OPINION: Con el tiempo en brazos - "El violinista en el tejado" ana marquez

“Abril es cruel, entierra lo dorado exactamente a
a las seis... “

Lucilene Machado

Cuando Abril llamó, salió a abrirle un silencio de tambores. Siempre me conmueve ese desparpajo de la clorofila y su labor minuciosa de pintor naïf obsesionado con todas las versiones del verde. Ya se llevó Marzo la tradición bien cumplida: el hombre homenajeando el humus vital resurrecto tras la agonía y la muerte. La tierra se sacude su invernal letargo y le aventamos su desidia legañosa consagrando su desperezo. Y al tercer día resucitó.

La primavera ha venido, y todos sabemos exactamente cómo ha sido. Nos hemos dado un baño de solemnidad para matar (otra vez), enterrar (otra vez) y resucitar (otra vez) al mismo dios vetusto y fatigado, tan cargado de siglos como de cruces. Ya sabemos. No necesitábamos que Hollywood nos mostrara cuán inestables nos sentiríamos si nos obligaran a despertarle notas al violín sobre el tejado, si nos despojaran, de pronto, de todos esos ritos atávicos heredados como un pecado original que nos inclinara fatalmente a celebrar la naturaleza y sus ciclos.

Llegó Abril. Es de suponer, por tanto, que los planetas siguen en su lugar. Abril es siempre un mal negociador: yo le ofrezco tan sólo mi desequilibrio y él, a cambio, la primavera consagrada y el silencio final de los tambores.

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Ilustración: Ana Márquez


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