Sección: OPINION
Serie: Cruce de caminos
Título:
Obsesivos
Autor: María Luisa Balda
e-mail: opinion@espacioluke.com

nº 28 - Mayo

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Sanchís Sinisterra, J.: Los políticos son actores, generalmente mediocres, que interpretan roles, normalmente escritos por otros, y que adaptan un guión (...) Y hacen teatro; la política es, sobre todo, la representación de cosas.

Los humanos, como seres sociales, utilizamos normas para organizar nuestra vida cotidiana y pautas que facilitan la relación con los que nos rodean. En un plano más íntimo pero también colectivo, los actos humanos precisan unas bases seguras, unas directrices que orienten un modo de estar en el mundo.

En la actualidad presenciamos una rápida disolución de valores, y criterios tan frecuentados como justicia o libertad apenas tienen significado; pero en muchas ocasiones se mantienen sus formas externas, su representación y, así, estos y otros valores aparentemente son respetados.

En las administraciones, en las empresas y en cualquier tipo de organización, las reglas se procuran cumplir con la misma pulcritud con que se publican algunos trabajos de investigación: todo aparece medido, controlado y es presentado con caracteres, tablas y colores perfectos. Sin embargo, si nos detenemos a analizarlos, comprobaremos que gran parte de estos estudios, tan notables en apariencia, carecen absolutamente de interés, porque son repetitivos o porque sus objetivos o contenidos son intrascendentes.

También advertimos que hoy, gracias a la informatización, nos inundan los registros y los datos, y los papeles crecen de forma que la burocracia ahoga la realidad: Datos de estudiantes, de parados, de enfermos... se convierten en solicitudes registradas, tramitaciones realizadas y expedientes finalizados: Un modo perfecto de hacer desaparecer a estudiantes, enfermos y parados; una suplantación con la que acallamos preguntas inquietantes, olvidamos cuestionarnos la sociedad en que vivimos y pasamos de exigir mayor justicia social. Todo esto, que hoy ocurre de modo tan exagerado, recuerda a los individuos obsesivos: Ellos, al igual que esta sociedad, sufren profundos sentimientos de inseguridad, de duda, de desorientación; esos sentimientos que los transforman en seres rígidos, tan atentos con los detalles que acaban realizando con meticulosidad agobiante cualquier cosa.

En esta época de perplejidad, confundidos por tantos desvaríos sociales, ya no sabemos si será conveniente seguir o no seguir unas u otras consideraciones éticas. Y para ocultar este desasosiego, para huir de los mortificantes efectos de la desorientación, buscamos defensas y nos protegemos en una cárcel construida de registros y papeles, de leyes, normas y datos, pero seguimos igualmente perdidos.

Los insistentes comportamientos obsesivos nacen de tanta indecisión, de tanta inseguridad personal y social y, de este modo, ocupados en disimular torpemente el vacío, permitimos que las decisiones sean tomadas por otros: extremistas y psicópatas de cuello blanco.