Sección: OPINION
Serie: ---
Título:
Diatriba contra los Duendes
Autor: Luis Arturo Hernández
e-mail: luisar@espacioluke.com

nº 29 - Junio

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(A vueltas con Peer Gynt (1867) de Henrik Ibsen)

LOS DUENDECILLOS.- ¡Gnomos! ¡Trasgos! ¡Vamos tras él! ¡a morderlo!
Henrik Ibsen, Peer Gynt

EL REY DE DROVE.- (...) ¡Duro es pasar por fantasía y fábula!
Henrik Ibsen, Peer Gynt

Los goblins son duendes perversos y malignos que se deleitan asustando y haciendo daño a la gente. Suelen ser pequeños y feos, pero muy fuertes, y viven en cuevas subterráneas. Los goblins del libro de George Mcdonald The Princess and the Goblin (La Princesa y el Goblin) y los de The Hobbit (Los Hobbits) de Tolkien, se parecen mucho a la imagen tradicional de ellos.
Katharine Briggs, Quién es quién en el mundo mágico

El tránsito del siglo XX al XXI ha venido marcado en Europa por un nuevo renacer de lo maravilloso y, en particular, de los seres elementales de la Naturaleza, procedentes de medios convencionales como la televisión –Los pitufos o David el gnomo- o el cine –los elfos de El señor de los Anillos o el enano de jardín cosmopolita de Amelie- o, en forma de imaginativa reivindicación, en el caso del “Frente de Liberación de Enanos de Jardín (FLNJ)” en los países vecinos, Francia e Italia, desde 2001, en una regresión a la inopia del mundo de los cuentos de hadas que se abre paso en el tiempo del pensamiento débil y la muerte de las ideologías de la postmodernidad postindustrial y postmilenarista.

LIBERACIÓN NACIONAL o LA MULTINACIONAL DE LOS DUENDES

EL PASTOR.- (...) Era un mal ciudadano, planta estéril tanto para el Estado como para la Iglesia. Pero allá, en lo alto de la colina, en medio de la estrechez familiar, fue donde él vio su misión; allí era grande porque era el mismo.
Henrik Ibsen, Peer Gynt
EL REY DE DROVE.- (...) Aquí viene un artículo firmado por ‘Casco de Caballo’. Y esto trata del espíritu nacional de los duendes.
Henrik Ibsen, Peer Gynt
(…) los enanitos, quienes, habiendo fracasado en el proceso de desarrollo hacia una condición humana más madura, permanecen fijados en un nivel pre-edípico (los enanitos no tiene padres, ni tampoco se casan ni tienen hijos)...
Bruno Bettelheim, Psicoanálisis de los cuentos de hadas

Y no deja de resultar cuando menos preocupante que unos seres cuya percepción está prescrita para niños sensibles entre los cuatro y los siete años –con la honrosa excepción de Sánchez-Dragó, naturalmente- se hayan convertido en símbolos de los movimientos juveniles y, muy en particular, en ciertos lugares emblemáticos del País Vasco, en una comunidad en la que, ya sea por la infantilización del currículo escolar que prolonga la infancia hasta los 16 años –con prórroga hasta los 18-, ya por la sobreprotección de una parentela progresista y pseudoproletaria –única y exclusiva responsable de su reducida prole, excepto para apoquinar por los desperfectos en bienes muebles e inmuebles fruto de las chiquilladas de sus criaturas-, ya porque buena parte del alumnado de la ESO de la capital del País Vasco hace sus pinitos en el Taller de Arte Dramático con Peer Gynt, mucho postadolescente pueril continúe viviendo en el limbo de las fantasías animadas de ayer y hoy –y siempre-, y abducido por la mitología ancestral de un país imaginario que se construye y deconstruye a voluntad por arte de birlibirloque, entre la chulería de miedo pánico de Peter Pan y la ingenuidad trolera de Peer Gynt encantado por un troll.

