LITERATURA: Entrevista a - "Agustín Fernández Mallo. Escritor" inés matute

Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967) es licenciado en Ciencias Físicas y ejerce profesionalmente en el ámbito de las radiaciones nucleares con fines médicos. Autor de diversos artículos en los que aborda la relación estética y epistemológica entre la poesía y la ciencia, es colaborador habitual de las revistas culturales Lateral, Contrastes, La Bolsa de Pipas, La fábrica y Anónima, tanto en el ámbito de la creación como en el del ensayo. Moviéndose siempre en el terreno de la búsqueda de nuevas formas de expresión, ha publicado las obras “Creta, lateral travelling” (La Guantera. Primer premio “Café Món”) y “Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del tractatus” (Edición Personal).

Permíteme una gansada: ¿Qué hace un hombre de ciencia como tú en un rincón poético como este?

No creo que la poesía y la ciencia estén reñidas en absoluto; es más, creo que la una está en la otra y la otra en la una; es más, creo que son la misma cosa expresada en lenguaje diferente. En toda gran teoría científica hay una estética. De hecho los que nos dedicamos a la ciencia solemos decir que tal teoría es elegante, o tal otra una chapuza, etc. ¿No son acaso estos términos criterios estéticos? La sublimación que uno puede llegar a sentir al leer una ecuación matemática es similar a la que ocurre cuando te conmueve un poema. Por otra parte, un verso y una ecuación comparten algo muy importante: ambas son expresiones sintéticas de algo, a las cuales no es posible añadirles o quitarles algo sin detrimento o total fracaso del resultado.

¿Cuándo descubriste la poesía de una fórmula física o matemática?

Quizá cuando sentí que esas fórmulas, esas teorías, hablaban de una realidad tan poco real y simultáneamente tan real como un verso, o una película, o una pintura. Lo que yo vengo a decir al acuñar ese término un tanto pedante de “poesía postpoética”, es que todas las artes hace muchos años que han dado el salto al pulso postmoderno, todas incluyen en sus leguajes términos y metáforas que tienen relación con la sociedad contemporánea, eminentemente científica; subliman lo que de poético pueda haber en la ciencia y se lo apropian. Bien, todas las artes, menos la poesía escrita, que sigue funcionando y proponiendo los mismos esquemas que hace 50 años (y dejo aparte las nuevas formas de poesía “no-escrita” contemporáneas: Poesía preformática, holopoesía, video poesía, poesía fractal, etc, que son harina de otro costal) Yo, en mi creación, intento que la poesía se empape un poco de ese pulso contemporáneo. Pero tampoco por un ansia de romper por romper, no, fluye de manera natural.

Para un físico, ¿qué es la realidad?.

En fin, acerca de esto hay tantos criterios como antigua es la humanidad. Yo creo que, tal como la entendemos hoy, en esta época, digamos, de “postmodernidad tardía”, la realidad es información, y la información hay que entenderla como una serie de códigos que no sólo dependen del emisor, de lo que antiguamente llamábamos “realidad”, sino también del receptor, es decir, de la cultura que interpreta esos códigos; en ese momento los convierte en información. Así, la realidad no es algo que esté ahí afuera, esperando a ser vista; la realidad es esa información, esa construcción que realiza el receptor, o, si se prefiere, esa “representación” del mundo, y como tal representación, es ficción. Lo contrario sería caer en lo que la teoría del conocimiento denomina “realismo ingenuo”. Otra cosa distinta es que esa “representación” funcione (en el caso de las ciencias), o sea verosímil (en el caso, por ejemplo, de la Historia). Tan ficción es la explicación Maya a los eclipses como las teorías de la gravitación de Newton. Yo me quedo con la de Newton porque soy, como todos, heredero de nuestra cultura occidental; pero sólo por eso, no porque crea que es esencialmente más veraz. Hay una célebre frase del físico Jorge Wagensberg: “Decir ciencia-ficción es una redundancia, porque toda ciencia es ficción”

¿Y para un poeta?

Lo mismo; supongo

Venturi, Vattimo, Derrida, Jameson, Lyotard.... ¿Podrías explicar a nuestros lectores la teoría postmoderna?

