ISSN 1578-8644 | nº 41 - Julio / Agosto 2003 | Contacto | Ultimo Luke
ENTREVISTA
"Care Santos": Escritora

inés matute

Care Santos

Care Santos (Mataró, Barcelona, 1970) es autora de más de una docena de títulos, algunos de ellos dedicados al público juvenil. Ha publicado varios libros de relatos, como Intemperie (Premio de Narrativa Ciudad de Alcalá, 1995, recientemente recuperado, en versión revisada por la autora, por Páginas de Espuma) o Solos (Pre-textos, 2000), y varias novelas, entre las que destacan Trigal con cuervos (Premio Ateneo Joven de Sevilla, 1999) o Aprender a huir (Seix Barral, 2002). Entre sus títulos para jóvenes destacan Operación Virgo (Diagonal, 2003), Laluna.com (último premio Edebé) o Hot Dogs (Premio Gran Angular de libro para jóvenes, 2000). Algunas de sus obras han sido traducidas a otros idiomas. Care Santos ejerce la crítica literaria en El Cultural, suplemento del diario El Mundo.

Gracias a Opera Prima, tu sección en el cultural de El Mundo, muchos de nosotros hemos descubierto a autores que de otra forma pasaran desapercibidos. ¿Cómo te sientes en tu faceta de descubridora de talentos?.

Cada vez peor. Descubro que cuantos más años pasan, más me cuesta pasarme al otro bando, más responsable me siento de cada frase que escribo en favor o en contra de un libro cualquiera. Y mido mucho mis palabras, porque ahora sé bien lo que cuesta escribir una novela, sea buena o mala: mucho, muchísimo. Tendré que acabar por dejar la crítica, lo sé.

Eres una de las autoras mas prolíficas del actual panorama literario. ¿En qué género te sientes más cómoda o consideras que te desenvuelves mejor?

En el relato breve, sin duda. Siempre me han gustado los textos cortos (como autora y como lectora), del mismo modo que siempre me han gustado los hombres altos. Lo que sucede ahora es que cada vez me gustan los hombres más altos y los textos más cortos. Ahora pruebo suerte con los microcuentos. Sin abandonar los relatos, las novelas, las nouvelles. Me gusta ser todo-terreno.

Háblame de Trigal de Cuervos, novela con la que te diste a conocer al ganar el Ateneo Joven. Cómo nace.

Nace a partir de la sensibilidad por la historia del pueblo armenio y de un interés previo por escribir algo que fuera parábola del siglo XX, aunque suene pretencioso. Eso, a grandes trazos. También tengo que hablar de pasión, que es motor de mi vida en todos los ámbitos. Hay en este libro algunas pasiones: literarias, históricas, personales... Espero que el lector se contagie de ellas.

Tu iniciativa de publicar “Ciertos testimonios” en una Editorial Venezolana resulta bastante chocante.¿Qué motivo te llevó a publicar con ellos?

Uno de los más poderosos: la amistad. Israel Centeno y Graciela Bonnet, los editores de Memorias de Altagracia, me pidieron un original para una colección que estaban dirigiendo con mucho esfuerzo y mucha ilusión. Se lo mandé, les gustó y me faltó tiempo para aceptar su invitación a publicarlo allí. Era, además, un libro muy latinoamericano, y me ilusionó mucho que se publicara, precisamente, en América Latina, una tierra con la que yo mantengo mi dilatada y apasionada historia de amor.

¿Qué le dirías a un joven autor desorientado a la hora de dirigir su carrera literaria?

Ante todo, que se repitan cada mañana estos versos de Machado:

Sabe esperar / aguarda que la marea fluya / -así en la costa un barco- sin que el partir te inquiete. / Todo el que aguarda sabe / que la victoria es suya / porque la vida es larga / y el arte es un juguete. / Y si la vida es corta / y no llega la mar a tu galera / aguarda sin partir y siempre espera / que el arte es largo y, además, no importa.

Mientras los van asimilando les recomendaría leer -mucho y, sobre todo, bien- escribir siempre y tener mucha, mucha paciencia.

¿Cómo surgió la idea de la Asociación de Jóvenes Escritores? ¿Qué objetivos perseguías?.

Surgió de la necesidad conjunta de compartir experiencias creativas. El objetivo más importante era la publicación de obra de autores inéditos. Editábamos una revista, que primero dirigía yo y después el poeta Toni Montesinos. Descubrimos muchos nombres. Estuvo bien. Pero con los años he aprendido que pertenecer a un club no te vuelve lo que quieres ser. Y que escribir es una labor en solitario.

