Sección: MUSICA
Serie: Ahopetik
Título:
Efectos de sonido
Autor: Alfonso García de la Torre
e-mail: alfonso@espacioluke.com

nº 26 - Marzo

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La auténtica banda sonora de una película está compuesta normalmente por tres elementos: los diálogos, la música y los efectos de sonido. Son tres apartados inicialmente independientes pero que pueden estar relacionados entre sí, yuxtaponiéndose, imbricándose en distintos estratos o fundidos en un todo, provocando que la visión esté condicionada por la escucha. Nos encontramos ante un mundo sonoro enriquecedor que da un significado singular a las imágenes, en definitiva un elemento básico que potencia el discurso de la pantalla.

- Algunas muestras de la influencia del sonido en el cine: identificamos una voz característica o asociamos un doblaje a determinados actores (diálogo); tarareamos la partitura de algunas películas famosas (música); imitamos en los juegos infantiles sonidos aprendidos de las películas, como el ruido metálico de una espada o los disparos de un rifle Winchester (efectos de sonido).

Centraré el artículo en aquel ingrediente que en teoría posee menor importancia: los efectos especiales de sonido. Actualmente poseen una gran trascendencia, y un síntoma de ello es la imprescindible figura del montador de sonido: auténticos creadores cuyo trabajo consiste en orquestar toda una serie de objetos sonoros. Objetos que por sí mismos no tendrían ninguna entidad, aplicados a una imagen concreta, se transforman en algo que cobra un sentido especial. Se crea de esta forma una interdependencia sonido-imagen a pesar de que el sonido escogido no se corresponda nunca con una situación real. No importa, hemos llegado a asimilar incluso la exageración del efecto, de la misma forma que aceptamos en la pantalla la gran capacidad luminosa de una simple vela encendida por el protagonista.

- Existen infinidad de trucos sonoros básicos que podemos experimentar grabándolos: cascos de un caballo (entrechocar dos mitades de un coco vacío), trueno (agitar una gran plancha metálica), campanadas (golpear un recipiente de cristal), fuego (arrugar papel de celofán), etc.

- Estrategia de toda película de terror: conseguir unas pisadas que crujan con una determinada cadencia o un buen chirrido de una puerta mal engrasada.

Con la aplicación de las nuevas tecnologías en el cine se ha facilitado la obtención de efectos, perdiéndose quizá la originalidad y pericia de un buen especialista en sonido. No obstante los instrumentos electrónicos y ordenadores generan sonidos realmente interesantes posibilitado una gran cantidad de efectos, siendo este el caso de las películas de ciencia-ficción.

- Recordemos el inquietante sonido de “Los pájaros” de Hitchcock, generado mediante el mixture-trautonium (instrumento electrónico predecesor del sintetizador), por el físico-compositor Oskar Sala.

- Surgen nuevas técnicas de procesamiento sonoro que nos transportan al futuro o al pasado: la simulación de una pistola de rayos laser o el grito de un dinosaurio.

En las grandes producciones cinematográficas el efecto sonoro añade espectacularidad a lo visual, estableciéndose de esta forma una supremacía total de la imagen. Y todo ello a pesar del contraste perceptivo que finalmente supone combinar en la sala de proyección las dimensiones que propone la imagen (pantalla rectangular) y las del sonido (altavoces en círculo). Los Oscars que otorga Hollywood a este tipo de efectos suelen estar insertados en un cine con unas características muy concretas, y casi siempre pasan desapercibidos. Lamentablemente estos premios no buscan el efecto sugerente, la sutileza u originalidad en el tratamiento del sonido, aunque de todas formas hay que reconocer que podemos encontrar obras maestras de la sonorización, gracias al diseño de competentes especialistas.

- Propongo volver a ver y escuchar, en un cine por supuesto, películas premiadas recientemente con un Oscar a los efectos de sonido: U-571, 2000. (un submarino junto a una interesante colección de sonidos bajo el agua); The Matrix, 1999 (acertada conjunción de efectos visuales y sonoros); Salvad al soldado Ryan, 1998 (cruda realidad del desembarco de Normandía mediante una cuidada espacialización del sonido); Titanic, 1997 (el trasatlántico choca contra un iceberg con un oportuno sonido muy resonante en los graves).