Sección: ARQUITECTURA
Serie: ---
Título:
Lo evitable. Arquitectura prefabricada
Autor: Juan Carlos Prieto
e-mail: prieto@espacioluke.com

nº 33 - Noviembre

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Quizás una de los mayores conflictos con respecto al desarrollo de la arquitectura en el último siglo, especialmente la popular, haya sido la falta de entendimiento del caracter propio, la singularidad y el hecho particular de cada estilo y características constructivas tradicionales y materiales propios de cada zona.

A esto además hay que añadir las interferencias que supone la introducción en Europa de la industrialización como medio de globalización en cuanto a que posibilita el uso de elementos de fácil reproducción, con precios accesibles y modelos standarizados que marcan la distancia entre el desarrollo (la ciudad) y lo tradicional (el campo), en definitiva el acceso a las grandes producciones industriales frente a las escalas reducidas artesanales ha marcado la diferencia de economías urbanas y rurales.

La arquitectura no es más que una muestra de estas realidades, mientras la ciudad evoluciona mediante la modificación de escalas, infraestructuras y diseño gracias a la gran capacidad productiva de sus industrias y a la gestión burocrática de sus servicios, el pueblo se estanca, se vacía paulatinamente, se congela en el tiempo a causa de un enorme despoblamiento de sus gentes que emigran a las ciudades en busca de recursos.

A finales del siglo XX se vuelven a redescubrir las zonas rurales, comienza un proceso de revalorización de los pequeños espacios, con la necesidad de escapar de las grandes ciudades a causa de su insostenibilidad (la industrialización no solucionó todos los problemas), se busca la recuperación del campo como lugar de descanso y de reencuentro con la naturaleza.

Es en este punto donde el conflicto se produce porque se pretende volver al campo con las condiciones, estilos y mecanismos propios de entornos urbanos. Se pretenden casas con más comodidades aún que en la ciudad (y eso es posible naturalmente, el espacio es mayor) pero lo peor es que se intenta conseguir vivir en el campo mediante la construcción rápida mediante artefactos prefabricados o evocar arquitecturas tradicionales mediante fórmulas standarizadas. El ejemplo de la imagen es muy significativo, una casa prefabricada que más bien parece una caseta de obra, a la que se pretende dignificar con una escalera con balaustre de piedra artificial obtenida con un molde de silicona que remata un despropósito.

Lo cierto es que naturalmente este tipo de actuaciones es evitable, tan sencillo como se construye es posible eliminarlo, aunque lo más difícil se concienciar a quienes pretenden volver al campo que la prefabricación mal entendida provoca el alejamiento de la arquitectura popular, de nuestras auténticas señas de identidad.