LITERATURA : "Entrevista a: José Antonio Artiñano, editor de Verbigracia" inés matute

Con tu permiso, entraremos en materia sin rodeos: ¿Cómo nace la Editorial Verbigracia?¿Cuáles son sus objetivos? ¿Qué formación tienen sus creadores?

Verbigracia no es en absoluto una editorial al uso tradicional. Tenemos por objetivos publicar obras de la mejor calidad que representen nuevos o infrarepresentados puntos de vista, difundir el pensamiento vasco en el mundo y lanzar un concepto peer-to-peer de producción literaria en el que autores y lectores interactúen en la creación de las obras. Verbigracia nació en Bilbao de la mano de Santiago Pisonero y de la mía propia en el año 2002. En la actualidad, la dirección empresarial de Verbigracia es responsabilidad mía. He estudiado literatura comparada y filosofía en Saint Louis University, sociología en la Universidad de Deusto, economía en Columbia University y derecho en Harvard University. También he trabajado en el Programa de la Naciones Unidas Para el Desarrollo, en la consultoría Booz·Allen & Hamilton, en el bufete internacional de abogados Jones Day y en el grupo editorial Random House, donde estuve encargado de la estrategia de Internet del grupo en USA.

Me gustaría que hicieras un balance de vuestra trayectoria hasta la fecha y también que nos comentases futuras metas. Perdona el atrevimiento, pero, ¿sois una de esas editoriales especializadas en publicar a los amiguetes?

Nuestra labor en el mercado español se ha limitado a experimentar y a asentar nuestro modelo empresarial. Sin duda, la labor más trascendente desempeñada hasta la fecha ha consistido en asentar las bases para expandir nuestra presencia a los mercados norteamericano y asiático, que son los mayores del mundo y uno de nuestros principales objetivos empresariales. Irónicamente, desde nuestros inicios hemos contado con numerosos contactos en círculos de autores norteamericanos, latinoamericanos y asiáticos; contactos notablemente más importantes de los que aún ahora disponemos entre los autores de nuestra propia tierra. En diciembre de este mismo año comenzaremos nuestra expansión en los Estados Unidos con la comercialización de nuestra primera novela en Florida, “El plan Hatuey”, para la cual anticipamos una gran repercusión mediática en los USA. También este otoño daremos inicio a la publicación de autores extranjeros en España con el autor venezolano Eduardo Mariño.

En otro nivel, nuestra intención es la de desarrollar una relación de cooperación con todos nuestros autores. Por ello, podría decirse que somos una editorial que aspira a convertir en amiguete a cada autor que publicamos. Nuestro concepto de publicar literatura mediante un modelo peer-to-peer nos obliga a ello: o somos amiguetes de nuestros autores o el modelo, simplemente, no funciona.

Hasta la fecha, en Verbigracia no hay ninguna autora publicada. ¿Por qué? ¿Qué temas o tratamientos literarios os interesan?

En Verbigracia estamos abiertos a publicar obras de todo género y carácter. Buscamos editar obras de gran calidad literaria, que no se agoten en una primera lectura, y que bien aporten un punto de vista original en su manejo de la realidad cotidiana o bien exploren la lógica que gobierna una realidad desconocida al lector. En la actualidad sólo publicamos obras narrativas dentro de nuestra colección “perspectivas”, pero planeamos comenzar a publicar en breve ensayos y obras académicas de historia, antropología, lingüística y otros campos de las humanidades y ciencias sociales. Nuestro objetivo es contribuir a ampliar la diversidad cultural de la sociedad moderna editando obras que reflejen puntos de vista innovadores o minoritarios que sean de la calidad necesaria para perdurar en el tiempo y se conviertan en obras de referencia universal. El caso de la cultura vasca y de la producción literaria femenina, son ejemplos perfectos del tipo de puntos de vista minoritarios que deseamos contribuir a difundir desde Verbigracia. ¿Acaso es Bernardo Atxaga el único autor vasco de calidad universal? ¿O es Toti Martínez de Lezea la única mujer del País Vasco capaz de plasmar en su obra la riqueza de su mundo interior? La respuesta a ambas preguntas es obvia. Sin embargo, la realidad del día a día es que el número de escritores vascos reconocidos en el extranjero es ínfimo y que el número de manuscritos de mujeres que recibimos en Verbigracia es prácticamente nulo. Mientras tanto, el número de películas americanas de gran presupuesto y escaso mérito que se pasean por las salas de cine de todo el mundo es sólo superado por el número de ejemplares de papel impreso y encuadernado firmados por famosos que anidan en los escaparates de nuestras librerías. En Verbigracia creemos que existe un publico lector para libros de calidad, sin importar el género del que se trate, pero los editores hemos de saber alzarnos por encima de la lógica del beneficio económico a corto plazo impuesto por las modas y crear las condiciones para que otros Bernardos y otras Totis sean capaces de encontrar su público potencial.

