LUKE nº 84

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Opinión

"Frío, frío; caliente, caliente"

Angela Mallén

zapatos

Felisa, cariño, te comunico que me he mudado a otra vivienda. Desde mayo estoy en el séptimo de un edificio horroroso de ladrillo caravista. El piso tiene dos habitaciones, las dos exteriores, y salón comedor; un baño alicatado con azulejos a flores y su cocina completa con armariada de formica.

El bloque queda lejísimos de las zonas residenciales y de las urbanizaciones de adosados. Creció como una seta en un barrio periférico entre casitas construídas en los sesenta para los obreros del sector fabril. Carecemos de piscina en terraza que dé al sur y también de zona ajardinada interior. Por la tarde nos llegan los malos olores del polígono industrial en expansión, al que se accede por los barrizales.

Pero tengo un balcón con vistas al norte. Yo le digo mi palco. Da a una plazoleta sin fuente ni apenas mobiliario urbano, donde habilitaron un miniparque con media docena de naranjitos atacados por el pulgón y dos papeleras que ya han sido desfondadas. Allí hacen surfing los chavalones en camiseta, deslizándose sobre los desniveles de los bordillos con las tablas de embalaje que desechan en el súper.

Por el deslunado de la cocina escucho a mediodía las coplas que interpretan mis vecinas al son de los sofritos. Y al atardecer canta un emigrante de la Europa del este con voz de barítono cosaco. Todas las voces del barrio están regidas por los cócteles hormonales, los ciclos sentimentales y los flujos migratorios. La plaza es un mix del rap de los jóvenes, los gorgoritos de los pequeñajos y la opereta de las madres. Las tragedias que se confían mis vecinos entre ellos no se parecen a los dramas de los barrios altos, y con las risotadas que pegan me entra a mí la risa floja.

La vida en mi bloque es una partitura que va pasando de boca en boca, corre por los callejones que parecen sin salida, por las vías de circunvalación, entra por los ojillos verdes de las persianas, por los oídos finos de los tabiques, hace que le gruñan las tripas a las cañerías. Este bloque tiene música top-manta y por las noches es una caja de resonancia made in Taiwan.

Por mucho que crezca el nuevo siglo o reinen dinastías de clusters a lo largo de eras cibernéticas, latirá la vida clásica en los bloques como el mío, donde cabe en vertical una kashba entera, una calleja de Varsovia, unas cuantas favelas y un pueblo de esos que en los cincuenta todavía eran apaisados.

No hace falta que te diga que mi nuevo hogar no es un sueño hecho realidad. Es un lugar donde los sueños se hacen realistas. Aquí no hay lujo ni confort, lo que hay es mucha pasión. En invierno es un sitio frío frío; y en verano, caliente caliente. Eso es porque está expuesto a las vientos y a la solana, y porque fue construido con un material más barato y ligero que las plumas de los pájaros vagabundos.

Si vienes a visitarme, Felisa, corazón, yo encantada. Pero que sepas que esto no es el ático con vistas al Retiro por el que me estaba matando para encontrar mi sitio en un mundo hecho de vanidades. Ya te digo, estoy en el culo del mundo. Aunque aquí todo puede cambiar.

Tu amiga que te quiere,

Sara