No, no podría explicarle eso a nuestros lectores, primero porque hay voces mucho más autorizadas que la mía para explicarlo, y segundo, porque es algo lo suficientemente complejo como para no poder contestarlo en un par de minutos. Sólo puedo decir que si la Modernidad, que arranca con la muerte de Dios en El Siglo de Las Luces, y corre pareja a la ciencia moderna (Newton, Maxwell, Einstein), y que se basaba en la fundación y creencia de las grandes utopías, de que el hombre podría llegar a un idílico futuro gracias a un continuo progreso (Voltaire, marxismo, liberalismo, etc), llega un punto a partir de los años 60 del siglo X X en el que se viene abajo: El hombre asume que todas esas utopías eran unos “grandes relatos”, un cuento chino, y que ese tiempo progresivo no existe, que vivimos en un “presente perpetuo”, y que la Historia ni es lineal ni se encamina hacia un fin utópico. Digamos que, el modelo de las ciencias sociales, que había sido tomado del determinismo newtoniano, se abandona por algo más probabilístico, menos dogmático, más flotante. En definitiva, que la realidad no es algo que está esperándonos para manejarla, como sugerían las grandes utopías. Lo dice Vattimo en uno de sus textos: “Si con todo esto lo que perdemos es el sentido de la realidad, no es al fin y al cabo una gran pérdida”.

En el artículo titulado “Poesía Postpoética, hacia un nuevo paradigma” (revista Lateral, diciembre 2004) afirmas lo siguiente: “Creo que es condición indispensable para la nueva poesía, como lo es para todo arte emergente, que lo menos obvio sea, precisamente, saber qué es poesía”.

Me refiero a que lo que está claro es que cuando cualquier práctica está perfectamente acotada, delimitada, cuando no se desarrolla en una frontera, es una práctica institucionalizada y muerta. Mira sino el 99% de la novela que se publica en España, son copias de género, carecen de elementos orgánicos; algo casi igual ocurre con la poesía. No podemos escribir, por decir algo, como Borges, o como Benet, o como Valente, porque esos hombres eran unos genios precisamente porque, aunque bebieran de una tradición, no imitaron a nadie. Las fronteras de su arte, en su momento, eran borrosas, difusas. Y actualmente se hace mucho eso: copiar clichés, géneros. Fíjate sino, en el ámbito del cine, el “efecto Amenábar” y Mar adentro, una película normalita, lacrimógena, de puro género, que ni innova, ni arriesga, y ahí la tienes arrasando. Me alegro mucho por Amenábar, pero desde luego en su cine no hay riesgo y, obviamente, sin riesgo no hay belleza. Arriesgan más, estéticamente, muchas producciones de serie B y telefilmes. Cada vez me nutro más de lo siempre se ha considerado cine malo. Hay auténticas joyas.

Si dejamos atrás la “poesía de la experiencia” y la “poesía de la diferencia”, para, anulándolas, aunarlas en la “poesía simulada”, ¿hemos de entender el concepto de simulación en el mismo sentido que la actual ciencia postmoderna le da al término?

Me lo pones aún más difícil. Lo que trato de decir con que la “poesía postpoética” intenta superar esos dos polos tan absurdos de la poesía de la experiencia y de la diferencia es: existe una nueva forma de hacer ciencia, la simulación en ordenador de fenómenos complejos. Esta simulación ni es pura ciencia teórica, porque en la pantalla vemos fenómenos naturales “simulados”, ni es pura experiencia de laboratorio porque se da de una forma virtual. Y por estar a caballo entre esas dos maneras clásicas de hacer ciencia, toma las ventajas de ambas y deshecha sus inconvenientes, así que está dando unos frutos extraordinarios en todo lo que es el estudio de los “sistemas complejos”. Bien, por otra parte, clásicamente, en poesía, existen dos escuelas: la “poesía de la experiencia” (que en España arrasó en los 80 y 90), que describe y sublima esa “realidad” de la que hablábamos antes del hombre “ingenuo”, es decir, toma como referente axiomático la realidad de la misma manera que el científico experimental toma al laboratorio, y por otra parte la “poesía de la diferencia”, o del yo, que toma como referente ese agente teórico y bastante místico que es la espiritualidad laica, lo intangible, es el asceta contemporáneo encerrado en su cuarto y dándole vueltas a sí mismo, como, digamos, el científico teórico clásico, que con un papel, un lápiz y una mesa podía construir una teoría como La Relatividad. Pues lo que la poesía postpoética propone es, como esa nueva práctica científica de la simulación, superar esos dos extremos aunándolos en un solo polo. Ni pura experiencia ni puro esencialismo de un yo, un nuevo lugar de operaciones, artificial, flotante entre ambos.

Propuesta de “Haiku (en clave postpoética) de la masa en reposo”:
E2=m2c4+p2c2
Si p=o (masa en reposo) entonces
E= mc2
Según tú, esto es un haiku puesto que contiene al menos una referencia al mundo natural, enfoca un evento individual susceptible de generalizarse, presenta el evento en tiempo presente y consta de tres versos o es breve. Sinceramente, ¿crees que al lector habitual de haikus puede interesarle un haiku postpoético de este calibre? ¿Te ofenderías si te dijese que esto me parece poesía de laboratorio?


