nº 50 - Mayo 2004 • ISSN: 1578-8644
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"¿Pero mamá es boba? (A propósito de Good bye, Lenin!, de Wolfgang Becker, Alemania, 2003)"
luis arturo hernández
(A propósito de Good bye, Lenin!, de Wolfgang Becker, Alemania, 2003)

En una novela del escritor germano-oriental Peter Schneider titulada El saltador del muro (Anagrama, 1985) se cuenta, entre otras, la peripecia de un alemán occidental que saltaba el muro de Berlín hacia la parte oriental. Y esa iniciativa, a escala masiva, es el arbitrio mediante el que el hijo de Kathrin, la madre del filme Good bye, Lenin!, del alemán Wolfgang Becker, hace pasar a su madre el trago de la reunificación alemana.

ESTADO COMATOSO o COPIÓN, IMITATIO Y MANÍA PERSECUTORIA

“Todos tememos que alguien copie nuestras ideas, nuestras ocurrencias, todo aquello que constituye el conjunto diferencial de nuestra persona, pero esa situación afirma más nuestra supremacía que nuestra dependencia”.
Juan José Saer, Copión

Pero es, sin embargo, en un cuento del argentino Juan José Saer, incluido en su libro Lugar (Muchnik Editores, 2002) y que lleva por título Copión, donde las “resonancias mórficas” del tema de ambos creadores germano-orientales se reproducen como en un juego de espejos. Y es que en el cuento de Saer un alemán oriental cae en un estado de catatonia coincidiendo con la caída del muro, que evoca el estado de coma de “la madre muerta” en Good bye, Lenin!, y sufre el delirio de creer que un replicante en Alemania del Este copia literalmente sus actos, al igual que las visitas de escolares de Occidente han sido tapadera de un espionaje que precipitó la caída del muro por el consentimiento de Alemania Oriental que habría propiciado “la ineluctable invasión”, tal y como se le hace creer a la madre tras su estado de hibernación en el copión de la película de Becker –por no mencionar al organizador de dos falsas redes de espionaje simultáneo en ambas Alemanias que ya deambulaba por El saltador del muro propiciando tal encontronazo-.

ASEXIA, MENTIRAS PIADOSAS Y MONTAJES DE TELEVISIÓN o ¿MÍMESIS O NÉMESIS?

Entonces el país, llamado alemán, fue dividido.
Ahora se llamaba así dos veces y,
por hermosamente ondulado y llano que fuera,
seguía sin saber qué hacer de sí mismo.
Tras corta reflexión, ambas partes se ofrecieron
para una tercera guerra.
Desde entonces ni una palabra más, Paz en la
Tierra.

Günter Grass, Alemania: una unificación insensata

La presunta mímesis de copiones y plagiario, pues, como “némesis”: como alineación de quien proyecta en el otro sus demonios sociales, como enajenación de quien ve en el otro sus fantasmas interiores; como mentira piadosa de los otros y bálsamo de Fierabrás.

El punto de vista de la ejemplar militante comunista distorsionando quijotescamente y hasta el delirio la realidad objetiva mediante la farsa que le hace creer en la victoria final del comunismo y en el salto masivo del muro -hacia el Este- de inmigrantes capitalistas, o de la invasión del consumismo como una evasión de Occidente y una victoria del Este –mediante la manipulación de la información con la colaboración del amigo occidental-.

¿No hay, en el trasfondo de esa farsa, una tentativa naïf e ingenuista de engañar con la verdad, de mirar el haz–merreír-, la hoz –y el martillo-, desde el envés –y el ladrillo- del muro, de poner en evidencia del revés lo que fuera el derecho de un zurdo contrariado?

El estado de coma –la caída y shock traumático alegórico en lo individual y colectivo- dará paso a un punto y coma de la recuperación del conocimiento, seguido de los puntos suspensivos de su aventura a pie en la nueva Alemania unificada –capitalista burguesa- y apunta al punto final del desenlace con el motivo recurrente de la conquista espacial.

¿PERO MAMÁ ES BOBA? o DE LO QUE PUDO HABER SIDO Y NO FUE

El título, escrito con caracteres góticos, era Woran Wir Glauben –Aquello en lo que creemos. Recorrí el escrito de una ojeada, me detuve en un párrafo y leí:

Para nosotros, tan sólo existen dos posibilidades: puede suceder, por un lado, que aquello en lo que creemos sea falso, que la Historia no nos haya llamado a llevar a cabo nuestra empresa y que nos hayamos engañado a nosotros mismos en cuanto a nuestra misión se refiere. En ese caso, no llegaremos a completarla y, más pronto o más tarde, abandonaremos el escenario de este mundo sin derramar una sola lágrima por nuestros ideales, sino diciendo: “Consideramos nuestro propósito y vimos que no era bueno”. También puede ocurrir, por otra parte, que...
Josef Skvorecky, Los cobardes

Y, en el plano más humano y personal de la madre militante ejemplar, una vez que se descubre que engañó a todo el mundo, desde el Partido a su propia familia, para ocultar su desvío pro-occidental, nos asalta la sospecha de que, de forma igualmente quijotesca, haya seguido la farsa organizada por su hijo y secundada, con mejor o peor fortuna, por familiares, compañeros y amigos, y muera con la satisfacción de que la ficción ha sido ejemplar, de que su hijo tiene la misma capacidad de impostura que ella y que él ha sido capaz de devolverle en una felicidad ilusoria la dramática farsa representada para ellos. Y esa duda, la sospecha que nos hace preguntarnos, en el final abierto, parafraseando la conmovedora ópera prima del director español Agustín Lorenzo, ¿pero mamá es boba?, parece responderse en un ejercicio de iluminaciones inter-textuales de cuentos, novelas
-y entre guiones- en el Copión de J. J. Saer: “Pero una prueba de su inteligencia, (...) es la manera en que durante una de sus últimas visitas me comentó la caída del muro y la reunificación de nuestro país. (...) Más que nadie, usted está al tanto de la ambigüedad esencial de todo discurso, que se vuelve aún mayor cuando ese discurso es la locura quien lo profiere, impidiéndonos a veces distinguir la seriedad de la ironía, la prudencia del dislate, el delirio de la simulación”.