Sección: LITERATURA
Serie: Leer a oscuras
Título:
The Next Generation
Autor: Borja de Miguel
e-mail: borja@espacioluke.com

nº 32 - Octubre

Página de inicio
Literatura
Música
Arte
Opinión
Arquitectura
Cine


Números anteriores
Tablon de anuncios
Enlaces
e-mail

“THE NEXT GENERATION” es la nueva etiqueta que aparece ahora con el ambicioso propósito de agrupar a los escritores norteamericanos más representativos tras los atentados del 11-S. Y digo que “aparece la etiqueta” y no que “aparece la generación que llamamos...” porque todo apunta a que es así, a que el boom –y nunca mejor, o peor, dicho- de las torres gemelas es un filón que no se podía desaprovechar. Después de un fin de siglo representado por la Generación Beat o la Generación X, el siglo XXI no podía ser menos y qué mejor que una señal tan poderosa –y con tantas posibilidades comerciales- como los terribles atentados a Nueva York para hacer borrón y cuenta nueva y marcar el comienzo de otra época cambiando, también, de Generación. Conceptualmente todo cuadro pero parece un poco como las biografías que, al mes de producirse los atentados, salieron por todo el mundo de Bin Laden: ¿Sabían desde un año antes que sucederían los atentados y por eso tuvieron tiempo para preparar esas ediciones para el momento justo? ¿O aprovecharon la coyuntura para hacer un “corta y pega” a contrarreloj de datos y anécdotas del saudí, obligándose a sacar al mercado unos libros que, por fuerza, se iban a vender? Más bien parece esto la Next Generation, un nombre redondo que no se podía dejar escapar, un corta y pega de buenos escritores norteamericanos.

El problema es quizás ése, que el marketing se ha adelantado a los creadores y ha impuesto una generación que aún no existe como tal –aunque no sería raro que llegara a exitir- pero claro, cómo decir que no a que la industria te proclame bandera de los tiempos modernos, con la popularidad y los royalties que eso supone. De todas formas, aunque la mayoría de ellos no se sienten cómodos con la etiqueta, sí se consideran amigos –pero no hermanos-, y hay uno –David Foster Wallace-, quizá de los más importantes, que no sólo dice que no se considera parte del grupo sino que afirma que tal generación no existe. También es curioso que todos los escritores sean norteamericanos: ¿No estamos en un mundo globalizado? ¿No nos afecta y nos marca igual a todos –al menos a los occidentales- los hechos sucedidos en N.Y.? ¿No puede ser mi vecino de abajo un escritor de la Next Generation? ...Estados Unidos se lo guisa y nosotros nos lo comemos... Pero dejemos ya de hablar de marketing y hablemos de literatura, que es lo que nos ocupa.

La llamada Next Generation está formada por escritores como Michel Chabon, David Sedaris, Heidi Julavits, Chuck Palahniuk, Jonatham Lethem, el ya mencionado –contra su voluntad- David Foster Wallace, Matthew Klam, George Saunders... Entre ellos acumulan galardones y éxitos como el Premio Pulitzer-2001 (Chabon), el Premio Nacional de la Crítica en Estados Unidos (Lethem), historias llevadas al cine como el conocidísimo Club de la lucha (Palahniuk), programas de radio de gran audiencia en Estados Unidos donde contaba algunas de las historias que ahora pueden leerse en sus libros de relatos (Sedaris)..., por no mencionar el peso de una figura como la de Wallace. La disparidad literaria –desde novela negra hasta cuentos, desde Brooklyn hasta la América rural- se contrapone a una proximidad de edad ya que, prácticamente todos, nacieron en la década de los ´60. Sería difícil hablar de cada uno de ellos, más aún teniendo en cuenta que son todos autores de calidad y con una trayectoria considerablemente densa. Pero, por centrarnos, comentaré la obra de David Sedaris (Cíclopes) que acaba de salir a nuestro mercado.

Sedaris se caracteriza por el humor, por un humor punzante y un poco amargo –a medida que avanza el libro es más amargo que gracioso- y por utilizar el género del cuento como vía para contar sus historias. Su ascendencia griega parece proporcionarle una cierta distancia que le permite plasmar el estilo de vida americano con una lucidez y curiosidad especial. Porque sus historias básicamente nos hablan –como sucedía con Carver- de la forma de vivir que tienen algunos americanos, de sus incoherencias, de sus locuras, de sus miedos, vicios y obsesiones más que de sus capacidades y virtudes. Y de las absurdas situaciones que pueden llegar a vivir. Abiertamente gay, la homosexualidad es un tema que, de alguna manera u otra, termina saliendo en muchos –o todos, si se miran con perspicacia- de sus escritos. Pero la naturalidad y desparpajo con la que la muestra no tiene nada que ver con los tópicos a los que la etiqueta “gay” nos tiene acostumbrados, no sólo en literatura (ni excesos de amaneramiento y sentimentalismo ni excesos de basteza o sordidez con intención provocadora). El componente gay es uno más dentro del relato pero el texto en realidad habla de otra cosa. Es como esos escritores que siempre ambientan sus novelas en París o Nueva York: no escriben sólo para los parisinos o los neoyorkinos. En general, su estilo es muy dinámico, manejando muy bien la estructura narrativa, y los hechos disparatados que relata, unidos a un narrador en primera persona, hacen que la intención de hacer reír se cumpla con eficacia y recuerda un poco a las películas de Woody Allen que él mismo portagoniza. Porque no hay nada más gracioso que uno mismo riéndose –con estilo- de sus propias desgracias. Otros títulos suyos son “Me Talk Pretty One Day”, “Naked” o “Barrel Fever”.

Al igual que Sedaris, el resto de autores mencionados en esta reseña son recomendables. Cada uno con sus particularidades, su estilo y sus lugares recurrentes..., aunque aquí ya entra el gusto de cada lector. Merece la pena leerlos a todos pero, eso sí, como escritores individuales y no como un equipo de fútbol. Que de eso ya tenemos suficiente en la tele.



David Sedaris