No sé si le interesará o no. Tampoco me preocupa con tal de que yo esté convencido de que mi obra intenta abrir nuevos campos de acción. Yo me debo, en primer lugar, a mis pulsiones artísticas, no a lo que es entendible o no entendible por alguien en particular. Otra cosa es que esas pulsiones se materialicen en algo digno de ser reseñado o no, y francamente, sobre esto tampoco tengo ni idea. De momento, hay gente, de reconocido prestigio, que la aplaude, aunque también habrá gente que la repela, (ríe). No lo sé, quizá esos detractores sean demasiado generosos conmigo y por educación no me digan nada. Pero así es la vida. Nunca me han influido mucho las críticas. Sería ingenuo y pueril pensar que agradas a todos.

En el título de una de tus obras haces referencia a los pezones y al punto 7 del Tractatus. Es obvio que te fascina Wittgenstein...

Sí, éste es un libro antiguo, de una, digamos, postpoética en estado embrionario. Pero contestando a lo que me preguntas, Wittgenstein durante muchos años fue un referente absoluto para mí. Tanto su obra como su vida. Me atraen mucho los antiguos creadores solitarios y con trazas de déspotas (ríe). Hasta hoy en día, que la cosa ha cambiado, nunca una obra de arte se había hecho en democracia; es decir, la batuta siempre la llevaba uno, un líder; hasta incluso en la música, ves que en un grupo siempre hay uno que es el alma creativa, y el resto, aunque importantes, acompañan. Ahora es distinto, cada vez más las obras las firman “colectivos”, y obras de arte tan sublimes como algunos anuncios publicitarios en TV no vienen firmados por nadie en particular; son equipos de trabajo. Y esto también está bien. Hablando de TV, hay más poesía en muchos anuncios que veo a diario que en la mayoría de poemarios que leo últimamente editados. Yo paso muchas horas viendo la tele, es como la ventanilla de un tren, un paisaje que miras y no miras, una fuente de inspiración constante. He llegado a entender, aunque me ha costado, que de lo malo se aprende tanto o más que de lo bueno. Como decía Aviador Dro, “La televisión es nutritiva”. Volviendo a Wittgenstein, te diré que lo que me atrae de él es que, en una primera fase, llega a lo mismo que llega la mística oriental (el vacío, la importancia del mostrar sobre el decir, etc), a través de proposiciones lógicas que, en principio, nada tendrían que ver con esas categoría filosóficas místicas. Es un acto casi absurdo, casi dadaísta, que me excita al mismo tiempo que me provoca una sana risa. Y de la segunda fase de Wittgenstein me atrae sobre todo su relativismo del lenguaje, su definición de “juegos del lenguaje”, que sería precursora de la postmodernidad. Y creo que no debo extenderme más. Pero volviendo a la tele ¿no encuentras extremadamente poéticos al Equipo A, o al Coche Fantástico?

En “Creta Lateral travelling” – un libro que desde aquí recomiendo a todos nuestros lectores- los pezones también son una referencia constante. Admito que, cuando supe que trabajas en un hospital, pensé que trabajabas con pacientes afectados de cáncer de mama. ¿De dónde proviene tu fijación con los pezones?

Me hace gracia eso que dices, no, no tiene nada que ver con los pobres enfermos, es solamente que yo, hace tiempo (piensa que ese libro también es antiguo, lo escribí en 1999, y de alguna manera, yo ya no escribo así) tenía la clara visión de que en redondez perfecta del pezón, en lo que simbólicamente representa en cuanto a maternidad, a deseo, etc, se concentraba cuanto se pudiera decir del Universo. Una especie de Aemulatio, tal como la entendía Foucalt en “Las palabras y las cosas” (por cierto, con todos los respetos para el gran Foucault, un rollo de libro).

“Para escribir como en el siglo X X siempre estaremos a tiempo”, dices en tu artículo. Alguna vez hemos comentado que hay por ahí muchos poetas que van de rompedores cuando se limitan a ser ligeramente originales dentro de la corrección, pero que una verdadera innovación poética pasaría por romper todos los moldes, como en su día se hizo con las artes plásticas al pasar de la figuración al cubismo o a la abstracción. Sinceramente, ¿Crees que ese salto es posible en poesía? Si ya de por sí la poesía es un género minoritario, ¿Crees que el lector lo asimilaría?.

Como no me apetece mucho pensar, te voy contestar con una cita de una entrevista de George Steiner: “Nombraré tres problemas que en este momento son temas de discusión noche y día en Cambridge: la creación artificial de vida, los agujeros negros según la teoría de Hawking y Penrose, y lo relativo al ADN: el ego cartesiano, la conciencia, es una neuroquímica que muy pronto conoceremos. Comparadas con esto, no se ofenda, las novelas más extraordinarias y finas me parecen prehistóricas”

En nuestro primer café me comentaste que no entendías por qué motivo no había ni rastro de poesía en ARCO, si la poesía también es un arte y también evoluciona hacia propuestas hasta hace poco inimaginables. ¿No será porque la poesía no está sujeta a criterios mercantiles?

