nº 48 - Marzo 2004 • ISSN: 1578-8644
"La mano izquierda de la oscuridad"
enrique gutiérrez ordorika
“Escribiré mi informe como si contara una historia, porque me enseñaron siendo niño que la verdad nace de la imaginación”. Así comienza “La mano izquierda de la oscuridad”, un sugerente relato de la escritora norteamericana Ursula K. Le Guin que lleva más de tres décadas cautivando a los lectores de ciencia ficción, a pesar de que en él las naves espaciales y los robots futuristas pierden el espacio en favor de la literatura.

Estas palabras introductorias de Genli Ai, uno de los protagonistas y narradores de esta historia, un ficticio habitante de un imaginario planeta llamado Gueden atrapado en un perpetuo invierno, equivalen a toda una declaración sobre esa singular relación que establece la mirada literaria con la realidad. Una mirada en la que la experiencia se fusiona con lo intuido y lo revelado, cargando las palabras de significados que trascienden lo dicho y añaden al texto interrogantes y respuestas que, a menudo, hasta el mismo autor desconoce.

El escritor asturiano Xuan Bello ilustra esto en el Cuento del Lobo, que abre su recomendable Historia universal de Paniceiros, con una anécdota de su niñez. Un día de invierno vio un perro viejo, que ya sólo tenía fuerzas para morir, rondando por una campa, y llevado por su imaginación infantil no se le ocurrió otra cosa que correr a casa diciendo que había visto un lobo. Los mayores del pueblo creyeron su invención y juntaron varias escopetas para salir a espantarlo. Cuando algún tiempo después llegaron a aquel prado verde, sólo encontraron el cuerpo sangriento del perro medio comido por un lobo. Un lobo que, para su propio asombro, había salido de una invención. Y es que como dice Xuan Bello “la verdad también se inventa: la vida, se mire como se mire, es siempre una mentira más o menos bien contada”.

Tal vez por eso, por encima de clasificaciones de géneros y de análisis estilísticos, la literatura consista en encender una vela con los imprevistos destellos de la imaginación para intentar dar luz a la verdad; y quizás lo que ocurre es que la verdad desvelada apenas brilla un fracción de segundo y de nuevo se esconde, porque como advierten los lúcidos personajes de Ursula K. Le Guin en La mano izquierda de la oscuridad: cuando uno enciende una vela derrama una sombra. Del futuro sabemos que morimos y poco más, y es que como le dice el handdarata Faxe a Genli Ai en el libro: “Sólo una pregunta tiene respuesta, Genry, y ya conocemos la respuesta… La vida es posible sólo a causa de esa permanente e intolerable incertidumbre: no conocer lo que vendrá”.