nº 54 - Octubre 2004 • ISSN: 1578-8644
ENTREVISTA a:
Magdalena Tirado. Escritora

inés matute
Magdalena Tirado es escritora y tiene relatos publicados en varias antologías. Finalista en el 2001 del premio NH de relato breve y del premio Juan Pablo Forner de novela en el 2002. Ha dirigido talleres literarios en el centro de terapias alternativas Igneón de Madrid. Profesora de relato breve y novela en los talleres Fuentetaja. Jurado de distintos premios literarios. Publica artículos en prensa nacional. Ha impartido cursos de relato para la CAM, para la Consellería de Cultura, Educación y Esport de la Generalitat Valenciana y para el periódico El mundo- El día de Baleares. En la actualidad escribe su tercera novela.

Empecemos la entrevista de una forma original: ¿Podrías hablarnos del tipo de actividades que se desarrollan en el centro de terapias alternativas? ¿Cómo te interesaste por estos temas? ¿Cuál es tu papel en dicho centro?

La verdad es que cuando a uno le entran las ganas de conocerse un poco más; lo mismo da que haga terapia, que escriba o que se corte el pelo. Si lo tiene claro, todo lo que haga estará encaminado a ese propósito y su atención estará puesta en cualquier cosa que emprenda. Pero si necesita un empujoncito, también puede acercarse a un centro de terapias alternativas y probar algunas de las técnicas que puedan ayudarle en esta fase de prestar atención: trabajar con la respiración, recibir masajes o aprender a darlos, descubrir los beneficios de la relajación, del yoga, la meditación, practicar tai-chi, hacer cursos de desarrollo personal, terapia Gestalt… En fin, la oferta es amplia y cada uno tiene que decidirse por lo que le parezca que puede ser bueno para él. Yo tengo una amiga que se ponía de los nervios con la lentitud del tai-chi y en cambio le encantaba hacerse treinta largos en la piscina. Nadie puede saber lo que nos conviene mejor que nosotros mismos... Además de estas actividades, en Igneón utilizábamos la escritura como una herramienta más para este camino de crecimiento personal. El trabajo se hacía en grupo y lo coordinábamos Elsa Barber; como profesional de la psicología clínica, psicoterapeuta gestáltica y especialista en Rebirthing y yo; que aportaba al grupo mis conocimientos literarios para trabajar la “trama emocional” que aparecía en los textos de los participantes. Acercarse a la escritura para poner palabras a lo que nos conmueve es un trabajo que encierra mucha belleza. La técnica en este trabajo no era lo más importante. Lo importante era escribir para darnos cuenta. Darnos cuenta de lo que nos duele, de lo que nos divierte, pero sobre todo, para darnos cuenta de lo que no queremos ni ver… Para eso también sirve la escritura. Para que el que esté dispuesto encuentre en las líneas escritas un espejo en el que mirarse.

Navegando por Internet, he encontrado una serie de artículos escritos por ti que abarcan temas muy diversos: la amistad, los beneficios del humor, el entusiasmo... En alguna ocasión me has comentado que tienes la sensación de escribir siempre el mismo artículo, un artículo, quizás, que podría titularse “Conócete a ti mismo”.

Reconozco que siempre he tenido un interés muy vivo por los temas que sirvan al “conócete a ti mismo”. Cuando me ofrecieron escribir dos páginas para la sección de Bienestar fue como si me hubieran dicho: “¡ale! A ver cómo le cuentas al mundo que es bueno conocerse”.

¿Cómo te documentas antes de abordar temas tan complejos?

Es fácil encontrar bibliografía. No hay más que echar un vistazo a los estantes de las librerías. Algunos libros de autoayuda se han convertido en best-séller. Los temas de los que escribo, más que complejos, diría que son parte de lo cotidiano. Quizá lo que nos pasa es que los tenemos archivados en “lo conocido” y no les prestamos atención. Supongo que todos damos por hecho que el humor nos beneficia, las amistades pueden sernos fieles o traicionarnos y que cuando se nos va el entusiasmo todo nos resulta indiferente. Pero se trata de volver la mirada hacia ello. Cuestionárselo nuevamente. Renovar el asombro perdido para que vuelvan a importarnos.

