OPINION: Con el tiempo en brazos - "La luz provisional" ana marquez

Para esto hemos venido. Con todo
lo otro, que era luz provisional
”.
J.R. Jiménez

Cuando yo tenía ocho años le regateaba horas al otoño. Creía que el viento sabía rezar y hacer genuflexiones ante algún dios-elfo indolente y escurridizo que ocultaba su guarida vegetal en los bosques amarillos que no me rodeaban. Cuando yo tenía ocho años creía que los abedules soportaban un superávit cíclico de hojas que, por octubre, los volvía dadivosos con las aceras, los bancos y los paraguas. Creía también que el sol se volvía tacaño en los meses finales y se desnucaba de pura rabia avariciosa contra aquellas últimas calles que apuntaban al invierno.

Cuando yo tenía ocho años, simplemente, creía.

A octubre le huele el aliento. Me impregna las tardes de un tufo añejo a goma Milán, lápices viejos de madera mordisqueada hasta lo inaudito, libros de texto olvidados y sacapuntas que no hacían honor a su nombre. Un olor que, a mi pesar, me cosquillea la memoria con un peguntoso deje de ternura, mientras la luz provisional de la estación juega a sobrevivirse.

Aún en este otoño lisiado por el vicio genocida del agua y la ineficacia administrativa de los amos del terruño, acudo otra vez a ciertos recuerdos y les insto a ejercer su oficio redentor. No es mal refugio el ayer.

Al menos mientras haya luz, provisional o no, o hasta que algún dios-elfo, indolente y escurridizo, dé señales de vida.

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Ilustración: Ana Márquez


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