¿Por qué murió la Asociación?. Es decir, siempre se afirma que en la unión radica la fuerza. ¿Por qué su desaparición en unos momentos de esplendor en las letras?. (Todos los diarios mantienen suplementos literarios, abundan las revistas y publicaciones...)

Para ser rápida: la maté porque era mía. Tocó techo, o lo toque yo, no sé. O lo tocamos las dos personas que más trabajábamos en ella: Toni y yo misma. Llegó el día en que aquello no tenía sentido. Tampoco había relevo, y las militancias tienen una edad, que termina por pasar. La vida nos pidió que eligiéramos entre aquello y nuestras propias carreras literarias. Y la elección fue fácil.

¿Cuál es tu opinión sobre la critica literaria en nuestro país?. ¿Crees que es generosa con los autores?.

Sí. En muchas ocasiones demasiado generosa. Hay que distinguir entre la crítica académica, que goza de más o menos buena salud y la que se ejerce desde las páginas de los suplementos literarios, que es el territorio de la mediocridad. Demasiado lucimiento personal, demasiados fuegos artificiales, demasiada gente que no lee las novelas que critica, demasiado amiguismo, demasiada pedantería. Aunque no puede ser de otra manera, visto cómo se trabaja.

¿Por qué tengo la sensación de que como escritora, y también como mujer, eres de las que no se muerden la lengua?

Porque así es. Yo, como Sabina: Por decir lo que pienso sin pensar lo que digo, más de un beso me dieron y más de un bofetón. En fin.

¿Emoción o provocación? ¿Qué tal emoción provocadora?

En arte, de ambas cosas. Emoción primero y sobre todo. El arte que no emociona no me interesa. Si la emoción llega a través de la provocación, mejor que mejor. Predico con el ejemplo. A Aprender a huir me remito.

Escoge un adjetivo para cada una de las siguientes novelas:

¿Sólo un adjetivo? ¿Qué tal un sintagma de vez en cuando?

El tango del perdedor. Primeriza en lo bueno y en lo malo.
Trigal con cuervos. Apasionada. Acaso demasiado.
Aprender a huir. Mi hijo más guapo (hasta el momento). Mi favorita.
Okupada. Paradójico: Mi novela más conocida surgió del encargo de una editora amiga.
Krysis. Muy cinematográfica. La que más.
La muerte de Kurt Cobain. Nirvana me sigue gustando seis años después.
La ruta del huracán. Mi adorada América Central.
Te diré quién eres. La más autobiográfica. Ahí está mi adolescencia.

Con la perspectiva que da el paso del tiempo, ¿rescribirías alguna de tus novelas?

No. Rescribir no tiene sentido y corres el riesgo de pasarte la vida rescribiendo. Si se publica es, precisamente, para evitar eso, para dejar de corregir. Además, los textos son hijos de un momento y unas circunstancias irrepetibles. Conviene dejarlos como están y pasar a otra cosa. Avanzar.

Andreu Sotorra y tú acabáis de ganar el premio Edebé de literatura infantil y juvenil. ¿Qué supone un premio en la vida de un escritor, una palmada en la espalda, la confirmación de que lo que uno hace tiene un sentido?

Sí, pero también un montón de compromisos y de farándula que te alejan de lo verdaderamente importante. Conviene olvidar de inmediato todo lo que te ha pasado y volver al trabajo lo antes posible como si jamás hubieras ganado ni publicado nada.

¿Qué estás preparando en estos momentos? ¿Eres ambiciosa?

Ambiciosa, mucho, pero también trabajadora. Por aquello de que ambiciones pequeñas requieren esfuerzos pequeños. Ahora mismo barrunto una novela que empezaré a escribir pronto. Estoy en fase de documentación, de trabajo de campo, de construcción. La mejor.

¿Crees que una buena dosis de ambición es necesaria en el solitario mundo de la creación o piensas que el escritor debe mantenerse al margen de lo que es puro marketing?

Creo que la ambición y el marketing no tienen nada que ver. La ambición no sólo es la de quien aspira a vender cien mil ejemplares, también la del que aspira a unos ideales estéticos, a un modelo de escritura más o menos difícil de alcanzar. Es necesario ser ambicioso. En el mundo de la literatura y en cualquier otro. Sin dejar de ser realista, claro está.

¿Cómo te ves dentro de 40 años, tal vez como Ana María Matute?

Ana María es irrepetible. Me gustaría seguir en activo y con ilusiones. Y no sólo en lo profesional.