Sección: OPINION
Serie: El Caballo de Troya
Título:
Las estadísticas
Autor: Amado Gómez Ugarte
e-mail: amado@espacioluke.com

nº 28 - Mayo

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Se hacen estadísticas de todo, desde las relaciones sexuales por semana hasta el porcentaje de amores platónicos. Nada escapa al censo implacable de quienes se empeñan en saberlo todo de nosotros. Ellos preguntan y nosotros contestamos. Nos confesamos ante el encuestador o encuestadora con más reverencia, dolor de los pecados y propósito de enmienda que ante el señor cura. Luego, nos vemos reflejados en unas cifras porcentuales que nos definen en masa, como borregos marcados a fuego con el mismo hierro. De modo que para no salirnos de los dígitos debemos comportarnos como la norma establecida lo exige. Dos polvos semanales, ducha diaria, algo de estrés, mucho fútbol y/o televisión, nada de libros, un par de visitas al mes a la peluquería (por cierto, las mujeres prefieren ser rubias, y si no lo son, se tiñen), si eres pareja de hecho puedes ejercitar un poco más el sexo que si has pasado por la vicaría o el juzgado, pero si decides tener un hijo es mejor que te cases y te conformes con los dos polvos por semana, si eres mujer debe gustarte por narices Brad Pitt, si eres hombre es una obligación Jennifer López, si eres homosexual tal vez seas poeta, lo de ayudar en las labores del hogar es cosa de poetas... Y así todo. Acabamos reconociendo nuestra intención de voto, si somos calvos, si usamos peluquín, cuántas veces nos mudamos los calzones, por qué Rodríguez Zapatero nos cae mejor que Aznar o viceversa, incluso el número exacto de sueños incumplidos que guardamos en el destartalado desván de la memoria.

Por eso las cadenas televisivas, cuando deciden sacar un nuevo programa, echan mano de las estadísticas y lo disponen todo para que guste al ciudadano medio. El ciudadano medio debe dar un perfil de perfecto gilipollas, porque la gran mayoría de los programas de televisión parecen hechos para gilipollas. Y además tienen éxito. Con lo cual se demuestra que las estadísticas sirven.

Tampoco rebelarse contra las estadísticas es solución, porque apareceríamos seguramente en un censo de personas que reniegan de las estadísticas. Con lo cual no dejaríamos de ser tratados como a simples cifras. Así que lo mejor en estos casos, siempre se ha dicho, es relajarse y disfrutar. Seamos ciudadanos ejemplares sin gran esfuerzo. Figuremos en las estadísticas para dar realce y vigor a la convivencia social, y disfrutemos la gracia de los dos polvos por semana, el fútbol, el televisor, nada de libros, etc. Seamos lo que esperan y desean de nosotros: medibles, manejables, sumisos, obedientes. Cuesta tan poco hacer felices a esos pobres hombres que manejan los hilos del poder... Les basta con creerse las estadísticas.