ISSN 1578-8644 | nº 41 - Julio / Agosto 2003 | Contacto | Ultimo Luke
Cartas del Norte
"Regreso a Celama"
josé luis garcía
Luis Mateo Díez
El Reino de Celama
Arete - 2003

Luis Mateo Díez, ha vuelto al Celama, el mítico territorio en el que se desarrolla casi toda su obra, y le ha otorgado rango de Reino. Y ha vuelto de una forma un tanto sigilosa, de puntillas por aquello de no despertar a sus personajes. No cabe duda que La ruina de cielo, El espíritu del Páramo y El oscurecer, configuran por separado uno de los desafíos narrativos más apasionantes de los últimos años de las letras españolas, pero juntas, algo que se nos presenta ahora en forma de Antología bajo el título de El Reino de Celama alcanzan su verdadera dimensión. Las tres obras que conforman el volumen, más un pequeño apéndice con plano incluido del mítico territorio presuntamente dibujado por uno de sus personajes, Ismael Cuende, a la sazón médico del pueblo y quien se encargara de construir un censo de los muertos del pueblo en La Ruina del Cielo, es la historia escrita (y la no-escrita, aquella que nace de la portentosa oralidad o de los recuerdos más íntimos de sus personajes) de una comarca y por extensión de toda la humanidad. Porque entre sus páginas se concentra casi todo cuanto le puede acontecer a un individuo, a una familia o a una generación. Celama resulta ser la consolidación de una forma de entender y de ver la literatura cuyos contenidos temáticos trascienden lo cotidiano, porque dentro del mundo narrativo de Luis Mateo Díez, si no hubiera existido posiblemente habría habido que inventarla. Y eso, ni más ni menos, es a lo que se ha dedicado en los últimos años el autor. Van aflorando así, sucesivamente, todos los habitantes del páramo, cada uno con su particular historia. Unas más entrañables, otras más mordaces, las menos, agradecidas, pero todas igualmente curiosas a nuestros los ojos. No cabe duda que es Mateo Díez un creador de mundos novelescos cerrados en el que tienen cabida pocas y muchas cosas a la vez: los recuerdos de su niñez, su particular visión de la vida -y de la muerte-, sus fantasmas más queridos y a la vez lo más odiados.... Y esto es un poco la sensación que se desprende de la lectura de las novelas agrupadas bajo el título de El Reino de Celama. Lo que no es poco, ya que si es posible que Celama existiera mucho antes que su creador, forma parte junto a Macondo y Comala de una geografía llamada a resistir el paso del tiempo, cargada de simbolismos que aluden a la desaparición del espacio rural como forma de vida. Y eso es más de lo que se le puede pedir a una obra literaria. Celama y sus lugares son el lugar del regreso para unos y de la huida para otros. Obra cargada de simbolismos, El Reino de Celama invita a la reflexión sobre la inoportunidad del ocaso y deja ver la ascendencia de una literatura que apela a envejecer con dignidad, esto es, una literatura atemporal, cualidad que a menudo parecen olvidar algunos de los más granados premios literarios de este país, mas obcecados por ver aumentar la cuenta de su libretón que por entregar obras dignas no empañadas que nos ayuden a olvidar un tanto la mediocridad de nuestra propia existencia.