LUKE nº 84

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Opinión

Ecologismo, población y riqueza: una hipótesis del Ars Futura

El Golem

Hercules

Poco a poco, los ecologistas bienintencionados -no confundir con los que, espurios, esconden unas siglas políticas bajo la alfombra- han ido convenciendo a la sociedad desarrollada de las nefastas consecuencias que está provocando el consumo masivo de recursos del planeta. Las puntas de lanza: la destrucción de hábitats con sus moradores y el calentamiento global. Una década después de que lo hicieran nuestros sabios vecinos del norte de Europa, comenzamos a llenar nuestras cada vez más minúsculas viviendas con cubos de reciclaje para plásticos, vidrios, materia orgánica o papel. No sube los ánimos saber que la mayoría acaban mezclados en las incineradoras y basureros, en franca burla a nosotras, despreciadas ciudadanas de a pie. Esto indica bien a las claras que los políticos, a pesar de sus falsarios discursos, aún se desentienden del tema. No hablemos del mar, esquilmado por los pescadores y sus destructivas ¿artes? de pesca: dinamita, volanta (y su captura y muerte accidental de grandes peces) y arrastre de fondo. Al menos en esto, los españoles seguimos siendo los mejores. Amigas, idos despidiendo del cabracho, la anchoa y la merluza, como ya hicisteis con el caviar, la angula y la langosta. Con estas perspectivas ambientales, ¿qué podemos esperar del arte del futuro? Poco, y circunscrito al Ars Povera. Más vale que nos vayamos educando el gusto a la miseria. Actualmente, el protocolo de Kyoto pretende reducir en un 5% las emisiones de los seis gases de efecto invernadero de origen humano, en base a las medidas de 1990. Y eso antes del 2.013. España, desde su firma, ha incrementado las suyas en un 53%, según Greenpeace. Gracioso, ¿no? La cosa va bien.

Examinemos unos pocos guarismos. La población mundial tiene una renta media (base 2.000) de 5.089$ y cuenta con 5.423 millones de habitantes. En España la renta era en ese momento de 16.148$. La realidad es que China y la India (25% del total de almas, por citar sólo dos ejemplos evidentes) han decidido que van a vivir tan "cómodos" como nosotros. Último dato: el techo sostenible de la humanidad, estimado en 10.500 millones, se alcanzará en el año 2.110. Hagamos ahora unas optimistas previsiones: en los próximos 100 años, el desarrollo tecnológico conseguirá que nuestro consumo medio de materia planetaria sea la mitad que hoy para producir lo mismo, y que la justicia, impuesta por las potencias emergentes, iguale la renta mundial. Estas hipótesis poco pesimistas, nos permiten el siguiente corolario matemático:

5.089$ * 2 *5.423/10.500 = 5.257$ de renta para todos

¿Qué quiere decir este estrambótico juego de dígitos? En palabras llanas: de aquí a 100 años viviremos con la tercera parte de lo que tenemos ahora. Hazte la pregunta clave: ¿Cómo viviría yo con la tercera parte de mis ingresos? Horrible, ¿verdad? Adiós al coche, al aire acondicionado, a la tercera parte de superficie de casa, a las cenas, a los viajes... ¿Y dónde quedarán entonces la pintura, la literatura o la música? ¿Se podrá vivir del arte? Lo dudo. Es casi imposible con los 16.148$ actuales. Eso sí, tendremos más tiempo libre para crear, aunque habrá muy poca posibilidad de vender. Así que, como ya os anticipaba en el artículo de noviembre: ¡Preparémonos para la revolución! Será tan fácil crear con los medios técnicos que nuestras propias obras completas no dejarán sitio en las paredes de nuestra casa de 30 metros -en caso de familias bi-parentales con hijo/a- para la obra artística de ningún otro. ¿Pesimista? Cabe otra posibilidad. Elegid al gusto. Puede que nuestros expoliadores gobiernos del primer mundo opten por barrer los continentes de ciudadanos escoria-lumpen, dejando un millón de elegidos que puedan volver a gozar del planeta y del arte... por poco tiempo. El cálculo, duplicando la población al ritmo de 1973 -cada 35 años, lo que es optimista teniendo en cuenta la mejora tecnológica-, tendrán 490 años por delante hasta la próxima hecatombe. Si dejaran España entera, nos bastarían 280 años, aunque dada nuestra pericia nacional para lo cainita, seguro que una guerra civil ahorraría esos nuevos esfuerzos a la diosa Gea, la de anchos pechos.