ARTE: "Del interés del arte por la leyenda" kepa murua

No deberíamos valorar los mitos de la historia como referencias inevitables de la realidad. Pero, ¿deberíamos ceñirnos a los símbolos como paradigmas de una imagen del arte más allá de su significado real? La realidad del mito es parte del mundo del arte, pero la leyenda es lo que concierne al artista y a la historia que sustenta su figura humana. No se debe fijar una leyenda a parámetros exclusivamente históricos, sino que se debería desmitificar la historia del arte que se sitúa por encima de cuestiones terrenales como que el artista es un hombre que no tiene los pies en la tierra. La leyenda no es el mito ni el enigma que encierra tantas mentiras en una verdad. Sean sueños o necesidades reales, sean cuestiones artística o sociales, el artista que supedita su vida a las necesidades del arte queda en la historia como motor de la cultura y el pensamiento. Pero este sacrificio conlleva unos costes demoledores que el tiempo se encarga de borrar. Cuántas tonterías se escuchan sobre tal o cual figura y cuántas más sobre cualquier cultura antiquísima. Cuántas sobre tal fenómeno y cuántas sobre la interpretación de un cuadro o de una escultura. Y cuántas sobre la figura del artista. Ante esta actitud se impone la escasa documentación como un conjunto de vivencias donde la psicología, la estética, la biografía y el anecdotario reviven en un todo imaginario que no se corresponde con la realidad. Todo se convierte en una leyenda donde impera la fantasía sobre la verdad y la ficción sobre una realidad que no tiene nada de enigmática frente a una interpretación redonda de la historia. Así va la historia real, con una interpretación al antojo de los poderosos, y así, la del arte, con variadas teorías, a cada cual más retorcida, sobre fenómenos que se explican sin la lógica y el peso de la historia. No deberíamos confundir las leyendas de una cultura como realidades de esa misma cultura porque el mito es la leyenda en sí del mundo del arte. No lo olvidemos, la leyenda es la existencia del arte frente a la historia en un capítulo aparte. No hay más trampa que esa: pensar que el arte sigue la estela del artista que vive alejado de una realidad que le sobrevive, como un capricho de la historia.



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