ISSN 1578-8644 | nº 35 - Enero 2003 | Contacto | Ultimo Luke
La poesía si es que existe
kepa murua

El poeta ha reconocido el rostro de un viejo amigo en los periódicos. Otro poeta, un hombre que ya no está entre nosotros. Un hombre comprometido con su vida, con su escritura, con sus libros y aquellas cartas que escribía desde el exilio. Ahora se recupera su memoria, aparecen libros inéditos, rejuvenecido y distante su fotografía es elegante. Pero el joven poeta no puede olvidar la amargura del viejo poeta, no puede disimular su recelo. Aquellos que no quisieron saber de él, hoy le respetan porque está muerto. Aquellos que hoy lo leen no quisieron leerlo en su momento. El poeta que arrinconó su orgullo en el frío hielo de la desmemoria y la desconfianza, el hombre que no pudo volver a su país porque pagó con su exilio su honestidad y su independencia. Sus poemas hablaban del mar, de los niños, de una tierra que en sus novelas era el compromiso con la realidad más pobre con un único testigo. El hombre aislado que ve cómo su país olvida la libertad por la comodidad del momento. Un instante que siempre le avergonzaba, un tiempo que le llevó a sufrir en sus propia carne el silencio que cuando te toca es como si todo alrededor oscureciese. Ahora se pregunta el joven poeta, por qué no antes cuando lo necesitaba. Ahora cuando está muerto y nadie le acompaña. Ahora que el tiempo intenta recuperar algo que no le corresponde. Ahora que tiene importancia un país que no le quiso. Que no le dio cobijo como hombre cuando él se sabía, entre sus semejantes, poeta. Ahora que no tiene remedio.