Sección: ARQUITECTURA
Serie: ---
Título:
Decoración frente a Arquitectura
Autor: Juan Carlos Prieto
e-mail: prieto@espacioluke.com

nº 30 - Julio/Agosto

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Son muchas las publicaciones que podemos encontrar hoy en los kioscos sobre decoración, hogar, interiores, jardines, etc. Revistas que en la actualidad tienen gran demanda por muchas razones, pero fundamentalmente las derivadas de un crecimiento por el gusto hacia una estética marcada por las nuevas modas, y por el mayor poder adquisitivo adquirido en España que permite aficiones relacionadas con el gusto por la belleza.

Hasta tal punto llega esta tendencia que incluso prestigiosas revistas de carácter informativo, suplementos de dominicales, etc., incluyen secciones dedicadas a la decoración.

De la misma forma proliferan los establecimientos que ofrecen todo tipo de artículos de mobiliario, complementos, iluminación y un sin fin de artilugios –en algunos casos completamente inútiles- que garantizan no solamente estar a la moda sino adquirir, a través de nuestra vivienda puesta al día, un estatus social adecuado.

Por el contrario y lamentablemente se sigue olvidando la arquitetura, la de verdad, la del “menos es más” que propugnaba Mies van der Rohe, y los grandes representantes de la arquitectura del siglo pasado, o las propuestas innovadoras de talentos surgidos en Europa, donde prevalecen los espacios enriquecidos con el protagonismo de la propia arquitectura, y donde el mobiliario y la decoración forma parte de la propia obra y se concibe desde el proyecto.

A los estudios de arquitectura llegan encargos con el referente único de las revistas de decoración donde se piden cuartos de baño como los que salen en el último dominical de una casa de Menorca o de algún molino rehabilitado. Se solicitan proyectos de vivienda donde lo primero que se piensa es donde colocar algún mueble de catálogo que simula ser antiguo, o acabados de estilo “rústico”, antes se decía de estilo “castellano”, aunque esto hoy ya no se lleva, siendo estos conceptos absolutamente graciosos, evitando algún otro calificativo más hiriente.

De momento seguiremos concibiendo mala arquitectura a la que maquillaremos con enormes plantas de invernadero que enseguida se malogran, y con falsas alfombras sobre las que colocaremos patéticas reproducciones de muebles viejos pésimamente repintados o “restaurados”.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Con la arquitectura, naturalmente, pasa lo mismo.