Hablemos ahora de la escritura creativa. ¿Cómo conduces a tus alumnos a través del intrincado laberinto de la creación literaria? Háblanos de los talleres: qué hacéis, qué se persigue, qué método utilizáis, etc.

Trasmitir el entusiasmo por la escritura es para mí lo primero. Que sientan que lo apasionante es entregarse al proceso de construir una historia. Aunque luego esa historia que parecía tan prometedora se quede en agua de borrajas. No importa. Siempre quedará el proceso más fascinante de la escritura: descubrir lo que piensa cada uno. Hay que ver, ya estoy otra vez en el “conócete a ti mismo”. Pero lo cierto es que sí, que en la narrativa de ficción también hay mucho para mirar si uno se propone descubrir. En las clases presenciales de iniciación al relato breve tratamos de poner técnica a la imaginación. Estudiamos cada semana un recurso narrativo. Si esa semana hablamos, por ejemplo, de cómo se da continuidad a una historia, les explico el procedimiento del recurso y ese mismo procedimiento lo vemos ilustrado sobre un cuento. Se trata de que teoría y práctica queden claras. Una vez entendido esto, la propuesta es que escriban un relato atendiendo al recurso que se haya estudiado y leerlo en el grupo en el siguiente encuentro. A lo largo de un año académico son muchos los recursos que se van incorporando a la escritura para que los relatos mejoren. Luego sólo queda escribir. Escribir mucho para que los recursos se integren en la escritura misma sin necesidad de pensarlos.

¿Crees que tus alumnos desean, ante todo, publicar? La frustración del escritor novel que intenta abrirse camino en este complejo mundo es un tema que interesa mucho a nuestros lectores. Hace unos días, Juan Antonio de Villena comentaba en un artículo el desaliento del joven poeta que le enviaba su primer poemario, “Cebras azules”, y le preguntaba qué podía hacer con él.

Publicar es la palabra mágica y es cierto que algunos vienen dispuestos a escribir el best-séller del año. Pero son muchos más los alumnos que vienen a aprender porque tienen muy claro que lo que quieren es hacerlo bien. También hay quien se incorpora porque les gusta mucho leer y quieren conocer los entresijos de la creación o simplemente para relacionarse con personas que compartan el gusto por la literatura. Pero todos son necesarios para crear la riqueza de la diversidad. ¿Que qué se puede hacer con un libro terminado? Pues lo primero darse uno mismo muchas palmaditas en la espalda por haberlo escrito. Eso ya es un triunfo. El mejor. Luego, corregirlo todo lo posible para que sea de calidad. A partir de ahí, pues empieza el vía crucis de enviarlo a concursos, agentes literarios, editoriales… y, lo más importante, no dejar de escribir mientras se espera alguna respuesta a todo esto.

¿Qué tiene que ver la literatura con el mundillo literario?

Si te digo la verdad, creo que muy poco.

¿Qué es para ti escribir?

Un espacio sagrado para contar mi ilusión del mundo.

Como finalista del premio NH, ¿qué opinas de los premios literarios? ¿Para qué sirven o deberían de servir? Personalmente, ¿cómo lo viviste?

Bueno, yo creo que cada uno tiene que escribir lo que de verdad quiere. Si luego resulta que por ello te dan un premio en algún certamen, pues estupendo. Los premios están ahí como un después en el oficio de escribir. Un certamen te da la posibilidad de enviar tu trabajo y recibir por ello una respuesta desde ese otro lado de sombra. Aunque esto tampoco es fácil, todo hay que decirlo. Yo creo que no sirven para mucho más. Así que, disfruté de aquella noche glamorosa en el casino de Madrid como un regalo de reconocimiento por mi trabajo, y al día siguiente me puse a escribir otra vez.

