ISSN 1578-8644 | nº 40 - Junio 2003 | Contacto | Ultimo Luke
Desde dentro
"Luz"

mari carmen imedio
Maika está descubriendo la vida, su esencia.

Estas últimas semanas se ha dejado envolver por un hombre sabio y amante de las emociones que la coge de la mano y, mientras caminan sin avanzar un solo milímetro, le enseña a mirar y a vivir. Sin grandes alardes ni gestos ostentosos, él la invita a acompañarlo. La seduce de tal manera con sus modos de experimentar la vida, que ella se siente dentro y fuera de todo. Con él, dentro; y con él, fuera. Maika se sorprende por momentos, pero su ser le dice que desde hace más de un año algo, seguramente ella misma, la ha llevado hacia él. Percibe que juntos son completos, sabe que él la completa, y siente que ella lo completa a él. Él le ofrece la perspectiva que en ocasiones ella echaba de menos, contribuye a que en ella anide el tiempo con pausa, sin ansias. Maika intuye que antes no era toda, le faltaba él.

El viernes por la tarde charlaron con un poeta de visita en España, él lo entrevistó en francés, y ella traducirá la entrevista al español. Al día siguiente Maika le dijo que tenía ganas de emprender la aventura con él y con su caravana, y él inició los preparativos, dándolo todo por hecho, haciendo realidad el deseo de ella como si en ese instante no hubiera nada más en el mundo. La noche anterior él encendió un fuego de chimenea, y ella, sentada en el suelo, lloró. Sintió que volaba. No recordaba que algo tan sencillo y efímero como el fuego podía conmoverla así. El crepitar de la leña era Maika misma y todo lo que en ese instante la rodeaba: él, música, un bol con vino tinto, y paz, tanta presencia de paz que desear huir de ese mundo habría sido un suicidio, un desprecio a la vida. En el fuego se contemplaba a sí misma, lo contemplaba a él, y contemplaba el tiempo sin tiempo, la vida con vida.

Él vive en una casa en cuyo interior Maika se siente como en el seno materno; hasta tal punto todo en ella la conforma y la hace existir.

De noche los acompaña el sonido del fuego. Por la tarde contemplan y escuchan el agua de un embalse. El silencio del viento los sigue de cerca en el paseo de vuelta. Él le pregunta cómo podrían escuchar la tierra; ella dice que sólo tienen que tumbarse y poner la oreja pegada al suelo. Durante la noche el reloj de la caravana en la que van a dormir les regala el sonido del tiempo. Fuego, agua, aire y tierra. Los cuatro elementos envueltos en el tiempo, perceptible para ellos dos y al que prefieren no tener en cuenta para disfrutarlo así, en el ahora, sin antes ni después.

Él se sorprende cuando Maika le dice que lo que están escuchando es el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz musicalizado por Amancio Prada. No creía que ella conociera algo así, y Maika lo conoce y lo siente como si siempre hubiera estado en su interior.

Desea que él esté bien, que se sienta a gusto, que no se preocupe por nada, que tenga tiempo y todo lo necesario para llevar la vida que quiere llevar. Maika lo entiende, empieza a comprender cómo piensa y cómo siente, y sabe por qué piensa y siente así. Escucharlo preguntar “¿Hay alguien en casa?” la acerca tanto a él que es como si apenas necesitara responder para hacerle saber que sí, que ella está ahí.

Conjunción, tiempo sin tiempo, vida con vida. Luz.