OPINION : "Dinosaurios en vías de extinción" inés matute

No falla: le veo por la tele y en un pis pas me siento catapultada a lo más profundo de un capítulo de Cuéntame. Confundida por la verborrea y los modales del sujeto, tan pronto soy Inés- peluquera, hippie, actriz o pendeja- como Tony, el porreta respondón de las patillas imposibles. Y es que Fraga, (o Fragagá) es un monstruo prehistórico que sigue en la brecha tan inspirado como cuando rizaba epítetos para el Caudillo y sacaba a pasear su lápiz rojo de censor. Una, que en verano se siente concesiva, ya no sabe si achacar sus derrapes a la demencia senil o si pensar que el pobre hombre es limitado de nacimiento y faltón por convicción. Por lo que se ve Don Manuel la ha tomado con las mujeres, subgénero curvilíneo que constituye una inagotable fuente de chanzas machistas, y así nos dedica, día sí, día también, sus chistecitos de calado previsible: que si nacimos para el paritorio, que si no sabemos con cuántos follamos, que si la cocina es nuestro feudo genético... ¡En fin! Ya se sabe lo aficionados que son los conservadores más recalcitrantes a la guasa verde y a faltar al prójimo llamándole pancartero, talantoso o maricón. Lamentablemente para todos, Chiquito de la Almeja cuenta con un público fiel – la Galicia rural, involucionista y caciquil- y con unos oponentes blandengues dispuestos a reirle las gracias, inspirados tal vez en el recuerdo del bañador de Palomares con el que Fraga demostró al mundo que no había escape letal que afectase al cuero de sus pelotas. Aparentemente, a nadie le molestan sus ocurrencias sexistas (¿las llevará ensayadas de casa, improvisará?) que se toleran como se toleraría un mal chiste sobre el terrorismo, la castidad del Papa o el tamaño de los atributos de ZP. Puede que el político gallego – no diré Presidente, porque los emigrantes le han apeado del cargo- no sepa ya en qué vaso remoja la piñata, pero como buen animal de partido huele la falta de liderazgo y aprovecha para el voto la menor ocasión. Siempre al margen de la realidad (él necesita de la política, pero la política no le necesita a él) Don Manuel casi nos convence de que edad se traduce por experiencia, lloriqueos por sentimiento y mangoneo por saber hacer. Galicia es así: nunca dice ni que sí ni que no, y por eso confirma y desmiente a Fraga en una sola papeleta, en un solo escaño: el que le falta para el último round. Una, ocasional testigo de una campaña bochornosa, tiene la sensación de que en Galicia lo que se vota no es el necesario cambio, ni el empuje ni el carisma. En un país donde lo viejo no vende, en Galicia se vota, a falta de otro mérito, la ancianidad. Menos mal que el cambio finalmente se ha producido, porque con mandatarios como este, a una le entraban ganas de incendiar pazos. O de ponerse a insultar.



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