OTROS - Cine: Sueños en la caverna - "Cine de verano" alex oviedo

Lo que son las cosas. El verano se acaba y uno tiene la sensación de haberse dejado llevar por las corrientes que marcaba la cartelera sin encontrar más de un filme que me mantuviera realmente pegado al asiento. Comenzaba el curso estival con esa “Guerra de los mundos” en versión de Spielberg y para lucimiento de un Tom Cruise. Pero no nos engañemos, esta guerra entre especies tenía menos pólvora de la que ofrecía, había cosas de ella que sonaban a películas pasadas, incluso esos errores tan propios del Hollywood actual: mostrar a los alienígenas como si este hecho en sí mismo fuera a provocar miedo. Ya no hay suspense, se ha dejado a un lado la sugerencia para enseñarnos los trucos. Y para qué negarlo, ni Spielberg es Orson Welles ni “La guerra de los mundos” tiene el impacto que podía haber provocado en los años treinta. Hay ya demasiadas películas parecidas.

El cine americano actual, —lo hemos ido repitiendo desde hace tiempo—, se complace en presentarnos guiones marcados por las explosiones, el vértigo o el más difícil todavía. Los argumentos se desarrollan como clones extraídos de una máquina. Las escenas se repiten, los coches vuelan sorteando grandes bolas de fuego, las peleas cobran protagonismo en forma de alegres y acrobáticas piruetas. Tal vez por ello, una película como “La isla”, de Michael Bay, acaba pareciéndose a otras filmadas por el propio director. Hay secuencias que podrían haber sido extraídas de “La roca” o “Armageddon”, el ritmo se hace frenético y lo que podía haber sido una película de intriga se transforma de improviso en una típico film de acción.

Algo similar ocurre con “Señor y señora Smith”, una cinta que juega con el humor y la sutil acción pero que se queda a medio camino. Podía haber sido una película sobre el desconocimiento de la convivencia (al estilo de “La guerra de los Rose”). Pero se diluye cuando el protagonismo lo adquieren los tiros y la sofisticación de las armas. Y ni la elegancia de Angelina Jolie y Brad Pitt nos salvan del desconcierto.

Tim Burton es uno de esos pocos directores a los que se le reconoce su particular mundo interior. En “Charlie y la fábrica de chocolate” vuelve a jugar con la fábula colorista de relaciones familiares. Una película de humor ácido con moraleja destinada a los más pequeños pero que sólo los mayores podemos saborear en su justa medida. El sueño de un niño convertido en realidad, o como convertirse en adulto sin perder la inocencia.

Decía hace poco que el cine estaba recogiendo argumentos procedentes del cómic, tanto en sus historias sobre superhéores como en alguno de sus conceptos estéticos. La última propuesta de Robert Rodríguez se llama “Sin City” y no tardará en convertirse en un filme de culto. Quienes hemos disfrutado con los personajes atormentados de Frank Miller encontramos en esta ciudad del pecado cinematográfica la perfecta reconstrucción de sus viñetas. Puede que el hecho de que Miller haya contribuido a la dirección tenga algo que ver. Pero, sin duda, “Sin City” es una película estéticamente perfecta, un cómic hecho cine.








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