nº 53 - Septiembre 2004 • ISSN: 1578-8644
"Solomon Burke: Torrente de voz y maestro de la escena. Soul de doscientos kilos y periodistas con anorexia."
roberto gutiérrez
El concierto que ofreció en julio de 2004 Solomon Burke dentro del festival de jazz de Vitoria fue una demostración del dominio de la escena y del espectáculo, combinando temas propios con clásicos de la música negra y americana.

Como no podía ser menos y tal como me esperaba, algún crítico “musical”, que seguramente desconocía al artista, lo vapuleó. Me estoy refiriendo al periodista de “ El Correo Español”. Sin embargo otros críticos, que además de entender disfrutan de la música, lo alabaron. Me estoy refiriendo a los del periódico “El País”.

El crítico de “El Correo” definió el concierto como “verbena divertidísima” aunque sin valores musicales, pero sólo acertó en uno de los calificativos, en el de divertidísimo y no precisamente en el de verbena porque de verbena nada de nada. Me imagino que ese periodista será un experto en verbenas y por ello se deja llevar en sus artículos por definiciones tan absurdas y poco afortunadas. El concierto no fue una verbena sino un abrumador concierto por un gigante del soul desgranando temas inolvidables y joyas actuales, dentro de un espectáculo propio del sur de Estados Unidos donde la energía fluía hasta límites espirituales, creándose una especie de catarsis colectiva, haciendo que la gente baile, de palmas, cante y se suba al escenario, arropado todo ello por la música del alma, por la música soul. Confundir la música soul y el rock and roll con las cadenetas de las canciones de la tuna, los pasodobles, Georgie Dan y David Visbal, que es lo que resulta habitual en una verbena, es tan injusto como incompetente. Por eso, querido periodista de “El Correo”, mejor que te dediques a otras cosas pero no a escuchar la música del alma, la música de la energía, en definitiva la música soul ya que nunca la entenderás y si no la entiendes por favor no la critiques.

También me fijé en que los abonados a todo el festival, no se levantaban ni bailaban, ya que seguramente para ellos este tipo de música no es de calidad suficiente y prefieren bostezar y dormir con estrellas insufribles del jazz moderno. La realidad es que hacer una canción como “Everybody Needs Somebody To Love” es brutal musicalmente. Es muy difícil que algún representante del jazz moderno pueda llegar a tal maestría e inteligencia musical.

En el cuento de Pinocho los que más seguros se creían y los que más listos pensaban que eran acaban convirtiéndose en burros. Por ello, el público entendido debe tener cuidado y mirarse más las orejas y los morros porque ser tan entendido musicalmente en una semana, mientras que el resto del año lo pasan delante de la tele viendo a Nuria Bermudez, puede llevar al rebuzno o a bailar en una verbena, que de eso igual si entienden.

EL GRAN CONCIERTO Y SU ENORME ESTRELLA

Solomon Burke ya ha superado ampliamente los sesenta años y los doscientos kilos, permaneciendo fiel a un estilo de música que curiosamente ha sido prácticamente abandonada por los jóvenes de color, salvo algunos circuitos subterráneos y alternativos.
Los doscientos kilos de peso los lleva tan bien como los más de sesenta años. El cantante no se mueve de un trono, donde está sentado durante toda la actuación. En este caso el trono fue cedido por el Ayuntamiento de Vitoria y coronado con el escudo de la ciudad, pero, a pesar de estar sentado, la energía que desprende es impresionante. Se apoya no en trucos efectistas sino en sentimientos propios de los músicos negros de gospel y soul que les llevan a realizar actos como subir personas al escenario, invitarles a cantar, regalar rosas e incluso collares de perlas. En definitiva algo que no estaba ni mucho menos fuera de lugar sino que formaba parte del espectáculo y se integraba perfectamente con una música llena de fuerza y energía.

El concierto tuvo una primera parte más seria donde cantó algunos temas de sus dos últimos discos, por cierto fabulosos ambos combinados con alguna gema antigua, apareciendo alguna canción maravillosa como “Tonight´s The Night” y “If You Need Me”, dejando la segunda parte para desgranar numerosas canciones populares de la música de los sesenta y setenta de muchos de sus compañeros de profesión. Eran sus colegas y hermanos los que antes cantaban esos temas, pero ya muchos han desaparecido o han sido relegados a un segundo plano o simplemente se han hecho muy viejos. Para mi era una delicia recordar temas de Ottis Redding, Percy Sledge, Bernie E King, Sam Cooke o incluso de Gloria Gaynor, momento en que la cantante femenina del coro tomó la voz principal. Sonaron temas de los Platters e incluso el “Amen” propio de las misas gospel, aderezado con blues y rock and roll, acordándose también de Little Richard. El concierto acabó con “Everybody Needs Somebody To Love”, mientras se llevaban al artista entre los gritos y aplausos del público.

En definitiva nos lo pasamos muy bien y el tiempo pasó muy deprisa y eso es bueno, muy bueno. En este caso el concierto fue excelente y además divertidísimo.