15 de julio de 1946. El poeta Wen Yiduo regresaba a casa sin saber que la muerte le acechaba en un solitario callejón en el centro de Kunming. Imagino que ese día la lluvia caía nítida sobre los tejados de la ciudad y cierta pátina de tristeza humedecía los muros de adobe de las antiquísimas casas. Quizás Wen Yiduo sabía que a partir de ese día la muerte podía estar esperándole en cualquier esquina dentro del laberinto de calles que rodean el Lago Verde Esmeralda.

15 de julio de 1946. El poeta Wen Yiduo regresaba a casa al finalizar una manifestación en protesta del asesinato de su amigo Li Gongpu, líder del movimiento democrático en Kunming, primera fuerza de oposición al Partido Nacionalista chino. Cuatro días antes Li Gongpu caía asesinado por defender públicamente los derechos de los hombres. Eran tiempos difíciles para la libertad. Balas contra palabras. Terror contra ilusión. Imposición contra convivencia. En aquellos días el sol no brillaba para todos por igual. Hoy día tampoco.

15 de julio de 1946. Wen Yiduo volvía a casa con el espíritu tranquilo por haber hecho un acto de justicia en memoria de un amigo y, sobre todo, con su propia conciencia. Wen Yiduo no sabía que en un solitario callejón dos sicarios le esperaban escondidos tras una esquina. Imagino que todo fue rápido. Sonaron las pistolas y el cuerpo de un hombre quedó tendido sobre un charco de sangre.

15 de julio de 1946. Wen Yiduo regresaba a casa por última vez. En un callejón olvidado en el centro de Kunming, la voz de un poeta fue apagada para siempre. Medio siglo después su palabra sigue viva en los libros y en la memoria de sus lectores. Ahora sus versos han cruzado las fronteras de las lenguas y la luz de su palabra brilla en muchos rincones del mundo, muy lejos de ese triste y olvidado callejón de Kunming.

15 de julio de 1946. Tal vez aquel día la lluvia caía nítida sobre los tejados de la ciudad y Wen Yiduo sabía que la muerte podía acecharlo en cualquier esquina.