ISSN 1578-8644 | nº 41 - Julio / Agosto 2003 | Contacto | Ultimo Luke
"Tratado sobre los buitres"
arantza fernández
“ Tratado sobre los buitres” es el título que Niall Binns ( Londres, 1965) ha escogido para el poemario que resultó galardonado con el Premio “Gabriel Celaya” de 2002. El autor, especialista en literatura hispanoamericana, como poeta que es, explica e indaga en verso la vida y costumbres de los carroñeros, planea sobre ellas, las otea y de ellas se alimenta para desarrollar un pequeño ensayo a la manera de los naturalistas.

No es en vano, por tanto, que los primeros versos vayan precedidos de una cita de F. Marcuello entresacada de “ Historia Natural y Moral de las Aves” ( 1617), como tampoco lo son las enumeraciones, el didactismo del estilo, las notas bibliográficas, las citas de las enciclopedias, ni su lengua clara como la muerte en las Ciencias Naturales.

El tratado consta de cuatro partes: “Los hombres”, “Los buitres”, “De cuando el buitre se hizo matador...” y “Vocación de carroñero”. La pregunta medular que se hace el científico/ poeta es la razón que lleva a algunos buitres a preferir la “ carne viva”, a convertirse en depredadores, en contra de lo que suponíamos que era su habitual y paciente naturaleza de asedio.

Su técnica de trabajo es impecable: enunciará unas cuantas teorías que se traducen en otros tantos poemas y en un experimento con veinticuatro instrucciones que cumplir para comprobar si, efectivamente, como relató la prensa navarra, las aves carroñeras matan para poder obtener alimento.

Como es norma, la indagación pasa por delimitar el objeto de la investigación: ¿Buitres? ¿Qué es un buitre?

Los primeros poemas dedicados al “ Homo Sapiens” incluyen la composición “ y sin embargo”, que no es más que la recogida de aquellas definiciones – diccionarios en mano– que identifican al hombre con las aves carroñeras. Esta primera parte prosigue hasta culminarse en “Los restos de la vaca cuya carne como...”, un verdadero poema de comunión: “ Los restos de la vaca cuya carne como/ fueron tirados al suelo por alguien que desconozco/ barridos del suelo por alguien que desconozco/ recogidos por alguien que desconozco en una caja/ transportados a un vertedero/ y comidos por un buitre // Carroñero él, carroñero yo”.

“Gyps Fugus”, “Aegypius monachus”, “Gypaetus barbatus”, “Neophron percnopterus” son algunos de los títulos de este bestiario escrito en “ el horizonte del nuevo milenio” en el que “ lloran todos en el campo de batalla” pero “ Ríense y se alimentan, sobre todo los buitres”. Distintos nombres para una única ave reina, distintos habitats resumidos en vertederos, distintos animales que vivimos al calor palpitante de la muerte y nos resumimos en una sola palabra: buitres.

Pero el ornitólogo no podía menos que valerse de su sabiduría poética para transmutar sus reflexiones en un tratado filosófico moderno; su trabajo de campo quedará pues, inserto en el campo de lo moral: “Un hermano menor es siempre una molestia/ Su vida es un esfuerzo febril por usurpar/ el papel que corresponde al primogénito.../ No pienso – sin embargo ceder un centímetro/ Si hay hueso suficiente para uno, es para mí// No tengo inconveniente en dejarle comer/ si me harto// Al fin y al cabo es mi hermano menor// pero no me harto// nunca.

La técnica es la exposición sin más, de los despojos de nuestras costumbres, la vivisección pública de nuestros actos.

Niall Binns se relaciona con cierta postura artística anglosajona que él mismo señaló a propósito de la publicación en España de “Birthday Letters” de Ted Hughes. Escribió acerca de la presencia de los animales en el poemario de éste, que “ son animales que desentrañan, en una poesía violenta que machaca a golpes, los vestigios de los buenos modales británicos”.

En “ Tratado sobre los buitres” muchos de los poemas son feroces espejos. La imagen que nos devuelven es la “ Saturno devorando a sus hijos”. Nos contemplamos incrédulos, las tripas de la verdad sobre la mesa de operaciones. El corte para la disección no hubiera podido ser mejor. Segundos antes el fogonazo del flash nos deslumbraba. El zoólogo/ poeta había conseguido retratar a los buitres por sorpresa e inmovilizarlos.