ISSN 1578-8644 | nº 41 - Julio / Agosto 2003 | Contacto | Ultimo Luke
Agata y otros ojos
"Una vez acabado el curso"

mari carmen moreno
Una vez acabado el curso, el profesor debe hacer balance sobre su gestión como docente. No creo que en este balance deba prevalecer el porcentaje de notas, los consabidos resultados de aprobados o suspensos que en un primer momento parecen cuestionar nuestra profesionalidad. Creo que en ese balance deben tenerse en cuenta otras cuestiones que no se reflejan en las notas de evaluación. Se trata de preguntarnos si en realidad hemos contribuido al desarrollo integral de nuestros alumnos, si les hemos enseñado no únicamente los contenidos de nuestra materia sino otra serie de valores que les ayuden a formarse como personas.

Los alumnos no quieren suspender –eso es obvio- pese a que en muchos casos no quieran participar en su aprendizaje y permanezcan absortos en su mundo, mostrando una rebeldía innata. Esa apatía con la que asisten a clase va unida a la desmotivación que a veces provoca el profesor si no sabe motivar a sus alumnos. Estoy convencida que uno de los puntales de nuestra labor pasa por buscar las estrategias necesarias para conseguir que nuestros alumnos se interesen por lo que enseñamos. Si no creamos ese ambiente propicio estamos abocados al fracaso porque nuestros alumnos no querrán participar en su aprendizaje y nosotros nos creeremos los tópicos consabidos y achacaremos el error a la falta de base, a su incapacidad por mostrar atención, a su poca “educación”, etc.

El otro día uno de mis alumnos me dijo que lo que propiciaba que participase y tuviese verdaderas ganas de aprender era el propio profesor. Si realmente el profesor le “caía” bien, el alumno se esforzaba, en el caso contrario “pasaba olímpicamente de las clases”. Claro que mi respuesta pretendió hacerle comprender que se trataba de su educación, que no debía supeditar su enseñanza a sus opiniones subjetivas acerca del profesor. Era de él de quien dependía su aprendizaje, él decidía si debía o no participar en su aprendizaje, si asumía el reto, si quería aprender. Pero en el fondo recordaba mis propia etapa de aprendizaje, cuando yo también estudiaba y sopesaba mi propio esfuerzo. Inconscientemente nosotros también hemos disfrutado y aprendido mucho más cuando el profesor realmente creaba un ambiente idóneo, traspasaba el umbral y nos hacía disfrutar de sus clases, nos hacía sentirnos personas importantes. Aquellos profesores nos enseñaban no únicamente materias sino valores que han pasado a formar parte del poso de nuestra integridad como seres humanos.