervivencia. La partida promete ser muy interesante.