¿Qué opinas del panorama editorial vasco? ¿Es remotamente comparable al modelo catalán?

Carezco de una estrecha familiaridad con los panoramas editoriales vasco, catalán y español, pero creo que, de seguir circunscrita a su ámbito tradicional, la cultura vasca camina hacia su propio fin. En Verbigracia apostamos por abrirnos a los grandes mercados mundiales y es en esa labor en la que estamos centrados. La cultura vasca, si ha de sobrevivir, no puede limitarse al público del País Vasco, ni a subsistir de ayudas públicas; todo lo contrario, ha de abrirse al mundo entero. Es un tópico común el denunciar que la cultura vasca está en crisis. Pero no es la cultura vasca la que está en crisis sino la actual estructura de la industria mediática del País Vasco, que es la responsable de hacer llegar nuestra cultura a su público potencial. Al contrario que la cultura vasca, de origen no indoeuropeo, la cultura irlandesa, de raíces indoeuropeas, prácticamente ha perdido ya su habla. Sin embargo, la peculiar mentalidad céltica de los irlandeses, minoritaria frente a la de la cultura anglosajona que la colonizó y que ha acabado por sustituir a su lengua, ha logrado cautivar la imaginación de los públicos angloparlantes y del resto del mundo. Una prueba de ello es que, hoy día, Irlanda posee el mayor número de premios Nobel de literatura per cápita del planeta. Las mentalidades minoritarias tienen cabida en el actual sistema mundial de corte anglosajón por el simple hecho de que la cultura de la que en verdad se nutren las personas no proviene de la televisión o del rock and roll. Lo mismo que las drogas o los videojuegos estas no son sino dos modernas formas de evasión al alcance de la gente para escapar de su realidad, bien sea porque se enfrenten a circunstancias realmente estresantes o bien porque su entorno no es capaz de ofrecerles la riqueza de estímulos que las personas necesitamos para nutrir nuestra mente. De forma invariable, las culturas que, como la francesa o la anglosajona, llegan a convertirse en hegemónicas, se enfrentan al problema de que su inevitablemente finito bagaje cultural es incapaz de satisfacer las necesidades psíquicas del creciente número de personas que pasan a operar bajo su esfera de acción. Es por ello que las culturas minoritarias como la vasca o la irlandesa están llamadas a cumplir una función fundamental y pueden encontrar un público universal mas allá de sus fronteras culturales. Dicho de otra forma, a pesar de la creciente integración político-económica del sistema mundial, o precisamente debido a ello, la humanidad necesita gestionar su bio-diversidad cultural para evitar la progresiva aculturicación de las minorías y alienación de los individuos si hemos de asegurar la viabilidad de un proyecto global humano.

Así las cosas, ¿Es un reto ser editor en euskadi? ¿Hay algo que caracterice al lector vasco?

Tradicionalmente se ha identificado al editor vasco con un editor ubicado en el País Vasco y dedicado a atender a un público lector vasco. Ciertamente el estereotipo está basado en una casi perfecta correlación con la realidad. Pero de la misma forma que es erróneo examinar la labor de un editor neoyorquino en función de su acepción por “su” público de Nueva York, creemos que es una limitación innecesaria el restringir la labor del editor vasco al público vasco, al igual que lo es el suponer que si una obra de temática vasca o de un autor vasco no es capaz de encontrar su publico en el País Vasco, no lo va a encontrar fuera del País Vasco. Los lectores que habitamos en el País Vasco no somos necesariamente el público más interesado en el potencial de la cultura vasca o los más capacitados para apreciarla en su justa medida. Es característica común de los humanos el dar por supuesto e infravalorar lo cotidiano. Por eso nos sorprendimos todos los bilbaínos cuando vimos a los primeros turistas japoneses que llegaron al nuevo Bilbao del Guggenheim fotografiando nuestro Casco Viejo o nuestros edificios públicos. Los vascos vivimos rodeados de nuestra cultura y no somos capaces de apreciar lo que esta tiene de realmente excepcional. Antes bien, lo excepcional se tiende a percibir como provinciano, inculto o incivilizado. Así desaparecen nuestras costumbres y nuestras tradiciones, al tiempo que nos vamos integrado en Europa. De ahí la necesidad de obtener una nueva perspectiva de nuestra propia realidad; tanto para nuestro propio consumo interno como para su exportación.

Visitando la web, queda claro vuestro interés por el feed back que obtenéis de los lectores a través de la red. Desde aquí os damos la enhorabuena por haber sabido encarnar la figura del “proveedor literario- colega”: a botepronto, no se me ocurre mejor interlocutor.

