Sección: OPINION
Serie: El paso
Título:
El sujeto involuntario
Autor: José Marzo
e-mail: elpaso@espacioluke.com

nº 29 - Junio

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Aceptemos por un momento que la historia es, como quería Marx, un proceso racional ajeno a la voluntad consciente del hombre; nuestro papel se limitaría a conocer los mecanismos de la evolución histórica y a dejarnos arrastrar por ellos. El sujeto marxista se halla encadenado a la historia social, subordinado a su engranaje. La conclusión lógica es que, aunque no se hubiera dispuesto de una teoría marxista, habría existido un movimiento social e histórico de carácter marxista. Una paradoja de su teoría, sin embargo, reside en no asumir que el movimiento marxista sólo fue posible gracias a ella, pues ella lo estructuró, y una de sus limitaciones, en no profundizar en las consecuencias que de tal reconocimiento se derivan. Ambas, práctica y teoría, caminaron siempre juntas.

Podría decirse entonces que también Marx barruntaba en el fondo de sí mismo que "el conocimiento nos hará libres". En esto se muestra moderno, pero también platónico: para Platón, la razón era, más que un método, un hecho.

"Dadme una verdad, un enemigo y un ideal, y promoveré una revolución", podía haber dicho un sofista posmoderno. Marx aportó una presunta verdad, el materialismo histórico, desveló un enemigo, el capital, y propuso un ideal, el comunismo. La medida de su influencia radicó en la validez de su verdad, la dureza de su enemigo y la belleza de su ideal. También en ellas se gestó su quiebra.

Grandeza y fracaso. El sujeto marxista se consideró a sí mismo depositario de la verdad y del destino histórico, y se frustró. Creyendo hacer ciencia, Marx esbozó las claves de la emersión del sujeto político, del arte social, pero al no reconocerlo como tal y subordinarlo a un mecanismo superior, lo condenó a la arrogancia del maximalismo y a la humillación de la irresponsabilidad.

Karl Marx