nº 56 - Noviembre 2004 • ISSN: 1578-8644
La quinta columna
"El elogio del acordeonista"
luis arturo hernández

(El canto de la tripulación de Pierre Mac Orlan, ed. Ikusager, Vitoria-Gasteiz, 2003; precedido de Mac Orlan ,el pirata de lo fantástico, prólogo de Ramón Gómez de la Serna)

En el transcurso –y, más bien, al margen- de la Primera Guerra Mundial se desarrolla una novela de piratas que desmitifica, con afable ironía primero y ácido sarcasmo al fin, el mundo de la piratería y el culto de los libros de aventuras por parte de un “aventurero pasivo” –según el patrón del Viaje alrededor de mi cuarto de Xavier de Maistre -, tal y como calificó Raymond Queneau a José Krühl, el solterón de oro que fleta un barco, estimulado solapadamente por Eliazar, tras un tesoro que no será sino el propio Krühl.

TIREZ SUR L’ACCORDÉONISTE

En Mac Orlan ,el pirata de lo fantástico, Ramón canta el elogio del acordeonista en la persona de Mac Orlan, más preocupado por la semblanza casi cubista del acordeonismo del autor, sportman cinético y vitalista –una sucesión cubista de greguerías archivadas en la carpeta de documentos del acordeón-, que por el propio libro, sobre cuya intención de aguafiestas reincide al sentenciar que “Mac Orlan mata lo humorístico de un tiro”.

NOVELA METAEDITORIAL

El canto de la tripulación –que rescata, para esta ocasión, el tesoro de la traducción de Julio Gómez de la Serna- es, más que novela meta-literaria, literatura meta-editorial puesto que el motivo desencadenante es un falso manuscrito del siglo XVIII -con datos para localizar un tesoro-, que pone en marcha una travesía -cuya tapadera es la compra de papel en América- y sigue el supuesto periplo de “La caprichosa” del capitán pirata Edward Low por parte de lectores que trasplantan la ficción literaria al escenario natural de la acción –“Así es que no cuenten conmigo para la parte descriptiva de esta página de historia”, exige el náufrago ruso-, con el consiguiente desengaño del lector “in fabula”, del tourista burgués que “destruye el viaje imaginario –como asegura Nerval- del niño”

–y no es de extrañar que la ilustración de la portada de esta edición -edición nada pirata, por cierto-, entre las cubiertas azul marino, con su bandera pirata, sea obra de un niño-.

NO PIDAS (LATAS DE) SARDINAS FUERA DEL TEMPORAL

La novela es el canto de la “tribulación” del potentado José Krühl, holandés errado, a manos de Samuel Eliazar, judío errante, médico cobarde e inútil para el servicio militar, salvado azarosamente por aquel, que hará causa común con el capitán bilbaíno Heresa, engolado rufián interesado en el tesoro -y que enrolará en el bergantín-goleta a toda una tripulación de bergantes encabezados por el bebedor impenitente Bebé el Resalado para hacerse a la mar salada- y dispuesto a vivir del cuento según los clásicos de la piratería.

A LA CHITA CALLANDO

La ironía del destino hará que el beatífico armador del “Ángel del Norte” empuñe un arma para matar a un negro tullido con las tibias al aire y el médico Eliazar, un auténtico “matasanos” de armas tomar, no se limite a darle el “sablazo”, sino que amague con una cuchillada, en tanto que el calavera español Heresa –y es/pañol el desenlace en el barco pirata, así como parte de su tripulación y su escala en Santander- hace causa común con la muy mona cubana Conchita –que dará nombre a la estéril isla del tesoro-, dejándolos im/presos allí y haciéndose con el tesoro –la provisión de gastos-, a la “Chita” callando.

DEL IMPRESIONISMO PUNTILLOSO AL EXPRESIONISMO FEROZ

El tono jovial y amable, bien humorado de los prolegómenos del viaje en Bretaña irá tornándose zumbón, burlesco y socarrón a medida que se desarrolla la travesía y acaba en el más crudo sarcasmo –donde da la vuelta “el viento que nos atormenta”- al final de la singladura, del mismo modo que el impresionismo de la primera parte –y no se olvide que Mac Orlan fue pintor- cede ante un “fauvismo” de la naturaleza salvaje en el Caribe -véase la pág.148- y desemboca en el expresionismo característico de la I Gran Guerra en los capítulos finales, lucha a tumba abierta por la ambición y la supervivencia –lejos de la elegía de La Bandera, novela inspirada por el hermano elegionario del escritor-.

REÍRSE DE LO HUMANO Y LO DIVINO

Novela de la paradoja de vivir la existencia como una ficción –aventura quijotesca del barco encantado, sin ir más lejos-, en un conglomerado humano cosmopolita-de lumpen a alta burguesía-, heterogéneo e interracial –franceses, rusos, chinos, españoles, mulatos y malteses...- que no puede por menos que evocar el pintoresquismo y aroma de leyenda de las historias de Hugo Pratt, y una doblez y ambigüedad –como lo es la de la conducta humana- que se manifiesta en la ironía de la onomástica, desde el “Ángel del Norte”, el barco que los conduce al infierno bajo el manto protector de la Purísima, patrona de los europeos, a la advocación a Santa Ana –cuando responden a ese nombre desde Ana Mª, la tabernera bretona, a la maltesa sefardí Ana, amante que lo fuera de Eliazar y Heresa-.

EL LOBO (DE MAR) ES UN HOMBRE PARA EL LOBO (DE TIERRA ADENTRO)

Libro de explícitos homenajes literarios –Gogol o Baudelaire- y parodia de corrientes profundas del género de aventuras –Stevenson o Defoe-, El canto de la tripulación es un canto en los dientes de la grey del mar –el lobo de mar es un hombre para el lobo de tierra adentro- al quijotismo de corta y navega o al bovarysmo –“bobarismo” se diría en este caso, vistas la bobería de Krühl y la trampa en la que cae el cazador cazado, artífice de la en/cubierta búsqueda del tesoro-, con el acordeón de páginas de papel de un libro – desembocando al fin en la imaginería gregaria de Mac Orlan, el pirata de lo fantástico-.