La poesía está sujeta a criterios mercantiles como todo hoy por hoy. La prueba está en que lo editores no arriesgan porque pierden dinero; y me parece normal. Pero que nadie se apure, el arte, si ha de salir, saldrá de una manera u otra, lo que es digno de quedar para la posteridad será publicado o conocido o divulgado. Lo que ocurre con la poesía es que, por otra parte, mueve tan poco dinero que, como nadie piensa hacerse rico con ella, ni tan siquiera vivir de ella, lo único que les queda a los autores es el reconocimiento y esto lleva a veces a situaciones de envanecimiento y tensiones muy superiores que si hubiera, como ocurre en las artes plásticas, dinero de por medio. Por otra parte que la poesía no esté en las grandes ferias de arte o exposiciones equivale a decir que, sencillamente, no interesa ya a nadie, y es natural, porque está anclada, atrasada, y vive de nostalgias.

Danos el nombre de tres poetas que te gusten.

Otra pregunta difícil. ¡Hay tantos! A ver, de autores ya clásicos, podría decir, ya que insistes, San Juan de La Cruz, Georges Bataille y Werner Heinsenberg. Más cercanos en el tiempo, “clásicos contemporáneos” españoles, Antonio Gamoneda, Antonio Colinas y José Ángel Valente. Y de los más recientes, españoles, me interesan mucho Sr.Chinarro, Eduardo Moga, y Vicente Valero, por ejemplo.

¿Qué es la poesía expandida?

La poesía postpoética

Una de respuestas rápidas:
¿Qué te sugiere la palabra “universo”?

Antonio Vega (“Yo partí hace mucho tiempo ya, soy el fruto de la Relatividad)
¿Y la palabra “Galicia”?
Siniestro Total (“Más vale se punki que maricón de playa”)
¿Y la palabra “mujer”?
La Mode (“Hoy ella vive en Madrid y estudia nuestro idioma, cree que una prosodia no es cosa de broma. Pasa las noches metida hasta el cuello en Rock-Ola, y escucha pop de vanguardia en su Sanyo-gramola)
¿Y la expresión “Velocidad de escape”?
La velocidad a la que hay lanzar a un objeto para que quede fuera del campo de atracción terrestre. La velocidad que intenta adquirir la poesía postpoética respecto a la atracción del panorama actual poético.
¿Y “muerte”?
El susto definitivo. Estoy con Félix de Azúa cuando dice que el ser humano crea cosas (arte, técnica, etc), para emocionarse, para darse sustos, y de esta manera no pensar en ese susto definitivo que es la muerte.
¿Qué es Dios – pura abstracción metafísica- para un físico?
Chica, ahí te has superado. Francamente, no tengo ni idea.

Al margen de la poesía, ¿qué temas te preocupan?

Bien pocos. En todos encuentro algo de poesía, así que ninguno está al margen de la poesía.

¿Para cuando tu próxima obra?

Si nada se tuerce, en otoño de este año (2005) saldrá el “poemario- performance” titulado Joan Fontaine Odisea [Mi deconstrucción] Editorial La Poesía, Señor Hidalgo, Barcelona. También ahora, en marzo o abril, salen dos colectivas, en las que estoy incluido. Una es para mí un gran honor, la primera antología que se hace en España del poema en prosa escrito en castellano, a cargo de Marta Agudo y Carlos Jiménez Arribas, titulada, si no recuerdo mal, “Antología del poema en prosa en castellano”, Editorial DVD, Barcelona, y el otro es Aldea Poética III. Haikus, Editorial Ópera Prima. Por otra parte, antes del verano, por primera vez me propuse trasladar la postpoética a la novela, y concebí lo que denomino Proyecto Nocilla (que se inspira, en parte, en la teoría del Rizoma de Deleuze y Guattari, y en parte en lo fascinante de la globalización), del cual he escrito ya dos novelas, Nocilla Dream y Nocilla Particles, debidamente ya registradas, y falta una tercera, Nocilla Lab, que será obra gráfica y un film en DVD referente a las dos primeras, y que cartografiará la totalidad del Universo Nocilla descrito en aquellas. Pero no puedo decir más porque aún andan rodando por editoriales y concursos. Además, estoy preparando el ensayo, Hacia Un Nuevo Paradigma: Poesía Postpoética, del cual el artículo aparecido en Lateral en diciembre de 2004 es la introducción. ¿Puedo decir una última cosa? Recomiendo a todos los aficionados a la poesía, y que tengan el suficiente sentido del humor, escuchar la canción de los barceloneses Astrud, recientemente aparecida, Qué Malos Son Nuestros Poetas. Es genial. Te partes de risa. Dentro de su brutalidad hay una gran dosis de humor e inteligencia.



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