nº 52 - Julio/Agosto 2004 • ISSN: 1578-8644
ARQUITECTURA:
ENTREVISTA a:
Tatjana J. Radovich (arquitecta paisajista)

inés matute
Tatjana J. Radovich (arquitecta paisajista)

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La sociedad cada vez está más concienciada sobre los límites de los recursos naturales y la necesidad de proteger el medio ambiente; hoy por hoy, empezamos a estar preocupados por las amenazas que se ciernen sobre los paisajes existentes y los efectos del desarrollo sobre el entorno en general. Una profesión que tradicionalmente se ocupaba del diseño de jardines ha tenido que evolucionar para cubrir una importante misión: intentar armonizar las exigencias del desarrollo con la problemática medioambiental, a partir del diseño y de la planificación.

Cuando se construyen barrios, urbanizaciones, infraestructuras, complejos de ocio y deporte, parques, polígonos industriales, etc. se modifican los paisajes preexistentes. La escala y el impacto de dicho desarrollo puede ser una amenaza para el entorno, pero una cuidada ubicación y un diseño acertado del paisaje que logre integrar los elementos introducidos con los existentes puede crear un nuevo paisaje de calidad e interés visual.

Paralelamente a la creación de nuevos paisajes, la evolución de los condicionantes socioeconómicos conlleva a menudo el abandono y la degradación de los paisajes existentes. La renovación paisajística puede ser la clave de la rehabilitación de zonas degradadas. La calidad estética y ambiental del paisaje renovado - urbano, industrial o rural- influye positivamente en la valoración económica del mismo.

Nuestro país tiene un importante legado de jardines históricos cuyo estudio ayuda a entender las claves de la sociedad de épocas pasadas y a guiar los planes de restauración para su conservación y disfrute. Por otra parte, tenemos el privilegio de tener una gran riqueza de paisajes naturales que requieren planes de conservación y gestión para asegurar su protección.

Llegados a este punto, podríamos preguntarnos qué hace, exactamente, un paisajista: "El Paisajista planifica y diseña paisajes urbanos y rurales en el tiempo y en el espacio, basándose en las características naturales y en los valores históricos y culturales del lugar. Para conseguir este fin, utiliza técnicas apropiadas y materiales naturales y/o artificiales, guiándose de principios estéticos, funcionales, científicos y de planificación." (Definición de la Fundación Europea de Arquitectura del Paisaje-EFLA).

La formación de un Paisajista, por un lado, incluye conocimientos humanísticos y técnicos y, por otro lado, desarrolla las habilidades artísticas y creativas. El ámbito de actuación de los profesionales de la Arquitectura del Paisaje abarca desde los paisajes urbanos y periurbanos hasta los rurales y naturales. Los proyectos varían considerablemente según la escala de trabajo: desde el diseño de un pequeño jardín, pasando por los proyectos de parques urbanos, hasta la planificación a escala regional.

ENTREVISTA A TATJANA J. RADOVICH, ARQUITECTA PAISAJISTA

¿Por qué te convertiste en arquitecta paisajista, no era una especialidad un tanto “exótica” en tu tierra, Yugoslavia? ¿Qué te atraía de esta profesión?

Normalmente la arquitectura suele elegirse por tradición familiar, pero en mi caso no fue así. Digamos que se trató de una corazonada, y que he confirmado el acierto a lo largo de los años, trabajando en este campo. La arquitectura, en general, siempre me había atraído. La elección de la especialidad fue posterior. Verás, en Yugoslavia no hay tanta diferencia entre los sexos como pueda darse aquí; nuestro pasado comunista nos obliga a vernos como iguales, y creo sinceramente que hay tantos arquitectos como arquitectas y tantos médicos como doctoras. De hecho, hay numerosas arquitectas paisajistas. También hay muchas más maestras de obra de lo que pueda haber aquí. Como dato adicional te diré que en mi promoción comenzamos 120 estudiantes, que en segundo ya éramos 45 y que acabamos los estudios aprobando curso tras curso tan sólo 7. Eso depende del grado de responsabilidad de cada cual, y no tiene nada que ver con el género del alumnado.

Cuando abandonaste Belgrado te dirigiste a África. Háblanos de tu experiencia allí, del paisajismo africano.

