OPINION : "Romance apócrifo de la Checa Civil" luis arturo hernández

Era un dieciséis de junio
cuando raptaron a Nin,
con la insignia solapada
-a la que ahora dicen pin-,
en la conquista del pan
-dame pan y dime Nin-,
anticipo del pum, pum
-que remata una Steín-,
por ser tan heterodoxo,
los sicarios de Stalín.
Se lo llevan a una checa
muy cerquita de Madrid,
ante las mismas narices
del doctor don Juan Negrín,
para curarse en salud,
epígonos de Lenín,
tildándolo de trotskista
-del judío Bronsteín-.
Y eso que arrima con ellos
en la gran... Guerra Civil
-Revolución comunista
del Proletariado (sic)
y aun de todo el Komintern-
el segundón de Maurín,
contra el faccioso muy afecto,
dicen, al garrote vil.
Le dan de su medicina
a este líder pequenín
-sin esa española eñe
que es castiza y muy cañí-,
y no son precisamente
las pastillas que hay allí
las que vende pa la tos
el homónimo de Nin,
sino un jarabe de palo
lo que endiñan a Andreu Nin;
difamando al camarada
como cómplice de Pnin
-el profesor chiflado hijo
contrarrevolucionario
de Nabokov, Vladimir-,
que se ha pasado a los nazis
y se ha escapado a Berlín.
Y en lugar de "permanente"
-su Revolución sin fin-
va el barbero y da pa'l pelo
al amigo de Gorkín,
los pelos puestos de punta
-que se han pasado un pelín-
con el purgante palante
depurándolo asín.
Y la verdad científica es que
lo apiolaron en Madrí
-en ca’Hidalgo de Cisneros
-PCE obliga, ¿te da quin?-,
pegándole pim, pam, POUM
-un versolari dixit-,
y dándole matarile,
matarile rile a Nin.
Y hete aquí el fin de la Historia
que dejó de sufrir Nin.
Se acabó y chitón: chissst..., POUM.



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