INSUMISIÓN GLOBAL TRAS LA SUPRESIÓN DEL SERVICIO MILITAR

PEER GYNT.- (...) ¡Estás proscrito, muchacho! Te han desterrado al bosque. (...) ¡Mi casa será magnífica! Sobre el tejado se elevará la torrecilla con su veleta..., (...) La giraldilla y las cerraduras serán de metal. (...) ¡Ay, se ha cortado el dedo, el dedo entero! (...) ¡Y cortárselo del todo, sin que lo obligue nadie!... ¡Ah!, ¡ahora me acuerdo! Es la única manera de librarse del servicio del rey.
Henrik Ibsen, Peer Gynt

EL REY.- ¿Cuál es la diferencia que hay entre un duende y un hombre?
(...)
EL REY.- (...) Allá fuera, bajo la bóveda reluciente, se dice entre los hombres: ‘¡Hombre, sé tú mismo!’ Aquí dentro, entre los duendes, decimos: ‘¡Duende, bástate a ti mismo!’
Henrik Ibsen, Peer Gynt

Y eso porque, al igual que ese protagonista del poema dramático homónimo de Ibsen, en un país en que la Historia se confunde con la leyenda, y el modo de producción servil con las libertades colectivas, más cerca por definición de los genios o jinas musulmanes que de los djinns –como los judaizantes Jiménez Losantos o Albiac-, o de los diablillos de la mesa de mezclas o djs, es explicable que miles de jóvenes, llevados de su eventual idealismo filantrópico y del ingenuismo de formar parte de una colectividad en marcha confundan el ideal de autorrealización humana –“¡Hombre, sé tú mismo!”- con aquel “bástate a ti mismo” autogestionario del troll –“¡Un duende de montaña! ¡Un egoísta!”-, ataviados con calzas de colorines de carnaval o pantalones con petachos de diseño, con chaqueta de lana o sudadera de campaña, deportivas y capucha paramilitar, piercing -¿o peergynt?- orejero y el característico corte de pelo tapa-nucas provocando desaguisados mil que encubrirán sus Papas and the Mamas, viejos juveniles, modernos minorizados, mayores de edad pormenorizados y adultos venidos a menos en su dignidad y gobierno.

EL MUNDO DEL REVÉS o LAS DEUDAS EXTERNAS DE LOS DUENDES

PEER GYNT.- ¡Dejemos lo de príncipe! El caso es que usted se había empeñado en modificar mi visión por medio de un corte en los ojos, para transformarme de Peer Gynt en duende.
Henrik Ibsen, Peer Gynt

Los Trolls de la superstición popular son elfos malignos y estúpidos, que moran en las cuevas de las montañas o en deleznables chozas. (...)
El poema dramático Peer Gynt (1867) de Henrik Ibsen les asegura su fama. Ibsen imagina que son, ante todo, nacionalistas; piensan, o tratan de pensar que el brebaje que fabrican es delicioso y que sus cuevas son alcázares.
Jorge Luis Borges, El libro de los Seres Imaginarios

Por eso no es de extrañar que, tras creer haber escapar de la ceguera que los duendes infligen a los humanos para forzarlos a percibir su propia realidad mental distorsionada, el Peer Gynt de a pie actúe poseído por la voluntad destructiva de los trolls, haciendo de ellos su icono ubicuo, protagonizando sus fechorías en nombre “del espíritu nacional” de ls iratxo/ak -¿hijos de la ira o del IRA?-, seres iracundos y airados, y buscadores de tesoros –Gnomos, Callejo- que chantajean y extorsionan exigiendo un precio por la paz doméstica, como los etxejaunak -Duendes, Canales y Callejo-, promoviendo algaradas callejeras -o matxinadas- como los martinicos, practicando su hobby horse favorito –su caballo de batalla- como los hobbit, con el saber gnómico de consigna del “romántico” Hernani de los gnomos –que se las saben todas-, el capuchón de los trasgos –gorro rojo o barretina frigia- y las manitas en jarras –bebiéndose la vida a grandes tragos-, y el mal genio de los geniecillos del bosque y demás elementales -pero que muy elementales-.

