ISSN 1578-8644 | nº 37 - Marzo 2003 | Contacto | Ultimo Luke
Chemin de fer
"En ausencia del alma"
ana santos

J´ai tout donné au soleil.
Tout sauf mon ombre.
G. Apollinaire, Alcoholes.

Desearía que mi sombra fuese alargada y eterna como la de los cipreses. Pero la luz no encuentra resistencia en aquellos cuerpos que han sido despojados del alma.

II

Podría decirse que el desengaño es una forma de emancipación. ¿Pues no es cierto que cuando alguien te decepciona está liberándote al tiempo de todo aquello que esperaba de ti?

III

Cuando tu corazón, como dice Javier Marías, deja de ser blanco, por todo aquello que no querías saber pero finalmente supiste, es difícil seguir alimentando el cuerpo con la fantasía del alma que lo habita. Cuando tu corazón está emponzoñado con las mentiras y los disparates del mundo no hay lugar para la ternura.

IV

La muerte está en todo y en todos, disfrutando bajo la piel de los que la temen y asediando a los que aún la ignoramos.

V

Mi alma? la vi por última vez el día que demolieron la vieja casa. No quiso abandonar aquellas ruinas y es probable que aún vague entre polvo y escombros. Tal vez cuando mi cuerpo vuelva a encontrar un lugar donde habitar, ella regrese.

VI

Escucho el Stabat Mater de Pergolesi y la tragedia de sus notas me hace pensar que la distancia, más allá del espacio o el tiempo, es un sentimiento similar al que expresó Luis Cernuda en Música cautiva, un total desacuerdo entre realidad y deseo. Un camino confuso entre la perversión y el cariño. Así es la distancia, no saber si decir adiós o buenos días tristeza.

VII

Ahora lo tengo claro, la melancolía no es una enfermedad del alma, sino un tímido elogio de la felicidad pasada.

VIII

No lo dudes, el fondo de la resignación no es el amor sino el odio.

IX

En idéntica proporción a la del crecimiento y envejecimiento de nuestros cuerpos, disminuye a lo largo de la vida la capacidad de ser felices.

X

Si pudiese volver a quererme, conseguiría acaso frenar este vacío que se abre allí donde antes residía el alma. La felicidad escapa por él como el agua por el sumidero.

XI

Antes, cuando crecía, me dolían las rodillas, ahora lo que me duele es el corazón.

XII

Confesar nuestras certezas sólo lleva a su propio aniquilamiento. La genialidad guardada tanto tiempo en el celo del orgullo se nos revela inocua, pueril y enloquecedora.