OPINION: Con el tiempo en brazos - "El tiempo de las mariposas nocturnas" ana marquez

La luna de San Juan tiene cara de muchos amigos. Nunca suelo aspirar a la magia, como hacen otros, esta noche de deseos a la parrilla y pies recalentados en los rescoldos de supersticiones de variado pelaje. Pero no puedo menos que rendir, yo también, mi personal tributo al solsticio que nos viene, entre el fuego y la danza, con el sol por montera.

San Juan inaugura oficialmente el tiempo de las mariposas nocturnas. Un concierto de alas torpes, febriles, domésticas, pondrá, durante tres meses, cierto acento melancólico de estío blando sobre mis libros, mi nariz, la pantalla de mi ordenador, mis cosas, estableciendo su reino volátil y terco entre los pobres mortales “inalados”. Ellas conocen el secreto de lo intangible. Mientras hay luz, hay esperanza, aunque esa luz no pase de los cuarenta vatios. Por eso se alimentan de oscuridad hasta que arriba el calor del que nacen y que les permite florecer en la órbita de ese paraíso absurdo y fugaz –como tantos- de la bombilla.

Pero esta noche la luna tiene cara de muchos amigos y yo, que también vengo de lo oscuro, privaré a las polillas durante unas horas de su gozo. Apagaré la luz para ver. Improvisaré la magia necesaria para mirar sin lagrimeo cómo el horizonte se viste de fiesta, se disfraza de humo y me guiña con sus ojos rojizos, inquietos como hogueras.

Feliz verano.

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Ilustración: Ana Márquez


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