Sección: LITERATURA
Serie: Perfiles
Título:
Luis Cernuda
Autor: Blanca Gago
e-mail: bgago@experta.com

nº 30 - Julio/Agosto

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Este año se celebra el centenario del nacimiento del poeta, y también ensayista y dramaturgo Luis Cernuda, con una serie de exposiciones y homenajes que constituyen una buena excusa para acercarse a la vida y la obra de este sevillano que dio una de sus obras cumbres a la poesía española: La realidad y el deseo.

Autor independiente, rebelde (todo poeta, según él, debía serlo), original en sus ambiciones, delicado y terrible a la vez, Cernuda fue escribiendo a lo largo de su vida una obra que es en sí misma la esencia de la creación poética. Desde Primeras poesías (1924-1927) hasta Desolación de la Quimera (1956-1962), añadida póstumamente, la obra expresa la lucha entre la realidad inamovible y la vivencia de un deseo cierto pero sutil, fugaz, oscuro. Las experiencias personales están íntimamente ligadas a este continuo proceso de creación, por eso es importante conocer el contexto biográfico del poeta antes de emprender la lectura de su obra.

Luis Cernuda nació y pasó su infancia en Sevilla. El recuerdo de esta ciudad, de sus calles y su ambiente, lo describe con nostalgia en Un río, un amor (1929), libro escrito a su llegada a la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde entraría a formar parte de la Generación del 27 y tomaría su primer contacto con el surrealismo y las vanguardias españolas de principios del siglo XX. De estas corrientes se interesaría sobre todo por la utilización de imágenes como vía de expresión de sensaciones, impresiones, de un modo tremendamente personal que reflejan en ese momento sus ansias de juventud, la energía con que acomete la vivencia cotidiana. Más tarde, estas intuiciones expresan de forma más contundente y dolorosa la madurez del autor y las crueles experiencias que conforman las líneas de su temática poética: la Guerra Civil y el exilio errante hasta su muerte, pero también la angustia por el sufrimiento amoroso, la presencia cotidiana de la soledad y la muerte, el ansia infinita de placer... Esta última está magistralmente tratada en Los placeres prohibidos (1931), donde Cernuda llega a la conclusión de que la justificación de la existencia se alcanza por la voluntad de vivir a través de la persona amada. Domina un tono vital, apasionado, que irá derivando en otro mucho más amargo y sereno a medida que se prolonga el exilio del poeta como consecuencia de la Guerra Civil, primero en Inglaterra, después en Estados Unidos y finalmente en México, donde muere en 1963. Como quien espera el alba (1941-1944) contiene una de las escasas muestras de la presencia de Dios en la poesía de Cernuda, como entidad vocativa, desconocida y provocadora de sensaciones violentamente contradictorias. El libro es una reflexión sobre su tierra tan añorada, la fuerza de su historia, la importancia de la memoria, causante de la desolación del poeta, que acaba admitiendo que no comprende a los hombres.

Sin embargo, este sentimiento entronca directamente con el que caracteriza uno de los libros más conocidos de Cernuda: Donde habite el olvido (1932-1933), escrito en pleno apogeo del Gobierno de la República (con el que colaboró activamente en la creación de varios proyectos culturales), cuando él ni siquiera sospechaba que en unos años se marcharía para siempre de su país. Esto demuestra que el sentimiento de exilio, la soledad y el dolor por la pérdida del pasado, son algo inherente a la poesía de Cernuda, un desgarro derivado de esa polaridad entre la realidad y el deseo que lo acompañó siempre, y que él intentó calmar a través del olvido y de un distanciamiento a veces rencoroso de la vida. Es esto lo que lo convierte en un poeta universal, con una obra intensa, fiel a sí misma, cuyo canto último es siempre “a mon seul désir”.

Luis Cernuda