¿Quiénes son tus escritores/as favoritos y por qué motivo lo son?

¡Qué difícil elección! De los grandes maestros del cuento me quedo con Chéjov. Me encanta su ternura al escribir de las miserias humanas. Sin salir de casa me gustan: Delibes, por su prosa limpia; C.J. Cela por su tremenda brillantez; Javier Tomeo por sus personajes esperpénticos; Quin Monzó, por su capacidad de síntesis; Ignacio Martinez de Pisón, por su sobriedad… Bueno, estos sólo serían los primeros pues la lista sería interminable y nunca estarían todos. Pero en mi memoria siempre habrá un agradecimiento especial para los libros de: Proust, San Shepard, Richard Ford, Lobo Antunes, Joyce, Grace Paley, Dorothy Parker, Camus, Melville, Ana Mª Matute, Carson MacCullers, Salinger, Saroyan, Lorrie Moore, Flaubert, Rulfo, Carver, Katherine Mansfield…

¿En qué momento decidiste dedicarte a la literatura profesionalmente? ¿Cuánto hay de sacrificio en dicha decisión?

Cuando uno de mis maestros me dijo que ya estaba preparada. No hubo ningún sacrificio en la decisión. Fue un gran honor que confiaran en mí para continuar una labor tan hermosa.

Cuando impartes un taller de creación literaria, recibes una importante cantidad de feed back por parte de tus alumnos. ¿Qué te aporta, en lo personal, el trato con los aspirantes a escritor?

Mucho. Creo que en el trato con las personas es donde se mueve gran parte de la energía para crear, por lo tanto, participar de ese movimiento es una gran riqueza. Una actitud receptiva y abierta al intercambio siempre es algo bueno para el aprendizaje. Es mucho más divertido para todos aprender en un clima cálido. Que nos podamos reír de nuestras meteduras de pata, decirnos lo que hay que mejorar en nuestro trabajo, lo que nos parece que está estupendo…acompañarnos, en el solitario oficio de escribir.

¿De qué trata la novela con la que quedaste finalista en el premio Juan Pablo Forner?

“Los que lloran solos” es una novela de personaje; mi primera novela. Quizá por eso siento un cariño especial hacia ella. La protagonista es una mujer que se encuentra en el patio de la cárcel y se acerca a otra reclusa para contarle cómo ha acabado ella en prisión y su hijo adolescente en un centro de protección de menores. En la narración de los sucesos que la han llevado hasta allí (su hijo y ella han caído en las redes de un mafioso) se va descubriendo a una mujer valiente, tierna, divertida y que afronta la vida de una manera un tanto quijotesca, todo hay que decirlo. Una mujer que ha aprendido a defenderse con sus fantasías y su sentido del humor de la soledad que la acompaña siempre. Narrada en segunda persona, (en honor a Delibes y a su obra Cinco horas con Mario) se va mostrando en ese diálogo a una sola voz la visión tan peculiar que tiene esta mujer de la vida.

¿El escritor nace o se hace? (admito que se trata de una pregunta capciosa, puesto que si respondes que el escritor “nace”, los talleres literarios no tendrían mucha razón de ser)

Respecto a esta pregunta sólo tengo elogios para la respuesta que en su día dio Augusto Monterroso. Con la fina ironía que le caracterizaba respondió: “No conozco a ningún escritor que no haya nacido”. Me parece una respuesta fantástica. Luego, primero se nace y después… ya se verá.

Haciéndonos eco del curioso planteamiento de Rosa Montero en “La loca de la casa”, si tuvieses que renunciar a leer o bien a escribir, ¿con qué te quedarías?

Creo que no podría decidirme. Siempre echaría de menos la que no hubiera elegido.

Pide un deseo literario para el 2005.

Que me acompañen siempre las ganas de escribir. Sin ese deseo es difícil sostenerse. No sabría qué contestarme cuando me pregunto: ¿qué consigues dedicando horas y horas a contar las alegrías y desgracias de seres que no existen?