Sección: ARTE
Serie: El abismo de la mirada
Título:
El Dublín cumple cinco años
Autor: Txema G. Crespo / Pradip J. Phanse
e-mail: pphanse@yahoo.com

nº 28 - Mayo

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(Para Pili y Luismi)

El Dublín cumple cinco años el 9 de mayo. Por esas mismas fechas, cientos, miles, de cafeterías, bares, pubs celebrarán sus efemérides correspondientes, sin ninguna trascendencia ni falta que hace. Pero con el Dublín estamos ante la vieja máxima del periodista: que un perro muerda a un hombre no es noticia; la noticia es que un hombre muerda a un perro.

El Dublín abrió sus puertas en el centro de Vitoria-Gasteiz, una de las ciudades del País Vasco. Lo hizo en la plaza de la Virgen Blanca, ese lugar tradicionalmente ocupado en todas las ciudades por cafeterías para turistas y vecinos de toda la vida, de esos que están encantados de saludarse. El nombre, de resonancias literarias y musicales agradables para cualquier persona de buen gusto, estaba contaminado por la proliferación de esas tabernas irlandesas de pega que tanto éxito está teniendo en la Península Ibérica. Vamos, que en principio no tenía muchas razones para recibir una reseña como esta.

Espejismos de la vida rápida de hoy en día. Al franquear la puerta, aparecen otros mundos y el cuerpo y la mente lo agradecen. Es un local con las medidas justas, no es espacio para la intimidación. La decoración, en madera, con grandes ventanales a la plaza, ofrecía (y ofrece) ese punto de calidez más que necesaria en una ciudad también conocida como Siberia-Gasteiz.

Las bebidas y los pintxos, siempre en su punto. El servicio, respetuoso y agradable con todos los clientes (algo difícil de encontrar en el centro de cualquier ciudad). La música, escogida con mimo, hace cómplice a la clientela: desde esos viejos que se toman un vaso de vino hasta los que alivian su resaca con un zumo de frutas. Este es el primer bar en el que pude escuchar, por poner un ejemplo asequible para mí, a Saint Germain.

Todo esto, desde primeras horas de la mañana hasta la madrugada. Entrar en el Dublín supone acceder a un mundo donde el tiempo urbano desaparece, y se recupera (aquí sí) el de las viejas tabernas irlandesas (por lo menos, tal y como lo cuentan las novelas). Conforme avanza el día, los ambientes cambian, pero el espíritu permanece, como lo hace la calidad de la música. Y por las noches, conciertos y mejor música a cargo de buenos dj’s. Como ocurrirá el próximo 9 de mayo en la fiesta de aniversario.

Y eso que no soy socio del café Dublín.

Más información en www.cafedublin.com