ISSN 1578-8644 | nº 44 - Noviembre 2003 | Contacto | Ultimo Luke
Agata y otros ojos
"La ciudad de las bestias"

mari carmen moreno

La escritura chilena Isabel Allende ha lanzado al mercado “La ciudad de las bestias” una apuesta arriesgada dentro de su trayectoria dirigida al público juvenil La propia autora explicó en diversas entrevistas que, con anterioridad al libro, había dirigido círculos de lectura con chicos de edades comprendidas entre los 11 y los 17 años con el fin de conocer sus prioridades a la hora de seleccionar una lectura. El libro ha sido lanzado en dos formatos diferentes: del formato “juvenil” se ha encargado Montena, editorial donde han aparecido otros títulos que también han supuesto un éxito editorial, como Artemis Fowl; por su parte Plaza & Janés ha hecho lo propio lanzando al mercado el libro en su colección “Arete.”, reconocida por la calidad de las publicaciones y el prestigio de sus escritores. Estamos ante un ejemplo más de cómo fluctúan caprichosamente las catalogaciones: juvenil, adultos.....porque no existen unos parámetros que precisen qué deben leer los adolescentes y qué no. Allende, acostumbrada como está a las entrevistas, no ha tenido reparos a la hora de explicar los motivos que le han llevado a escribir el libro, que formará parte de una trilogía de la que ya ha salido la segunda parte” El Reino del dragón de oro” aunque no oculta el malestar que siente cuando se compara su obra con otras como, por ejemplo, Harry Potter. Si la afinidad se basa en el deseo de común de promocionar la lectura entre los jóvenes, ambas autoras, pese a la disparidad de estilos, participan de un afán común.

El argumento del libro es sencillo: un adolescente de 15 años, se ve arrancado de su tranquila vida familiar debido a la enfermedad de su madre. Alex deberá acompañar a su abuela en una expedición organizada por la International Geographic en busca de la Bestia, una especie de Yeti o Bifroof, que ya ha descuartizado a algunos humanos. El viaje no puede ser más emocionante, un viaje al Amazonas, pero para Alex, que no comparte, al menos aparentemente, la veta de su abuela por la aventura, el viaje no es más que un capricho del destino al que se ve abocado sin remedio.

Allende explicó cuáles habían sido sus prioridades en la gestación del libro: según ella los adolescentes tenían un lapso de atención menor al de los adultos. Por eso todo debía estar perfectamente trabado desde el principio: los personajes, la intriga, la creación de una atmósfera verosímil que dejase al lector sobrecogido por su bellaza, pero también mareado, porque el viaje a “las entrañas de la tierra” no puede dejar a nadie indiferente. Y mucho menos a un adolescente, como Alexander Cold, que más que un viaje al Amazonas realiza una peregrinación al interior de su alma.

Nuestro protagonista, Alexander Cold no oculta una cierta aprensión hacia su abuela, de quien afirma que sería capaz de empujarle a “un río infectado de pirañas”, Cuando llega a Nueva York espera que ésta vaya a recibirlo al aeropuerto, pero Kate prefiere esperarlo cómodamente en su apartamento. El recorrido desde el aeropuerto de Nueva York hasta la casa de Kate, ya supone adentrarse en la jungla “urbana”, tropezar con Morgana, una ladrona embrutecida por la ciudad, e incluso temer por su integridad. Su miedo no se disipa cuando consigue llegar al caótico apartamento de su abuela. Kate muestra su contrariedad por la tardanza del chico, en ningún momento deja entrever que halla estado preocupada por él, ni que pensase ir a recogerlo al aeropuerto. Alex se siente incómodo ante su excéntrica abuela, cree que es una falta de respeto que le obsequie con ese trato, cuando él está cansado por el viaje, preocupado por su madre e incómodo ante el destino que le aguarda.

La expedición al Amazonas, no pasa de ser una contrariedad más para un chico que no está habituado a exceder sus salidas familiares. Además la explicación de los motivos de la expedición añaden un componente más al viaje: el peligro. Acompañar a su abuela al Amazonas, formando parte de una expedición del National Gheografic que investiga a la Bestia, una especie de Yeti, o bifroof termina por amedrentarlo. No obstante, ya al principio, nos es adelantada una de las cualidades inhabituales en un adolescente de su edad: claridad para pensar. Y será esa claridad lo que en definitiva le obligará a seguir su instinto, al recordar las palabras de su padre:

“ Quieto Alexander, busca el centro de ti mismo, donde está tu fuerza. Respira. Al inhalar te cargas de energía, al exhalar te desprendes de la tensión. No pienses, obedece tu instinto.”

