nº 51 - Junio 2004 • ISSN: 1578-8644
"El Tema"
inés matute
“¿Mi ideología? Híbrida, yo soy híbrido prácticamente en todo. ¿Contradicciones? Claro está que las tengo. Como decía Paul Valéry, “je ne suis pas toujours de mon avis”. Ahí está la diferencia entre el hombre y la máquina, obligada a ser siempre consistente. Dios nos libre de la gente de una pieza y de la gente con principios. ¿No tiene usted principios? Claro que los tengo, pero son provisionales. Tampoco soy un hombre rencoroso. Si no tienes principios absolutos, tampoco tienes rencores duraderos. ¿Prejuicios? Prejuicios sí. No se puede vivir sin prejuicios. Los prejuicios son como muletas para avanzar en el proceso crítico; sin prejuicios nos derrumbamos. ¿Cuál es la diferencia entre oriente y occidente? La diferencia es mucho menor de la que dicta el tópico. Coomaraswamy decía que los sermones de Eckhart son las Upanishads de Europa. Heidegger coincide en muchos aspectos con el taoísmo y el budismo Zen. ¿Qué fue primero, el mito o el rito? San Juan dice que primero fue el Verbo, o sea, el mito. Max Müller opina lo mismo; númina viene de nomina. Los dioses comenzaron siendo nombres. Pero Goethe proclamó que en el principio era el acto. René Gorard sostiene que el principio fue la violencia. Y hasta hay quien dice que en el principio fue la simetría, y, a continuación, el campo de Higgs. ¿Perdón? Digo que caben múltiples enfoques, que todo rito es un exorcismo, y que son lo mismo pensamiento y acción”

Salvador Pániker. Un pensador que no tiene desperdicio.

Tras los acontecimientos del ya célebre 11-M, ha surgido en nuestro país un oportunísimo debate. Por un lado, los intelectuales discuten si el Islam es o no es una religión pacífica, a la luz del Corán y de quienes tienen a bien interpretarlo. Por otro, se reabre el viejo debate sobre la posibilidad real de compatibilizar culturas distintas cuando éstas conviven en un mismo marco geográfico, y, especialmente, sobre la capacidad de los modelos sociopolíticos laicos y democráticos de los países occidentales para integrar o tolerar visiones mágico- supersticiosas de la realidad y de la trascendencia.

Personalmente, apoyaré toda corriente migratoria si existe, siquiera remotamente, una posibilidad de integración en el tejido social del núcleo receptor, pareciéndome una estupidez proponer un país de fronteras abiertas si nuestras mentes y nuestros bolsillos no están igualmente abiertos a lo que se nos pueda venir encima. No creo ser racista, pero sí culturalista, y, ante todo, poco amante de la demagogia y los gestos ampulosos. Poner en duda ciertas interpretaciones del Islam parece ocioso a la vista de lo que está ocurriendo; si el fundamentalismo islámico ha provocado matanzas como las del 11-S y el 11-M, habremos de deducir que el legado de Mahoma adquiere puntuales connotaciones incendiarias. El wahabismo, versión integrista y extremada de la doctrina islámica, parece ser la fuente de estos integrismos, encabezados por Al Qaeda y financiados, según dicen, por Arabia Saudita. La actualidad informativa nos deja claro que aquí, en territorio español, grupos cercanos al wahabismo están incubando células. El ATIME – Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes- ha alertado sobre la “verdadera” situación española: en España hay 334.000 marroquíes que residen legalmente, más 200.000 que lo hacen de manera ilegal. Esta colonia marroquí representa el 90% de los musulmanes en España. La inmensa mayoría son suníes malekitas – es decir, islamitas moderados- mientras que la mayoría de los imames que predican en las mezquitas de nuestro país pertenecen al wahabismo. Dado lo preocupante de la situación, el ATIME propone la creación de un consejo islámico similar al recientemente constituido en Francia, en otras palabras, un órgano de control. Así mismo, y siempre según ellos, nuestro país debería considerar la posibilidad de financiar el Islam como hace con la Iglesia Católica; con ello se evitaría que el wahabismo saudita continuase “tutelando” a nuestros musulmanes. La propuesta es, en lo sustancial, acertada. Si la Guerra Preventiva fue en su día un desatino, quizá no lo sea tanto la adopción de medidas de control de culto “preventivas”, sobre todo si la intransigencia de algunos fieles salpimentada de proselitismo religioso acaba cristalizando en células terroristas como las ya detectadas. Los socialistas escuchan y reflexionan, pero, llegados a este punto, creo necesario resaltar que la cuestión ha dejado de tener matices exclusivamente religiosos. Si en España hay predicadores o demagogos que, con argumentos mágico-teológicos hacen apología de la violencia, estamos hablando de un asunto de orden público, que deberá ser tratado penalmente en sus casos más extremos. Poco importa que quien abre la boca sea o diga ser un clérigo si en su fuero interno es un fanático. Quien hace apología del terrorismo y promete al potencial agresor paraísos de huríes rebrincadoras tiene mucho de terrorista, y como tal debe ser tratado. ¿O tal vez no? El debate está abierto.


Jesús y Mahoma cabalgando juntos. Miniatura persa.