LITERATURA: Luna del Este - "Arde Shanghai" javier martín ríos

Arde Shanghai. Arde Shanghai incrustándose los rayos del sol en el cristal de los rascacielos. Está cayendo la tarde y la ciudad está envuelta en un fulgor de llamas. Es un incendio ficticio reflejado en grandes espejos que flotan en el aire por encima de los cien metros de altura. La tarde va cayendo y el fuego refulge sobre paredes de cristal.

El paseante camina sin rumbo por las anchas avenidas de la ciudad. En Shanghai todo se multiplica por diez mil, los espacios se abren en horizontal y vertical hacia el infinito. Entre la tierra y el cielo hay vasos comunicantes esculpidos con acero y hormigón. El paseante se disipa en la multitud que respira dentro de este paisaje de vidrio y asfalto. Se siente solo en esta naturaleza de líneas rectas fabricada por las máquinas del hombre, pero al mismo tiempo sus ojos no salen del asombro ante los avances de la tecnología. Tras las cimas de los rascacielos va cayendo el sol y algunas nubes vagan a la deriva proyectándose en sus espejos como un documental cinematográfico surgido de un extraño espejismo.

Arde Shanghai. El crepúsculo expande sus alas de sangre por el cielo de la ciudad. Las luces de neón de los escaparates comienzan a iluminar la soledad de los transeúntes. La luna ya se divisa al lado de la antena de un rascacielos y la noche, desde los confines del oeste, se acerca a Shanghai susurrando una triste canción. Cierta calma se respira en las calles y en el rostro de la gente que sale del trabajo. Los últimos rayos del sol se van apagando silenciosamente. En breves minutos la noche apagará con su manto de oscuridad las últimas cenizas que refulgen sobre el cristal de los rascacielos.




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