Elegí África para mi tesis de proyecto de fin de carrera. Mis compañeros, asesorados por nuestros tutores, escogieron proyectos infinitamente más divertidos, pero a mí me apetecía hacer algo diferente, como abordar el paisajismo de Zimbawe y Zambia desde un punto de vista ecológico. La oportunidad de hacerlo in situ acabó de decidirme. Casualidades de la vida. Permanecí en Harare aproximadamente tres meses, visitando todos los parques nacionales del entorno, que son espectaculares. Cuando terminé mi trabajo, expliqué mi tesis en la Embajada de Zimbawe, que escogió a tres de sus empleados para acompañarme a Belgrado en la presentación de mi proyecto. Podríamos considerarlo una especie de intercambio cultural. Su visita dio a mi tesis un mayor empaque y logró interesar a mucha gente, no sólo a paisajistas. He de admitir que aquello me ayudó mucho en mis comienzos profesionales. Por desgracia, el futuro de mi país comenzaba a vislumbrarse muy negro. Ten en cuenta que cuando las necesidades básicas no están cubiertas, la gente no se plantea temas como el paisajismo. Entonces comencé a trabajar en marketing, pero siempre he sido ambiciosa, también orgullosa. Como provengo de una familia de clase media, yo no podía permitirme quedarme cruzada de brazos hasta que las cosas mejorasen, pero aquel trabajo no me llenaba. Resumiendo: Yo no me conformaba con aquello, y quedarme en Yugoslavia, a cualquier precio, no me interesaba. Sin pensármelo dos veces, volví a Harare y me puse a trabajar para un conocido arquitecto local. A la semana ya tenía mi primer trabajo. Dicen que África siempre te empuja a volver, y en mi caso volver fue todo un acierto. Luego estalló la guerra y el retorno quedó automáticamente descartado. Mi familia, sin embargo, sigue en Belgrado.

Y de Harare, a Europa.

En Harare aparecieron nuevas oportunidades, la posibilidad de saltar a Long Island, a Paris y a Oporto. Las distintas opciones se fueron descartando por sí solas. Siempre me he considerado una persona intuitiva: nada más pisar el aeropuerto de Oporto, intuí que allí jamás crecería como paisajista. Long Island y Paris fueron descartadas por otras razones, no menos poderosas. Cuando aterricé en España sí intuí que podría labrarme un futuro en este país: descubrir Mallorca fue definitivo. Como ya había ocurrido antes, el primer trabajo surgió a los diez días. Puedo considerarme una persona muy afortunada, aunque la vida no me ha regalado nada. Todo lo que tengo es fruto de mi esfuerzo, de mi trabajo.

¿Crees que este “vivir el momento intensa e intuitivamente” es algo propio del pueblo yugoslavo, castigado una y otra vez por sus propias convulsiones internas?

No lo sé, a mí, personalmente, no me gusta hacer planes a largo plazo. Estás intentando organizar tu vida y de repente tu pueblo es destruido por razones que nadie te explica. Planificar, con un pasado y un presente como el nuestro, carece pues de sentido. Mejor vivir el presente, buscar lo intenso en cada instante. No me gusta generalizar, pero lo que sí es cierto es que una vez en el exilio, el hecho de ser Serbia en ocasiones me ha perjudicado.

¿No temes dar el perfil de una aventurera?

Digamos que en la vida he asumido más riesgos que la mayoría de la gente, y que afortunadamente las cosas me han ido bien. En los peores momentos, siempre ha aparecido, providencialmente, alguien en quien apoyarme.

¿Cómo consigues ganarte el respeto profesional, no eres, para mucha gente, “la chica de las plantas? Alguna vez me has comentado que en algunos sectores se te toma por una jardinera de lujo...

Considero que la profesión, en sí, carece del prestigio que se merece, y en Mallorca esto es más que palpable. Esa realidad me molestaba mucho hasta hace cosa de un año. También me gustaría resaltar la falta de protección gremial. Yo he estado colegiada en el APE – Asociación de Paisajistas Españoles - y también en el ASLA, su equivalente en América. Allí funcionan como un lobby y son prácticamente intocables, pero aquí jamás se concretan sus fines. Para mayor desgracia, en mi campo también se da el intrusismo, me explicaré: algunos proyectos que son específicamente paisajísticos son trabajados por arquitectos. Gracias al cielo, poco a poco éstos se van concienciando de la necesidad de cooperar, de abordar los proyectos conjuntamente, lo cual es más profesional y siempre redunda en beneficio del cliente. A nivel trabajadores – mis proveedores, mis jardineros- te diré que he sabido ganarme su respecto, lo cual no es nada fácil. Ten en cuenta que soy la bisagra entre el cliente (que es culto y sabe muy bien lo que quiere) y el trabajador manual, el jardinero, que tiene una mentalidad más simple. Yo debo ser respetuosa con el primero y también con el segundo; debo conseguir que mis clientes queden satisfechos y mis trabajadores no se sientan incómodos, y no siempre es fácil.

