ISSN 1578-8644 | nº 41 - Julio / Agosto 2003 | Contacto | Ultimo Luke
Leer a oscuras
"Los agachados"

borja de miguel

La Estrella es un barrio de una ciudad indeterminada en el que los nombres –todos los nombres, pero especialmente el de las personas- tienen una relevancia determinante. En el barrio de La Estrella “la mayoría de los habitantes […] llevaba escrito en el nombre la marca de su propia fortuna” y por eso encontramos a personas como Parafina Perfumada (farmacéutica), Ernesto B. Güevero (estudiante revolucionario), Fantasio Patrañas (uno de los dos narradores de la historia), Sétimo (hijo único de Vicenta –o Luna, o Abril, o Luna de Abril, según el momento- y del “sétimo fornicador” de ésta cuando tenía dieciséis años), la Guinda (mexicana inmigrante cuyo clítoris es anormalmente grande y rojo y que acaba degollada y con las bragas en la cabeza), o como Paloma Talvez y Justino Probo (jueces), Prudencia y Caridad (hermanas), Grímpola, Enodio, Fátima Lafatua…

También pertenece a La Estrella Hilario Carnicol, el otro narrador de la novela. Mientras Patrañas afirma cosas como que “La madrugada es espesa, como si un ardor canalla aplastara el barrio menguándolo todo, martirizando sin piedad el sueño o la vigilia de los habitantes” o “una luz cinérea mancha ya el oriente, empañado por el pertinaz sofoco que no se compadece siquiera de las primeras horas de la mañana” (así, en cursivas), Carnicol escribe “¡Qué hostias pasa aquí!” (así, en redondas). Y la cosa va a más: cuando Carnicol pone “se la follaba”, Patrañas tacha y escribe “la poseía”, y donde éste dice “le dio un beso en la frente” aquél corrige y señala “en la guinda”. Durante toda la novela se mantiene este juego que, además de no hacerse pesado, refuerza el tono de humor –cruel a veces- con el que está escrito el libro. Y así, por encima de las controversias y rivalidades -turnándose unas veces e interrupiéndose otras-, entre Hilario y Fantasio consiguen contar una historia coral llena de víctimas cotidianas y de rencores que refleja bien la vida en España durante la última mitad del siglo.

Jorge Márquez (Sevilla, 1958) es autor y director teatral (también director del Festival de Teatro Clásico de Mérida), y esto es algo que se nota en su novela. El argumento: algo así como la venganza de Edipo (aunque en el texto no se termina de desvelar, todo apunta a que esta vez es el padre quien mata a su mujer por haberse acostado con el hijo). El epílogo: una especie de coro griego que explica el porqué del nombre (y del destino) de muchos de los habitantes de La Estrella. Además, la importancia de los diálogos y de las acciones de la novela constantemente hacen pensar en un escenario.

“Los agachados” es un texto de mezclas en el que el contraste principal viene de la convivencia de lo clásico –Fantasio Patrañas, algunos personajes, algunos escenarios…- con lo moderno –Hilario Carnicol, algunas escenas, algunas voces... Y es esta mezcla lo que lo hace interesante y novedoso. Independientemente de que se pueda considerar la novela buena o más que buena, está claro que al escribirla Márquez buscaba crear algo diferente pero sin dejar de tener los pies en la Tierra. Y como ya había hecho en su primera novela –“El claro de los trece perros”, Premio Ciudad de Salamanca-, optó por explotar las voces narrativas, algo que parece formar parte ya de su estilo. Lo que consigue es una novela transgresora y tradicional en su justo equilibrio. Un libro divertido. Un trabajo bien hecho.