Sección: OPINION
Serie: El Caballo de Troya
Título:
El Otoño
Autor: Amado Gómez Ugarte
e-mail: amado@espacioluke.com

nº 32 - Octubre

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Nada se detiene. Tras la travesía festiva, noctámbula y transgresora del verano ya abre sus puertas el apaciguado otoño para que nos adentremos en su paisaje, bello pero triste, de hojas caídas y árboles desnudos. Los muertos suelen lamentarse de las cosas que no hicieron, de las ilusiones que dejaron marchar mientras vivían y de lo poco que dura la existencia. Decía el gran actor Vittorio Gassman, fallecido hace dos veranos, que el único error de Dios fue no haber dotado al hombre de dos vidas: una para ensayar y otra para actuar. Los relojes corren siempre en nuestra contra. La vida es también un deporte olímpico en el que nos aguarda la meta. Por eso es conveniente aprovechar el tiempo, ganarlo. Y aprovechar el tiempo no tiene por qué ser eso que el capitalismo ha puesto de moda: ganar más dinero. Hay pequeñas cosas, detalles, destellos (un atardecer anaranjado, una alfombra de hojas secas, una sonrisa) cuyo valor no puede medirse en euros, pero que ofrecen una rentabilidad inmejorable en forma de sentimientos. Sin embargo, le damos tanta importancia al bienestar económico que decimos de alguien que tiene la oportunidad de su vida cuando puede ganar de golpe una buena cantidad o conseguir un trabajo muy bien remunerado o invertir sus ahorros pensando en multiplicarlos. Cualquier cosa que huela a dinero. Y puede que las verdaderas grandes oportunidades pasen inadvertidas por nuestro lado cuando ignoramos un atardecer anaranjado o una alfombra de hojas secas o una sonrisa. El otoño no es el final de nada, sino el eterno tránsito hacia una nueva estación. Los días son más cortos, pero las noches más largas. Lo que mengua de un lado crece por otro hasta completar la cifra exacta. Los poetas, los buenos y sobre todo los malos, le deben mucho al otoño. Sin él no tendrían motivos de inspiración para sus versos melancólicos ni para hacer metáforas de la edad perdida. Y no es que no tengan razón los poetas, que para eso el mismo Aristóteles dejó dicho que hay más verdad en la poesía que en la historia. Pero también hay esperanza en una hoja mustia, y la madurez que representa es un camino inevitable y necesario en la naturaleza. De lo viejo surge lo nuevo, y de lo antiguo lo moderno. Los años te hacen más lento y, a la vez, más sabio. La prisa casi nunca lleva muy lejos, la sabiduría da prudencia. El otoño es como un viejo tronco de árbol en el que los pequeños corazones, que fueron grabados por los antiguos amantes, han agrandado con la edad. Otra cosa es que ya nadie se detenga a grabar corazones en los árboles y prefieran fumar porros en las esquinas de cemento o tomar cubalibres en oscuros cubiles ruidosos. Los que ciertamente disfrutan del otoño, sin sentimentalismos, sensiblerías ni complejos, son precisamente los jubilados que aprovechan los ya míticos viajes del Imserso, y que se disponen, como cada año por estas fechas, para embarcarse en la aventura épica de buscar, en el salón de baile de un hotel de tres estrellas de Benidorm, la esencia de la eterna juventud. Los demás, a fastidiarse y a trabajar o a pisar hojas muertas en la cola del paro.