Nuestro protagonista es apremiado por el chaman para que negocie con los nahab ( extranjeros a la tribu), es honrado por el pueblo de la neblina con el rito de iniciación, descubre el territorio prohibido donde viven las Bestias, e incluso, evitará su masacre, junto con Nadia, al impedir que les sea inyectado un veneno mortal.

Por su parte Nadia es uno de los personajes trazados con una delicadeza especial por la autora. Para su creación Allende se fijo en el carácter de sus nietas y cruzo sus cualidades más apremiantes. Nadia se convierte en una especie de enciclopedia de lo desconocido para Alex: una chica fascinante, que acepta como propios las creencias ancestrales de los indios: es capaz de reconocer a los espíritus invisibles o de conversar con Walimai, su amigo chamán, quien acaba aceptando a Alex porque reconoce en el chico una fuerza interior, equiparable a la de un jaguar, su animal totémico. La fragilidad aparente de la niña, dista mucho de ser real: Nadia muestra un coraje fuera de lo común, vence el vértigo y el miedo a las alturas, se desprende del talismán e incluso llega a difuminarse en la niebla para conversar con los indios y salvar a sus amigos.

El resto de protagonistas, son un muestrario un tanto predeterminado a priori por la naturaleza de la narración. Algunos están trazados con cierto sarcasmo como es el caso del profesor Ludovic Leblanc, del que hacen befa continuamente el resto de sus camaradas. No olvidemos el desprecio inicial con el que trata a los personajes femeninos, su opinión sobre los indios, esos “guerreros crueles y traicioneros” que matan para probar su valía y cuya brutalidad es de sobra conocida. Recordemos sus palabras al inicio de la expedición:

“La compasión es un invento moderno. Nuestra civilización protege a los débiles, a los pobres, a los enfermos. Desde el punto de vista de la genética eso es un terrible error. Por eso la raza humana está degenerando.”

En este caso el avance de los acontecimientos será el encargado de dar al traste con sus teorías. El padre de Nadia es descrito en toda su integridad. El confía en la expedición, en su importancia para la salvación a la tribu, pese a que siente sus reservas hacia alguno de sus acompañantes, como Mauro Carías. Éste representa el lado oscuro de la naturaleza humana, el instinto destructivo, el afán lucrativo y arrastra hacia él a la doctora Omayra Torres, personaje trazado desde el principio con amabilidad, pero cuya naturaleza oculta acaba siendo desenmascarada.. Aunque el amor es mostrado como el causante de la locura de la protagonista, que se siente obligada a satisfacer su amor por el cacique pretendiendo inyectar veneno en los indios, puesto que ella asume su papel sin vacilar, es tan culpable o asesina como él.

Este libro presenta un aliciente añadido, el muestrario de un territorio que fascina al incrédulo, y no deja a nadie insensible ante los desastres que instiga el ser humano al desforestar un territorio que está considerado “el pulmón de la tierra”. Si a esto añadimos el peligroso instinto animal del hombre que siempre pretende adueñarse de lo que no le pertenece, adentrarse en territorios inexplorados y atacar inhumanamente a toda civilización libre, no podemos evitar sentir cierto desprecio. A nadie se le olvida que siempre tendemos a sentir cierta aprensión contra aquellos que luchan por defender sus principios. Todo lo que desconocemos lo desprestigiamos. Quizá nunca podamos desterrar esa bestia ni sacudirnos su olor, quizá la única civilización que quede es aquella que se oculta a nuestros ojos.

El acierto de Allende no ésta en la maestría con que recrea la atmósfera, ni tampoco en el acierto de los personajes; está en la tremenda humanidad que se desprende una vez acabado el viaje. El viaje a los infiernos no es un viaje al territorio mítico de Comala, sino un viaje hacia un Éden que existe, pese a miles de caucheros o caciques descontrolados pretenda arrebatárselo al pueblo de la neblina, único reducto protegido por la Bestia, al que no hemos sido invitados, ninguno de los que nos consideramos civilizados.