OPINION: Con el tiempo en brazos - "La tentación vive" ana marquez

A Pedro

La noche escribía epitafios con tinta de neón sobre las aceras transpirantes de agosto. Pero a ella poco le importaban la noche y sus desvaríos lumínicos. Ella sólo tenía a bien exhibir su sonrisa marca Dazzledent y fingir que doblegaba el mal carácter de su vestido mientras la Calle 42, almidonada de hormigón y calinas sofocantes, suspiraba por las bondades del otoño.

Y el metro de Nueva York estornudó un vuelo de lino blanco que, después, el celuloide depositaría con sumo cuidado sobre el ara de la Eternidad. Bastó poco más para que Marilyn Monroe despachara a la muerte real –la muerte que es cifra del olvido- con un mohín de carmín sanguíneo, con un guiño de pestañas e ingenuidad postizas, con unos ojos de tristeza acuática donde el desencanto se hizo iris. Wilder y Warhol se ocuparon del resto.

La tentación vive arriba. Aletea siempre a dos palmos por encima de nuestra razón, adoptando el perfil afilado del deseo como un mal que se alimentara de desafíos. Y agosto le ríe la gracia. En la trepidante Nueva York de los cincuenta o en las sobresaturadas playas de la nueva centuria, basta que el verano enseñe los dientes para que la fantasía más tórrida pugne por volverse realidad, tentación, pesadilla o, en su defecto, cine.

Con suerte el otoño inoculará en nuestras venas el antídoto contra ciertos venenos estivales, como inocula en las ramas del cerezo el antídoto contra la vigilia. O eso esperamos.

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Ilustración: Ana Márquez


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