ISSN 1578-8644 | nº 37 - Marzo 2003 | Contacto | Ultimo Luke
El paso
"El arte de vivir"

josé marzo
La ciencia es necesaria para explicar el mundo, pero insuficiente para vivirlo.

Para muchos de nosotros, aunque no tengamos una formación científica especializada, nuestro modo de ver el mundo pasa por el filtro de la ciencia. Nuestra cosmovisión es científica. Nuestro universo intelectual está formado por átomos, quarks y elementos aún más pequeños, existen agujeros negros tan densos que su fuerza de gravedad retiene la luz, y el código genético de un humano no difiere gran cosa del de un mono ni del de un gusano… Pensamos así aunque nunca hayamos pisado un laboratorio de física, mirado las estrellas con un telescopio o visto una célula al microscopio. La ciencia aduce pruebas, y las pruebas están ahí para quien quiera tomarse la molestia de reproducirlas.

Sin embargo, ningún microscopio, ningún telescopio y ningún túnel de aceleración de partículas podrían explicarnos nunca cómo vivir, ni porqué, ni para qué. El calcio del hueso de un recién nacido y el de un anciano moribundo son el mismo, el potente telescopio se pierde más allá de una hermosa puesta de Sol, y el rostro de tu amante, ¿qué es, después de todo?

Piensan algunos científicos que todo lo que no es ciencia está contra la ciencia, es anticiencia. Pero el arte y lo político no están contra la ciencia. Si el arte y lo político no pueden decirnos cómo son las cosas, la ciencia tampoco entiende de belleza ni de justicia. Hay tanta verdad en la celebración de un espectáculo deportivo un día de sol como en una playa desierta el día después de una guerra nuclear.

El humanismo y la ciencia no son antagónicos, sino complementarios. Se diría que el arte de vivir es una niña que se encarama en la ciencia y se estira y roza la belleza y la justicia con los dedos.