ARTE : Emergentes "Asi nos va la feria" inés matute

Este año, en lugar de comentar mis impresiones sobre la feria de ARCO – para informarse sobre la feria basta echar un vistazo a los múltiples suplementos culturales que abordan el tema, desde todas las posibles perspectivas, por estas fechas- voy a dar las cifras de lo que cuesta la iniciativa de trasladar, por unos días, el escaparate de tu galería a la feria. Más de uno se llevará las manos a la cabeza, pues raro resulta que la jugada te salga por menos 3 o 4 millones de pesetillas (antigua que es una para esto del dinero, qué le vamos a hacer). Concretando: El metro cuadrado del espacio expositor cuesta 182 euros, y lo mínimo que se puede contratar son 50 metros cuadrados (mínimo, millón y medio de chuchas por un stand raquítico) A esta cantidad hay que añadirle la inserción obligatoria en el catálogo de la feria, que asciende a 1.129 euros, más IVA - ¡qué escándalo!- a los que hay que sumar los gastos de hotel, transportes (empleados, galeristas y mercancías), los de personal (sueldos de los trabajadores: galería, montaje e instalación), el seguro de las obras y la publicidad contratada, siendo éste último apartado uno de los de más peso, pues ya se sabe que en plena era de la comunicación, el que no se anuncia no vende, y el que no aparece en las reseñas, mejor habría hecho quedándose en casa. Lo mínimo es contratar espacio publicitario en 3 o 4 revistas especializadas, y ahí ya se te va otro ojo de la cara. En cuanto al tiempo, hay que calcular que entre montar y desmontar el stand se pierden unos cuantos días, con lo cual habrás de disponer de casi dos semanas para tenerlo todo perfectamente coordinado. Luego cruzas los dedos y rezas para que el gasto y el esfuerzo merezcan la pena, lo cual, traducido al castellano, quiere decir que las críticas sean buenas y las ventas considerables, amén de que no te “vuele” alguna pieza, como ya ha ocurrido en más de una ocasión. Aunque a primera vista pueda parecer que estas cifras desanimarían al más lanzado, lo cierto es que hay tortas por hacerse un huequito en ARCO, y que son muchísimas las solicitudes que deben conformarse con esta respuesta: “Su galería ha sido incluida en la lista de espera. Le mantendremos informado”. En cuanto al tema subvenciones, la cosa oscila mucho de una a otra comunidad autonómica, y mientras Madrid, Canarias o Aragón subvencionan al 100% a sus galeristas, Andalucía lo hace al 80%. País Vasco y Cataluña también se rascan el bolsillo en todo lo concerniente al apoyo cultural en el exterior, aunque no puedo concretar en qué porcentaje. Cierto es que para ellos Madrid pertenece a otro país y que no sería raro que el día menos pensado gestionasen sus ayudas a través de la Cámara de Comercio. Bromas aparte, y continuando con la exposición, en el año 2004, el Consell Balear aportó 12.000 euros de subvención a los galeristas isleños, cantidad casi simbólica habida cuenta los costos individuales que debe asumir cada feriante, habiéndose lavado las manos en el apartado de ayudas el siempre peculiar Govern de les Illes Balears, aunque “la predisposición es buena”, como se apresuran a confirmar desde dentro. Dicho todo esto, es fácil comprender que el negocio del arte – y subrayo lo de “negocio” por aquello de alertar a los ingenuos - requiere de grandes inversiones, obliga a asumir considerables riesgos y deja a más de uno en la bancarrota. Creo que no está de más hacer la observación.



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