OPINION : "El Principe y la Mendiga" inés matute

“London Britons were either largely supportive of, or strongly opposed to Prince Charles marrying his longtime partner Camilla Parker Bowles - depending on which newspaper poll you believe. Most of Britain's daily newspapers published polls on Saturday, gauging public opinion on the Royal engagement announced on Thursday. A poll published in the Daily Mail newspaper found 58 percent of people approved of Prince Charles marrying Camilla, 27 percent didn't approve and 14 percent were undecided. The telephone poll, which surveyed 500 adults on February 10 and 11, also found 58 percent of respondents didn't think Camilla should be called Her Royal Highness “.

Independent On Line

Tras pactar con la Iglesia Anglicana, enviudados o debidamente divorciados y con los niños en edad de protagonizar sus propios escándalos, Carlos y Camila se dan finalmente el sí. Enhorabuena. De todo corazón. Y que coman muchas perdices, maten muchos zorros y se atiborren de lemon pies.

Que conste que a mí Charles siempre me pareció un poco soseras; Excepto cuando se calzaba la faldita y se daba un garbeo por las Highlands - entonces me parecía simplemente decadente- nunca pasó, a mis ojos, de ser un acuarelista esmerado y un compulsivo bebedor de agua caliente. Dándole del todo por perdido, se destapó entonces la peculiar historia del tampón, consistente en la malintencionada difusión de una conversación privada en la que el ardiente príncipe le declaraba a su amada, la omnipresente señora Parker Bowles, un fervor de tal calibre que le impulsaba a cambiar la corona por la remota posibilidad de convertirse en su tampón. Creo que fue entonces cuando el príncipe Charles se humanizó más allá de sus orejas y comenzó a caerme bien. Obviamente, los más remilgados se llevaron las manos a la cabeza, pues no entendían cómo podía cambiarse a una esposa lánguida y bella, bulímica y anglosajonamente elegante, por una meretriz calentorra con cara de jamelgo. ¡Qué poco saben del amor! Los hombres que han amado ardiente y alucinadamente saben que no existe en el mundo nada mejor que convertirse no ya en el tampón, sino en el hilillo del tampón de la dueña de su corazón. Carlos y Camila han sobrevivido a la friolera de 35 años de tórrido amor, uno de esos amores que engordan en proporción directa al número de escollos que han de sortear. Dado que los muchachos no son dos Domínguez cualesquiera, este rollete long play merece cuanto menos un aplauso. Casados por imperativo con gentes por las que nada sentían, obligados a reproducirse sin el aliento del deseo, y con una corona y un pueblo que proyectaban en “la fea amante” su propia fealdad, los muchachos han decidido ponerse el mundo por montera, hacer de su corona un sayo, adueñarse de sus destinos y unirse por el mero placer de destripar colchones legalmente y darle alas a una historia pluscuamperfecta que me obliga a exclamar: ¡Chapeau, Charles, que el amor nos redime a todos!: Lo tuyo no es recochineo del adulterio principesco, es el triunfo de la pasión.



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