CASA TOMADA

PEER GYNT.- Debe haber una cerradura, una cerradura que cierre bien la puerta a los duendes, (...) debe haber una cerradura que no deje entrar a los gnomos furiosos...
Henrik Ibsen, Peer Gynt

PEER GYNT.- (…) Briznas…, maderos…, una cerradura que impide la entrada a los pensamientos de los duendecillos…
Henrik Ibsen, Peer Gynt

LOS DUENDECILLOS.- ¡Cencerros en las montañas! ¡Es el rebaño del hombre negro! (Tumulto y gritos. Huyen los duendes. La sala se derrumba; todo desaparece!)
Henrik Ibsen, Peer Gynt

Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.
Julio Cortázar, Casa tomada

Resulta patético, pues, que se presente como símbolo liberador frente a las múltiples opresiones de su tabla reivindicativa un ser como el duende, con su organización social claramente jerarquizada –Duendes, Canales y Callejo- como cualquier asamblea juvenil que se precie, y sexista por cuanto que, al menos en el País Vasco, los duendes son seres elementales masculinos, homúnculos de connotación fálica –Psicoanálisis, Bettelheim-, reservándose la dama duende al ámbito de las lamias o las hadas-, ser maléfico o amable –según con quién- y carente de un yo individualizado y, por tanto, por encima del bien y del mal -Duendes-, gregario partícipe de un “alma grupal”–Gnomos, Callejo-, amén de elemental complejo de inferioridad ya que la ingesta de hongos alucinógenos, y muy en especial de la amanita muscaria -¿o se debería decir Muskaria/Tudela, ya que el mayor flipe sería comerse Navarra?-, se manifiesta en la conciencia de empequeñecimiento a la altura de los boletus –con todos los boletos de la rifa- y el gesto altanero, de Peter Pan, y la mirada hacia lo alto de unos duendes -más que de nanotecnología- de nanoartesanía, con que se ha presentado en sociedad la Asamblea de Jóvenes atrincherados en su casa encantada del Casco Viejo de Vitoria, en la capital del País Vasco sin ir más lejos -“Este gaztetxe tiene mucho duende”-, territorio tabú –“El gaztetxe no se toca”: nene, caca- de unos chicos hiperactivos que crean su propia biblioteca y hacen los deberes atrasados de su revista de un día para otro –en vísperas del examen municipal-, pero con horario de salida puesto que de noche los telúricos demonios familiares de la “casa tomada”, local okupado por daimones urbanitas sin más reminiscencia rural que su trabajo de campo en “El Campillo” en que se enclava la casita de Poltergeist-edificio de cuento neogótico en el que campean a sus anchas innumerables fantasmas-, demonizada por los exorcistas y amenazada de deshaucio y demolición –o de molicie- por el Gargamel local y la guardia urbana de pitufos con postas de sal –y no vuelvas-, los inquilinos de una Casa del Terror expropiada a la ciudad y apropiada mediante el viejo método de la patada en la puerta y más propia de cuento de J. Kortazar duermen en su casa familiar, como unos angelitos.

ACOSO Y DERRIBO o BORRÓN Y CUENTA NUEVA

La pequeñez puede ser también signo de deformidad, anormalidad e inferioridad y por ello, en las imágenes de Shiva danzante, la deidad es representada bailando sobre el cuerpo postrado de un demonio enano, el cual simboliza la ‘ceguera de la vida’, la ignorancia del hombre (su pequeñez).
Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de Símbolos

Inmadurez ingenuista y alienada -de nada- al servicio de espurias estrategias políticas, enajenado irracionalismo colectivo y pseudocolectivista –más de colector que colectivo- y summa ignorancia –contradiciendo la etimología de Paracelso que hace derivar gnomo de “gnosis”- o desconocimiento absoluto de la iconografía de los clásicos maravillosos –más de colector que de lector- constituyen, a partes iguales, la puesta en escena de una intervención artesanal que bien pudiera pasar por una simpática provocación artística de los sectores sociales autóctonos excluidos del megalómano proyecto institucional de la pinacoteca Artium, el nuevo Centro-Museo de Arte Contemporáneo de la capital vasca.

Duende