¿Qué dificultades encuentra una arquitecta joven y extranjera a la hora de iniciar una andadura profesional en España? ¿Quiénes son tus clientes? ¿Cuál es su perfil?

Empezar es lo más difícil, en España y en todas partes. Creo que yo emano unas vibraciones de seguridad que son captadas por la gente. La seguridad siempre se valora positivamente. Verás, llevo muchos años en esto, y las cosas que aún desconozco, no tengo miedo de aprenderlas. Lo importante es establecer una buena comunicación con el cliente, que haya respeto mutuo. Hay que mostrar la dedicación. La gente con dinero aprecia mucho la dedicación de esfuerzo y tiempo. Y también el hecho de que les sepas ahorrar el dinero de una planta exótica. En lo que a mí respecta, también me gusta percibir que están satisfechos de mi trabajo; no me basta con el dinero, quiero su respeto. El perfil de mi cliente medio es el de una persona culta que quiere invertir mucho dinero en su jardín. Una persona sensible, enamorada de la armonía, de la belleza, de la naturaleza.

¿Cómo reciben los trabajadores a tu mando las órdenes de una mujer?

Con la gente con la que yo he trabajado el hecho de ser mujer no es un handicap. Yo busco ante todo la comunicación. Tampoco me gusta utilizar mis armas de mujer; podría hacerlo y no lo hago. Lo que verdaderamente me perjudica a la hora de trabajar son las distintas culturas cliente- mano de obra: un alemán quiere que en Mallorca se trabaje como en Alemania, y eso no es posible. Mis trabajadores tienen otro ritmo, otras maneras de hacer las cosas, y es necesario adaptarse a los usos locales. También es necesario mentalizarles de que si las condiciones meteorológicas no son las adecuadas hay que interrumpir las obras, o mentalizarles de que una planta no crece o no mejora su aspecto de un día para otro. Yo trabajo con la naturaleza, que, obviamente, tiene un ritmo propio e independiente de los intereses de quien me contrata, aunque existen fórmulas de parcheo, que son más caras pero igualmente efectivas. Podemos conseguir el efecto deseado recurriendo a los viveros, pero también podemos esperar a que la naturaleza siga su curso y la planta crezca por sí sola. La gente no siempre es capaz de ver que la plantita que coloco aquí o allá dentro de unos meses se habrá convertido en un precioso arbusto de tres metros. Yo lo sé, pero ellos lo ignoran, y ocasionalmente se ponen nerviosos.

¿Qué proyectos tienes entre manos?

Una finca del siglo XVII, varios jardines particulares, algunos patios mallorquines y un agroturismo. En general, acepto cualquier proyecto que me deje libertad para trabajar a mi aire. A medio plazo, tengo varios proyectos interesantes que por el momento prefiero no comentar.

¿Qué herramientas utilizas?

Mis favoritos son papel y lápiz, pero utilizo un ordenador por razones funcionales. Y mi cerebro y mi sensibilidad, naturalmente.

¿ Crees que el paisajismo tiene futuro? ¿En qué proyecto de futuro te gustaría participar?

Sí, puesto que tiene mucho que ver con la protección de ciertas cosas que hemos destruido, con la protección de la Tierra. Medioambiente, ecología... todo eso se valora cada día más. Hoy por hoy, volvemos a buscar el brillo de los jardines de los siglos XVII y XVIII, el esplendor y la sofisticación de tiempos pasados. ¿Proyectos de futuro? Me gustaría participar, a nivel paisajístico, en la creación de una ciudad futurista en otro planeta. Pensar qué plantas pondría, ver su capacidad de adaptación a una atmósfera distinta, convertir en realidad lo que hasta ahora ha sido pura Ciencia Ficción. Espero que no te suene muy infantil. Para mí sería todo un reto, y desde luego, una iniciativa diferente.

Y ahora una pregunta obligatoria: ¿Volverías a Yugoslavia?

Yo soy ¨Cardak ni na nebu ni na zemlji¨ (no estoy ni en el cielo ni en la tierra) En realidad soy yugoslava pero no ejerzo de yugoslava. Hoy por hoy me siento española, vivo en España y estoy muy agradecida a tu país por todo lo que me ha ofrecido. Retomando el apartado de las intuiciones, te diré que esperaré a volver a pisar el aeropuerto de Belgrado, entonces consultaré con mi instinto y sabré si ha llegado o no el momento de regresar. O si tiene algún sentido hacerlo.