MUSICA : "El bolero del Alzheimer" inés matute

Cuando se escucha el Bolero de Ravel no caben medias tintas: o se aborrece o se adora. Para algunos, entre los que me encuentro, se trata de una pieza hipnotizante, para otros, la cosa es un tostón insufrible. Existe la anécdota de que el día del estreno, se escuchó el siguiente grito femenino: “¡Detengan a ese loco!” ¿Por qué razón la exaltada dama creyó reconocer en aquellos compases la obra de un maníaco? La partitura del bolero se desarrolla sobre dos temas musicales que se repiten 18 veces variando la orquestación en cada una de ellas. ¿Se trata de una excentricidad más del autor o de la típica repetición de gestos y palabras apreciables en un enfermo de Alzheimer? Las dos últimas creaciones de Ravel, el Bolero y el Concierto para piano para la mano izquierda, compuesto en 1930, carecen de una melodía desarrollada y se caracterizan por la repetición rítmica de una estrofa. Este toque de originalidad las hace enormemente distintas de toda la producción anterior. Existe la teoría de que la repetición del tema musical del Bolero es un claro síntoma de perseveración similar a la repetición de una palabra sonido o acción como respuesta a un estímulo, algo característico de los enfermos que sufren enfermedades degenerativas del cerebro. La edad de Ravel cuando compuso el Bolero y sus conocidas destrezas sociales parecen, en principio, contradecir esta teoría. El 8 de octubre de 1932 tras sufrir un accidente de coche, los primeros síntomas hacen su aparición: Ravel ya no es capaz de escribir su nombre y cada vez habla con más dificultad. Según el neurólogo Francois Boller del Centro de Investigación Paul Broca de Paris, Ravel padecía dos alteraciones, una degeneración corticobasal que le producía la ataxia a la vez que una degeneración en el centro del lenguaje inductora de una afasia progresiva. El avance de estos dos males llegaron a impedirle tocar el piano y escribir las partituras, de modo que al final de sus días, Ravel no podía expresar su música pero sí componerla mentalmente. Recordaremos ahora el caso de Beethoven, quien, debido a su sordera, podía escribir partituras pero no oirlas. Siguiendo con nuestra historia, el 17 de diciembre de 1937 Ravel es intervenido por el neurocirujano Clovis Vincent con el objetivo de extirpar el supuesto tumor que fuera la causa de los síntomas que desde hacía tiempo venía padeciendo, pero, al abrir, se encontró con un cerebro de aspecto normal pero con el hemisferio izquierdo atrofiado. Tras la operación, Ravel entró en un coma del cual no se recuperó, muriendo la madrugada del 28 de diciembre, día de los inocentes, a la edad de 62 años. Así que ya lo sabes, compañero: si como yo no puedes evitar sumirte en el éxtasis cada vez que escuchas el Bolero de Ravel, háztelo mirar. Lo mismo acabas con una libretita colgada al cuello.



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