LITERATURA: Luna del Este - "Cuando Europa era un sueño" javier martín ríos

Hoy la ciudad está desierta. Ha llegado el Año Nuevo Lunar y Shanghai se ha quedado en silencio bajo la lluvia. Estamos en el mes de febrero y el frío reina autoritario sobre las calles. La gente aprovecha estos días de fiesta para estar en casa con la familia y los amigos más cercanos. Anoche los petardos sonaron fuertemente de norte a sur, de oeste a este, y la alegría y los brindis se fundieron al unísono hasta bien entrada la madrugada.

Hoy era un día perfecto para pasear. Esta mañana el paseante, resguardado de la fina lluvia bajo un paraguas negro, se ha dejado llevar al libro albedrío por las calles desoladas de Shanghai y sus pasos han dado a parar en un barrio que recuerda a aquella Europa de entreguerras que vivió su momento de esplendor durante los años veinte y treinta del siglo pasado, cuando esa parte de la ciudad era una Concesión de Francia en tierras chinas. Aún la arquitectura de las casas conserva la pátina de aquella época en la que las calles de Shanghai tenían nombres franceses y a la gente le gustaba vestir según la moda de París. Entonces ese trozo de Shanghai era como un pequeño Barrio Latino, con sus cafés, sus restaurantes, sus almacenes, sus fábricas, su liceo, su sede de gobierno y, a la caída de la noche, sus lupanares de bellas mujeres envueltas en la niebla del opio y la lujuria. Era la época de las grandes salas de fiestas, de las estrellas del cine mudo, de la música del charleston y de los amores furtivos en hoteles ocultos en tristes callejones.

Aquellos años también fueron tiempos convulsos en la Historia de China. Fueron tiempos de manifiestos y revoluciones, de sindicatos obreros y mafias asesinas, de huelgas y corrupciones, de grandes capitales e infinitas miserias. En Shanghai, en los años veinte y treinta, se libraban intensas batallas ideológicas en oscuras habitaciones. A menudo las pistolas sonaban a medianoche y los cadáveres, con las primeras luces del alba, aparecían flotando en las riberas del río Huangpu con el corazón partido por una bala anónima.

Cuando esta mañana caminaba sin rumbo por las calles desoladas de Shanghai, el paseante ha soñado despierto, bajo el son de la lluvia, con aquella ciudad que un día gustaba vestir según la moda de París, mientras a lo lejos, en el puerto, los barcos partían hacia Europa dejando una estela de sueños azules sobre las olas del mar.




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