Sección: OPINION
Serie: Instantáneas
Título:
Por una razón crítica
Autor: Alejandro Medina
e-mail: luke@espacioluke.com

nº 29 - Junio

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La Razón cartesiana, que nace con la ciencia moderna, inicia su andadura utópica con un programa prometedor: conquistar, dominar y transformar la naturaleza. En su largo periplo, sufre algunas decepciones: guerras napoleónicas, guerras mundiales, y demás carnicerías.

Sin embargo, el optimismo positivista de la belle époque llegó, por ejemplo, hasta los inicios de la primera guerra mundial; mientras que el pacifismo y el cosmopolitismo de la socialdemocracia europea asistió sorprendida al ascenso de Hitler y al Holocausto.

La razón burguesa que, en el pasado, guió a los hombres hacia un mejoramiento ético-político, bajo las banderas de libertad, igualdad y fraternidad, pronto se cubrió de terror y guillotina. Así, la razón, perdió su virginidad crítica y viró hacia un pensamiento racional, monopólico y exterminador.

El psicoanalista Jacques Lacan, escribió un texto titulado Kant con Sade, en el que demuestra que en el centro de la cuestión kantiana de la ley moral, existe una determinación sadeana. El imperativo categórico kantiano, escribe el psicoanalista francés, siempre hace retornar a los dioses oscuros en nombre del bien universal. Tal vez, por ése motivo, Lacan , al formular su ética del deseo, expresó una moderada pero inequívoca simpatía por Spinoza y su amor intelectuallis dei, que no conduce a ningún sacrificio humano.

Resulta, sin duda, absurdo abogar, en la era de la tecno-ciencia, por un retorno a las viejas ideologías irracionalistas, así como suponer que la única racionalidad legítima es aquella que responde al principio de identidad. Sólo una nueva ética, alejada de los ideales de totalización científicos o religiosos, ilustrados o románticos, puede refundar una razón crítica que le dé nuevos contenidos políticos a palabras como paz, justicia, y libertad.

Mientras los pueblos del llamado Tercer Mundo estén sometidos por el capitalismo financiero a la explotación, la miseria, y el hambre, amén de las guerras, la promoción de razones universales resonará, una vez más, como un eco hipócrita.