Internet es un medio y una tecnología revolucionaria que a medio o largo plazo va a reformular por completo la industria editorial como ya va camino de hacerlo con la industria discográfica. Básicamente, es solo cuestión de tiempo el que los libros impresos en papel dejen de ser el principal medio de hacer llegar al público las novelas y demás materiales impresos que estamos acostumbrados a leer. El proceso puede tardar cinco o veinticinco años, pero no cabe duda de que la primera generación del siglo XXI conocerá la transformación de las librerías modernas a librerías de antiguo. Existen varias tecnologías que son candidatas a sustituir al papel impreso encuadernado, pero sólo el tiempo puede decir cuál o, lo más probable, cuáles de ellas se impondrán como el estándar de facto. Nadie es capaz de predecir con precisión en qué desembocará esta revolución; pero de lo que no cabe duda es que la inmensa mayoría de las editoriales dejarán de cumplir su labor de intermediación entre los autores y el público. Los mayores grupos multimedia del mundo, como Bertelsmann, Vivendi o Sony, ya han tomado cuenta de ello y están presionando a los gobiernos de la Unión Europea y de USA para que adopten medidas legales contra la “piratería en masa” que estos prevén que se va a desencadenar con la digitalización de sus contenidos escritos. Sin embargo, el intentar reproducir por medios legales las limitaciones a la reproducción que son inherentes a los medios analógicos es una apuesta necesariamente perdedora a la larga, y aquí podemos estar hablando de cinco años a un par de siglos, por el mero hecho de que reducir el potencial de la tecnología a las expectativas de los modelos empresariales siempre será intrínsecamente menos eficiente y, por tanto, más caro que el ajustar las expectativas empresariales a las posibilidades máximas de la tecnología. En este sentido, dudo que los lectores de hoy día estén en posición de informar a los editoriales de los cambios que estas últimos han de implementar para responder a los cambios que se avecinan, pero creo que a largo plazo veremos la sustitución del actual modelo empresarial de edición consistente en la manufactura de bienes de consumo acabados por un modelo empresarial de oferta de servicios en el que el feed-back y la demanda de los lectores marcará por completo el proceso “productivo” de las nuevas editoriales.

Y hablando de nuevas tecnologías, el audiolibro que viene, ¿cómo lo veis?

La humanidad ha venido experimentando la literatura como un proceso de lectura o interpretación de símbolos gráficos que cada persona realiza a su ritmo, con hábitos de lectura adquiridos y desarrollados a lo largo de la vida, tales como el uso de tantas pausas como resulten necesarias para facilitar una óptima interpretación del texto. Desconozco las especificaciones técnicas del audiolibro, pero no creo que la experiencia de oír un texto, sin la interactividad inherente al acto de leer, sea capaz de reproducir la experiencia de la lectura. Todo esto no obsta para que el audiolibro o cualquiera de las nuevas tecnologías en ciernes no encuentren un muy rentable uso marginal o lleguen incluso a suponer un rotundo éxito comercial. Cuando ello ocurra, porque ha de ocurrir, Verbigracia y el resto de la industria editorial adoptarán las tecnologías emergentes. Sin embargo, como acabo de comentar, el verdadero reto para la industria editorial provendrá de la inevitable evolución del sistema de propiedad intelectual de la mano de la tecnología más revolucionaria y disruptiva de todas, la propia Internet, y que desembocará en la búsqueda del modelo empresarial que mejor sea capaz de operar bajo dicho régimen.

Finalmente, ¿qué tipo de manuscritos soléis recibir?

Los manuscritos recibidos que mejor encajan en nuestra línea editorial ya forman parte de nuestro fondo editorial. Como no podemos ejercer ningún control sobre los manuscritos que llevamos recibidos hasta la fecha, déjame que te diga el tipo de manuscritos que nos gustaría recibir. Queremos recibir más obras de temática vasca y de otras culturas minoritarias, tanto nacionales como internacionales, queremos obras de mujeres, obras de autores extranjeros retratando la vida en nuestra tierra, obras de autores autóctonos retratando vivencias reales o ficticias en el extranjero, obras académicas, obras que retraten de forma extraordinaria el día a día… las combinaciones posibles son tantas como el número de perspectivas posibles sobre una determinada parcela de la realidad o de la ficción: infinitas. Aceptamos manuscritos escritos en vasco, español, inglés y francés. Y, eso sí, siempre precisamos calidad en la expresión del contenido de la obra. Estadísticamente hablando, lo más probable siempre es que no podamos publicar un manuscrito dado, pero leemos y consideramos con la misma pasión y atención todos los manuscritos que nos son remitidos. Y siempre guardamos la referencia de los autores y los manuscritos que nos gustan pero no podemos publicar por no encajar en nuestra línea editorial en el momento de recibirlos.


J.A. Artiñano
www.verbigracia.net


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